Juan Sutil: "Es obligación de uno volver a construir"
"Estaba en el campo, en mi casa en Catapilco, V Región, durmiendo. Me desperté con el terremoto. En ese momento, jamás dimensionamos la magnitud de lo que podía ser. A la mañana siguiente, mediante la radio, me di cuenta que este terremoto había sido grande y que había traído daños tremendos. En ese momento empezamos a tomar contacto con la familia. Tras constatar que no había heridos ni daños, mi reacción fue venirme en auto a Santiago. Me vine a la hora de almuerzo por Valparaíso.
Al llegar a mi casa, empecé a contactar, primero, a cada uno de los gerentes de la compañía, que las familias estuvieran bien. Esa misma tarde coordiné para el domingo, en cada una de las plantas de Coagra, una reunión en la que estuviera el gerente o el jefe de cada planta para dimensionar la magnitud de los daños. Uno tiene mucha responsabilidad, pues nosotros acopiamos trigo y maíz que son de nuestros clientes: yo tenía que tener claro el lunes a las 8 de la mañana qué decirles.
El domingo a las 7 de la mañana salí a sobrevolar el sur en mi helicóptero, piloteando yo mismo. Conmigo iban mi socio en Coagra, Pepe Larraín, y dos pilotos adicionales. Fuimos a cada una de las plantas de Coagra. Había una sensación de bastante desolación y lo que pensé fue bueno, esto es lo que es, no hay más y, por lo tanto, hay que ponerse a trabajar y recuperar producción. Hicimos una visita a la planta de San Francisco de Mostazal, donde teníamos 12 silos en el piso con grano, con trigo que era de un cliente nuestro: Lucchetti. Después fuimos a la planta de Rosario -que está al lado del Juan y Medio- donde se habían caído unos silos de prelimpia. De ahí, volé a la viña donde se veía lo más desolador. Cuando entras a una bodega donde tienes 300.000 botellas que están listas para ir al mercado y las ves destruidas en un 80% y te quedan los puros vidrios y la presión hace que se caiga una pared de la bodega... es bien triste. Perdimos todo el vino que sólo faltaba etiquetar. Estar ahí me permitió recorrer muchas bodegas de vino. Me tocó ver potreros, donde uno veía viñas verdes y el suelo rojo, color vino tinto. La bodega de Santa Rita en Palmilla era impresionante. Uno veía la bodega y no se veían muchos daños. Uno veía los potreros y eran color vino tinto.
Seguí hasta Chillán, donde vi las plantas de Vitra y de Molinera Aconcagua colapsadas y una planta nuestra. Luego regresé en el helicóptero hacia la viña, volando muy bajo. Vi la magnitud de los daños de las ciudades y pueblos. Volví en auto, lo que me permitió entrar a Santa Cruz, a San Fernando, ver la magnitud terrestre, el daño patrimonial. La pérdida histórica del país es total. En Colchagua no tienen ni una casa de adobe en pie. Al final del día, esto igual no tiene mucha trascendencia. Lo puedes haber perdido todo desde el punto de vista material, pero lo puedes recuperar. Cuando uno mira en la televisión a una familia modesta en Constitución que con mucho esfuerzo construyó su casa y llegó una ola y la destruyó, y, además, perdieron un familiar, la verdad es que uno no ha perdido nada. Esa es la realidad. Uno como agricultor está acostumbrado a la adversidad. Cuando era chico, la agricultura se destruyó con la Reforma Agraria, con la Unidad Popular y se volvió a reconstruir. Este país posteriormente se volvió a construir económicamente y se destruyó del punto de vista humano. Luego se volvió a construir con la democracia. Es obligación de uno volver a construir".
Fuente: La Tercera