SNA y Reforma Laboral en el agro: “Si una cosecha, una fumigación o una ordeña, no se realizan en el tiempo oportuno, los efectos pueden ser devastadores e irreparables”
Junto con valorar el ambiente de diálogo, respeto y reflexión, el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), Patricio Crespo, quien esta mañana expuso la postura del gremio frente a la iniciativa de Reforma Laboral ante la Comisión de Trabajo del Senado, en el Ex Congreso Nacional, indicó que “en la agricultura no existen servicios mínimos o mejor dicho, todos son servicios mínimos e indispensables. Por ejemplo, la labor de riego puede considerarse un servicio mínimo, pero no basta sólo con el riego; si una cosecha, una aplicación, una fumigación, o un raleo, o bien una ordeña, no se realizan en el tiempo oportuno, los efectos pueden ser devastadores e irreparables”.
Crespo aseguró que el actual proyecto tiene escasas normas que puedan implementarse en la agricultura, por lo que señaló que “Creemos firmemente, que se requiere un estatuto especial para todos los trabajadores agrícolas, que comprenda las especificidades del campo y su dependencia a las leyes de la naturaleza”.
El dirigente gremial analizó detalladamente el impacto que tendrán en la agricultura algunas de las modificaciones planteadas en el actual proyecto como el fin del reemplazo en huelga. Sobre este punto explicó que “por la estacionalidad de la actividad productiva y por lo perecible de los productos que se obtienen, la oportunidad de una huelga puede hacer quebrar a una empresa, ya que a diferencia de otros rubros, aquí se puede perder el trabajo de todo un año, que por un problema de oportunidad y ciclo de vida, no se puede recuperar después de una huelga. El reemplazo de trabajadores en huelga debiera subsistir, porque en ciertos casos puede ser la única vía para evitar un posible cierre, que afecte finalmente tanto la fuente laboral como productiva”.
Por ello, Patricio Crespo planteó que “para el sector agrícola, debe considerarse la prohibición expresa de la huelga durante los períodos críticos propios del rubro, en especial de las cosechas y que se mantenga la norma en que el empleador puede fijar períodos como no aptos para iniciar negociaciones. Igualmente, debe considerarse el reemplazo de los trabajadores en huelga, al menos por trabajadores internos de la explotación agrícola”.
Añadió un aspecto no abordado hasta ahora en la discusión, relacionado con los efectos negativos que puede generar el no reemplazo en huelga en caso de empresas del agro que trabajan con animales. “En el caso de otros sistemas productivos, que interactúan con seres vivos, el no reemplazo puede generar graves efectos sanitarios, de bienestar animal, medioambientales, legales y de viabilidad de la empresa”, dijo.
Respecto de la extensión de la negociación colectiva a los trabajadores de temporada, Crespo solicitó que se excluya al sector agrícola de estas normas para que se aborden en un proyecto distinto, que regule las relaciones laborales en el agro. “La realidad de las faenas agrícolas de temporada hace que las negociaciones colectivas que regula el proyecto sean impracticables, toda vez que no se condicen con los ritmos de la actividad ni con su dependencia de las leyes de la naturaleza (…) La ley es poco clara, toda vez que lleva a concluir que en nuestro sector agrícola podríamos tener negociaciones colectivas varias veces durante el año, al inicio de cada faena de temporada (cosecha, poda, raleo, etc.), lo que es discriminatorio y contrasta con los períodos en que se puede negociar colectivamente en el resto de los sectores económicos”, señaló.
Respecto de la titularidad sindical, el presidente de la SNA señaló que “Si bien defendemos el derecho a negociar de los trabajadores, creemos que debieran coexistir ambas facultades de los trabajadores, ya sea de negociar a través de sindicatos o bien de grupos negociadores. Tampoco estamos de acuerdo en que se establezcan desincentivos para la formación de grupos negociadores. Por ello, creemos que es una mala medida el que se elimine la figura del delegado del personal o que no puedan negociar pactos sobre condiciones de trabajo”.
Asimismo, la SNA rechazó la prohibición de extender beneficios a trabajadores que no negocian. “Creemos que los incentivos para afiliarse a un sindicato deben ir en otro sentido, sin pasar a llevar las libertades de las personas, ya que de otro modo si bien se puede lograr una mayor participación sindical, esto se daría solo de manera artificial y propia de un régimen que no respete a las libertades individuales ni la autonomía de la voluntad”, enfatizó Crespo.
El gremio expresó su oposición a la negociación a través de sindicatos interempresas, argumentando que las realidades productivas de cada predio y empresa son distintas, surgiendo el riesgo de que desaparezcan las pequeñas o medianas, algo especialmente preocupante para el sector agrícola donde el 90% de las firmas son pymes.
La SNA también manifestó su discrepancia con la idea de establecer un piso mínimo de negociación, explicando que la ley debe considerar los ciclos de rentabilidad que puede vivir una empresa y que en el caso de la agricultura, puede estar determinado por factores climáticos como la sequía, las heladas, las pestes, entre otros.
Finalmente, Patricio Crespo destacó la armonía con que se han desarrollado las relaciones laborales en el campo, en los últimos años, acorde con la orientación productiva que ha tenido el país y que ha determinado el aumento en un 50% de las remuneraciones de los trabajadores no calificados en los últimos 6 años. Por este motivo, advirtió que “la imposición de normas rígidas, desequilibrantes de esa buena armonía, no podrían tener aceptación en nuestro sector y es nuestro deber representar nuestras preocupaciones que abarcan tanto a los productores como a los trabajadores agrícolas”.
Fuente: SAN