“Chile posee condiciones extraordinarias para el desarrollo del Avellano Europeo y puede llegar a constituirse como el principal productor del Hemisferio Sur, llegando a ser un actor relevante a nivel mundial en las próximas décadas”, asegura Gaspar Goycoolea, gerente general de Grupo Hijuelas, que cuenta actualmente con la empresa Viveros Nefuen, la cual maneja las licencias de la variedad Osu, de la Universidad Estatal de Oregon.

Sin embargo, dicho potencial de crecimiento no está exento de dificultades y desafíos debido a su “explosivo crecimiento”.

Fotografía: INIA

Actualmente existen en el país alrededor de 13 mil hectáreas plantadas. Debido a que su cultivo se está desarrollando a grandes pasos y en algunos casos, exento de los cuidados y manejo que requiere, Goycooela advierte que un porcentaje tendrá serios problemas productivos a futuro: “Cuando entren en una etapa de madurez y se genere una mayor oferta con menores precios, éstos quedarán fuera del área rentable”.

El gerente general de Grupo Hijuelas enfatiza que se debe planificar de manera adecuada la inversión y para ello, es necesario evaluar diversos aspectos como zona productiva; calidad de las plantas y variedades; infraestructura de riego; y medidas de mitigación para evitar la propagación de ciertas plagas y enfermedades como curculeonidos (burritos) y problemas bacterianos (xanthomonas y pseudomonas).

“Hay que enfrentar esta especie profesionalmente y sacarse los mitos de que es una especie que crece sola, que puede trabajarse sin riesgo en algunas zonas de Chile, como una especie forestal. Con esa mentalidad está asegurado el futuro fracaso y participación en el negocio”, advierte Goycoolea.

¿Cuáles son las principales consideraciones técnicas a tener en cuenta para el cultivo del avellano y evitar que se transforme en un “fracaso” en Chile?

“El primer y gran concepto que hay que tener en cuenta en esta especie es que no es autocompatible y necesita sí o sí de polinización cruzada para obtener producción. La polinización del avellano es muy especifica en cuanto a la compatibilidad de sus alelos y requiere de plantas clonales que aseguren la cuaja para así poder contar con una cosecha rentable. Este factor no ha sido considerado en un número importante de plantaciones efectuadas a la fecha, en la cual nos encontramos con un nivel productivo muy bajo”.

Añade que durante el período de cuaja se necesita de temperaturas –durante diciembre– de medias máximas de 21º, lo que limita las zonas productivas. “Esto implica que antes de plantar hay que verificar si se cuenta con este requisito. Hay que profesionalizar el cultivo con zonas adecuadas con paquetes de variedades compatibles, buenos suelos, infraestructura, etc y así poder llegar a determinar rendimientos por árbol y por hectárea, calidad de la fruta, costos por hectárea de tal, manera de controlar el mayor número posible de variables que incidan en el resultado final del proyecto”.

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