Argentina: La vitivinicultura mueve por año casi $ 14 mil millones
Que la vitivinicultura genera trabajo no es una novedad; sí lo es saber que, en números concretos, demanda y mantiene más de 113 mil empleos directos. Tampoco sorprende la afirmación de que el negocio del vino se apoya en más del 60% en el mercado interno, aunque traducir ese porcentaje en una facturación que superó los $ 9.100 millones el último año resulta revelador.
Y todavía más si se precisa que un 29,7% de los más de $ 13.900 millones en ventas totales y valor de producción de la actividad, incluido mosto, pasas y uva en fresco, se los lleva el fisco en impuestos.
Por primera vez, de esos y muchos otros datos podrá valerse la industria madre de Mendoza para cuantificar su crecimiento, el impacto que genera en materia tributaria y de generación de empleo, además de determinar el peso del valor agregado, que en el caso del vino se concentra en la etapa de fraccionamiento.
Los mencionados son sólo algunos de los indicadores que constituyen el primer “Estudio de Impacto Económico de la Vitivinicultura Argentina” realizado durante los últimos meses por un grupo de profesionales de la UNC que encabezó Carlos Abihaggle, en coordinación con el Fondo Vitivinícola.
Vale repasar algunos de los ítems del informe que se presentará en unos días, y al que Los Andes accedió en exclusiva. Información clave que, según trascendió, se actualizará cada año, para diseñar estrategias y, oportunamente, fundamentar cada planteo a nivel de política oficial.
Empleo e impuestos
De los más de $ 2.100 millones que suma la masa salarial total de la industria vitivinícola (entre sueldos paritados y los gerenciales), un 82% pasa por la actividad primaria. Esa erogación solventa los 55.250 empleos equivalentes a dedicación plena, tal como lo mide el estudio (en otras palabras, el requerimiento promedio de jornales para cada unidad productiva) que, entre la cosecha y el resto de las tareas culturales de cada ciclo, representan 5 de cada 11 generados por la vitivinicultura toda en 2010.
La elaboración de vino y mosto la secunda en importancia. Según el análisis, en el último año demandó 37.489 empleos.
Por otra parte, en lo que respecta a facturación, casi $ 12 mil millones de los más de $ 13.900 se concentran entre mercado interno (65,5%) y exportaciones (20,6%). En este punto, la investigación de la UNC destaca que casi $ 30 de cada $ 100 facturados vuelve en impuestos: al menos $ 22 son tributos directos y $ 8 son percibidos como indirectos por el fisco (compra de insumos, y también lo que de los salarios se deriva a compra de bienes).
La bodega, el valor agregado y la inversión en insumos
A excepción de la etapa de comercialización, el estudio de la UNC se enfoca en los tres grandes segmentos de la actividad: la producción, la elaboración y el fraccionamiento. En cada subsector, pondera su importancia según el llamado “consumo intermedio” (inversión en insumos) y valor agregado (la suma de mano de obra y el excedente de explotación, o margen bruto) que corresponde a cada eslabón.
Siempre se ha remarcado como factor diferencial de la vitivinicultura el valor agregado que genera y su impacto en el Producto Bruto mendocino, y en ése sentido los números de 2010 dejan en claro el rol de las bodegas en éste orden: por sí misma, la etapa de fraccionamiento aportó $ 3.355 millones de los $ 3.681 millones que se completan con la elaboración.
¿Dónde está la mayor inversión en insumos? Aquí también los elaboradores-fraccionadores marcan la diferencia: es claro que la uva es incidental para la elaboración, así como el vino para el fraccionamiento.
Para el primer caso, del costo total en insumos ($ 3.661 millones) la materia prima se llevó un 90%. Menor es la proporción del vino en relación al resto del requerimiento para el envasado, que está más disperso: las compras alcanzaron los $ 2.859 millones, mientras que a envases (vidrio y cartón) la industria destinó en su conjunto $ 934 millones, y alrededor de $ 1.000 a tapones, etiquetas, cápsulas y otros.
Fuente: Los Andes