El cambio climático mundial es resultado del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero inducidos por la acción humana. Esta modificación global del clima afectará severamente diversos sectores, se espera que el incremento de las temperaturas provoque escasez de agua e inundaciones. Se estima que muchas poblaciones de animales y plantas puedan reducirse en tamaño, debido a las altas temperaturas y a las menores precipitaciones, lo que limitará la disponibilidad de fuentes alimentarias esenciales para la nutrición del ser humano.
Las alteraciones generadas por el cambio climático afectarán seriamente la agricultura a nivel mundial. El calentamiento global ocasionará que se produzca una disminución en los rendimientos de los cultivos, debido a las crecientes temperaturas y a las menores precipitaciones, lo que a su vez agudizará la inseguridad alimentaria.
Durante la cumbre del cambio climático (COP21), celebrada en París entre el 28 y 30 de noviembre de 2015, México, junto a otras 194 naciones, refrendaron su compromiso para fortalecer el modelo de producción económica sustentable, estableciendo un acuerdo para reducir en al menos un 30% las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2020.
En ese sentido, las actividades productivas desarrolladas en el país, como en cualquier otra parte del mundo, en la medida en la que utilizan energía a lo largo de sus cadenas de valor, son responsables de una cantidad significativa de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. La agricultura no es una excepción, ya las prácticas agrícolas actuales son responsables de la emisión de más del 30% del total de gases de efecto invernadero producidos globalmente. La suma de esas emisiones de gases es lo que se denomina huella de carbono.
La agricultura juega un importante papel en el balance de los tres gases de efecto invernadero más significativos; dióxido de carbono (CO2), óxido de nitrógeno (N2O) y metano (CH4). Particularmente, las emisiones de N2O están relacionadas con el manejo del suelo y el uso de fertilizantes nitrogenados.
El óxido nitroso absorbe radiación infrarroja de la atmósfera contribuyendo al efecto invernadero, siendo actualmente el responsable del 5% del calentamiento global y pudiendo llegar hasta valores del 10% en el futuro cercano.
Las emisiones de N2O se ven muy influenciadas por la humedad, temperatura, contenido de carbono, nitrógeno del suelo y tipo de fertilizante. En general, se producen menos emisiones de N2O cuando el contenido de materia orgánica es menor, por ello, la aplicación de compostas y otros biofertilizantes favorecen la emisión de este gas invernadero.
Además, el nitrógeno aplicado el suelo a través de fertilizantes salinos tiene un índice de asimilación muy bajo por las plantas. Del total de fertilizante que se aplica al suelo, dependiendo del manejo y del tipo de fertilizante aplicado, más del 50% (hasta el 80%) es perdido por la lixiviación.
El nitrógeno se pierde también por la volatilización de los gases que se producen en el suelo, amonio, óxido nítrico y óxido nitroso.
Por otro lado, los fertilizantes orgánicos pueden provocar impactos ambientales negativos si no existe un control en el almacenamiento, el transporte o la aplicación, debido a la emisión de gases contaminantes hacia la atmósfera, y la acumulación de metales pesados en el suelo y en los cuerpos hídricos superficiales.
Es importante que los productores agrícolas se aseguren de que el tipo, la cantidad y el tiempo de aplicación del nitrógeno no resultara en una pérdida significante por desnitrificación, volatilización o lixiviación. Una buena estructura en el suelo mejora la eficacia en el uso del nitrógeno y reduce las pérdidas de N2O. Optimizar la eficiencia de nitrógeno es la clave para mantener y hasta incrementar la productividad y las ganancias del campo.
El manejo inadecuado de los agroecosistemas con fines de uso agrícola, ha originado en mayor o menor medida cambios y deterioro de las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo, con el consiguiente efecto de disminución sobre la productividad y la producción en general. Por lo anterior, resulta crítico contar con prácticas de agricultura sostenible que, además de reducir el impacto de la agricultura en el medio ambiente, mejoren el rendimiento de los cultivos.
La fuente de fertilizantes y el manejo del cultivo pueden afectar las emisiones de N2O.
Los fertilizantes de liberación controlada y estabilizados son productos que minimizan el potencial de pérdidas de nutrientes al ambiente, cuando se comparan con los fertilizantes salinos convencionales. Los fertilizantes que no se evaporan ni se lixivian deben ser preferentemente utilizados. Sus beneficios para reducir las emisiones de N2O son una alternativa a corto plazo para disminuir el daño ecológico generado por la actividad agrícola.
En este sentido, la nutrición vegetal basada en el uso de coloides amfífilos enantiomórficos permite trasladar los nutrientes desde el medio externo que sustenta la planta (suelo u otro sustrato), y transportarlos de forma precisa hasta el nivel intracelular de las células de los tejidos y órganos donde la planta los requiera.
Con base a ello, se pueden suministrar nutrientes en la forma y cantidades necesarias para acelerar o desacelerar procesos vegetativos o productivos, ya que la tecnología basa en coloides amfífilos posibilita aplicar nutrientes miles de veces más pequeños que las partículas de fertilizantes químicos, lo que convierte a los nutrientes aplicados en ultra-asimilables, y que además no generan efectos adversos al suelo, reduciendo así el deterioro del terreno agrícola.
La tecnología de los coloides amfífilos eficientizan el suministro de nutrientes a las plantas, disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero y pérdidas por lixiviación, al volver los micro y macro nutrientes en sustancias ultra-asimilables, lo cual permite aplicar sólo la cantidad de fertilizante que la planta requiere.
Esta tecnología para la nutrición vegetal es totalmente amigable con el medio ambiente, debido a que utilizan las cantidades adecuadas de nutrientes en función de la actividad metabólica de las plantas. Esto proporciona un 100% de integración asimilativa de los nutrientes al tejido vivo, tanto vegetativo como generativo. En contraste con los métodos de fertilización salina u orgánica.
Fuente: www.hortalizas.com
Foto de portada: www.valleybolivia.com
A continuación, exploraremos qué es el control biológico, cómo se aplica y algunos ejemplos destacados en diversos cultivos.
Los expertos ponen a disposición de los agricultores bacterias contra el cambio climático que luchan contra patógenos, al mismo tiempo que protegen contra el calor.
El bokashi es una técnica de abono japonés que se ha desarrollado en los últimos 40 años que es considerada "milagrosa". Lee este artículo para aprender más al respecto.