Columna Argentina: Sin Inflación no habría reclamos generales

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Columna Argentina: Sin Inflación no habría reclamos generales

Por Arturo Navarro, consultor agropecuario

El país tuvo que llegar  a  una inflación crónica de más del 25% para que gran parte de los protagonistas sociales se den cuenta de la  nefasta consecuencia que tiene  para el conjunto de la sociedad  en general y los asalariados  en particular,  el proyecto de crecimiento  del gobierno nacional  basado  en la  emisión  y  la inflación . Dicho proyecto fue   acompañado  por muchos que  salieron   a reclamar en  el  paro  o   la concentración de  Plaza de Mayo el miércoles pasado. Si  Hugo Moyano - otros dirigentes que siguen en silencio - se hubieran  expresado  antes del 23 de octubre del 2011 como lo hizo  en plaza de Mayo, otra seria  la  situación  del país. 

Un poco de inflación es bueno para crecer, fue la definición de muchos protagonistas que defienden el actual modelo. Todavía no aprendieron – especialmente los dirigentes gremiales- que la inflación es como la droga que  se empieza con pequeñas dosis  y se termina siendo dependiente de ella. Esta es la actual situación del país por  las  distorsiones de todos los precios relativos  por la actual política.

Incentivar un aumento de  consumo por medio de un mayor circulante y una  mayor inflación para cobrar mayores impuestos,  restringiendo  simultáneamente  las producciones  y las exportaciones,  es un coctel muy difícil de sobrellevar en cualquier economía del mundo. Pero  mucho más  grave  en nuestro país, porque  culturalmente  los ciudadanos  resguardan su  poder adquisitivo  refugiándose  en el dólar en un proceso inflacionario.

No alcanzaron  las mentiras  del INDEC  ni  las presiones para que las consultoras privadas no dieran su  información sobre la inflación real.  Hoy muchos alimentos masivos son de menor calidad e igual subieron de precio  porque no tienen la competencia de los productos importados al cerrarse  la economía. Se asumió  ante esta situación, que el  índice del supermercado es el real  y sobre este  se  discuten    las paritarias para poder mantener la capacidad de compra de los  salarios. Sin inflación no habría  reclamos sindicales  conjuntos con diferentes ideologías  o  nivel social.

¿Por qué el  reclamo de cambios  en las retenciones de ganancia en los sueldos y la universalidad de los subsidios familiares?  Hoy sobre un salario de 10.000 pesos  el estado se queda con el aguinaldo completo. En  2003 pagaban ganancia solamente los  300.000  mejor remunerados.  Según la Afip en el 2007 pagaban ganancias  651.000 que era el 10% de los empleados registrados y ahora tributan 1.740.000 que es el 19%  de los 9.159.000 trabajadores registrados.

Aunque sean solamente  el 19 % de la masa salarial más alta a la que se le retiene,  no le alcanza para atender los gastos corrientes  para comer, vestir, educar y mantener su casa. La propuesta para actualizarlo sería llegar a un acuerdo de  retener a partir de la suma de cuatro salarios mínimo  que representaría  9200 pesos. Tendría  un costo fiscal de 4000 millones de pesos. Si se hubiera ajustado por inflación  un sueldo neto  mínimo  sin retenciones de soltero debería ser de 8.265 pesos y 11.305 con carga familiar. Este reclamo es  similar a todos los sectores de la economía porque no hay ajuste por inflación desde el 2003,  disección que obliga a  pagar  impuestos a las ganancias sobre ingresos ficticios por no  ajustar los balances y lo sueldos mínimos  por la inflación.

Habría que analizar alguna vez  si  un país normal  sin inflación  necesitaría  este  tipo  sindicalismo, si los salarios se mejorarían  por productividad . No tendría  por qué  promoverse una única central   de trabajadores para discutir salarios generales dándole un poder ilimitado a una sola persona. La alternativa debería ser  la discusión de los salarios por zonas,  por sectores y por empresas relacionado a su   productividad y  mejoras de las condiciones de trabajo  de cada una de ellas.

Como diría Clinton: Es la inflación estúpido. Por lo tanto es  obligación  del gobierno y de toda la dirigencia   reconocerla y combatirla sin claudicaciones  para poder empezar a recuperar la  situación  actual de la economía.

¿Qué hay que hacer  para empezar a cambiar sin provocarle  graves problema a los que menos tienen? Hay que sincerar simultáneamente  todas las variables de la economía, crear una mesa de diálogo con todos los protagonistas para  hacer un plan integral  de reducción de   la inflación  y empezar a eliminar   todas las  discrecionales medidas económicas  para  generar un shock de confianza, para  poder atraer las importantes  inversiones que necesita el país en forma urgente.

Por suerte el mundo todavía nos sigue esperando y nos da una nueva oportunidad a pesar de nuestros pecados. La presidente de  la Nación  tiene la responsabilidad de cambiar la propuesta económica  y  la forma de gestionarla,  aprovechando el 54% de apoyo que le dio el electorado en octubre pasado.

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