Alejandro Pannunzio: "Necesitamos políticas que no vayan en contra del sector. Y si son a favor, mucho mejor"
Alejandro Pannunzio es el presidente de la Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia (APAMA) y del Comité Argentino de Arándanos (ABC) habló a Revista InterNOS sobre los principales obstáculos que presenta la actividad, el panorama respecto a los competidores del hemisferio sur y las limitaciones del mercado interno como alternativa real para la rentabilidad de los fruticultores
-¿Cómo fue la performance argentina en la exportación de arándanos esta campaña?
Las exportaciones fueron de 8.500 toneladas de fruta fresca. En 2020 habían sido 10.500 toneladas. Osea que se verifica nuevamente un decrecimiento de volumen en los envíos. En algún momento Argentina supo estar cerca de las 20.000 toneladas.
-¿Y qué pasó?
El gran condicionante son las restricciones internas fruto de las políticas hacia el sector. Por cada dólar que nosotros ingresamos al país, la mitad queda en el Banco Central. También hubo un aumento muy importante del valor de los insumos en dólares. Por otro lado, la inflación fue del 50% y el dólar oficial aumentó el 22%. Sumemos el reintegro de IVA, que se devuelve al cabo de un año y con su valor en pesos, por lo que recuperamos menos del 40% de ese impuesto mientras que en otros países competidores se devuelve entre una semana y 15 días de realizada la exportación. Todos esos números hacen que haber sobrevivido a la campaña sea literalmente un milagro.
Esa falta de competitividad choca contra el buen momento que viven otros países exportadores de la región, como Chile y Perú.
Sí. Otra limitante que tenemos es que no podemos ir a China porque tenemos el 15% de arancel. Perú y Chile tienen cero. Entonces, si aparte de recibir la mitad del valor del dólar, en algunos países de consumo masivo como China tenemos que pagar ese arancel, es muy difícil competir. Por eso terminada la campaña se agranda la lista de productores que dejan la actividad. No la pueden sostener más.
-Entonces, en términos productivos, ¿los volúmenes de cosecha se mantuvieron similares a años anteriores y lo que cayó fue la exportación?
También hubo menor volumen porque la superficie fue menor. Todos los años viene decreciendo.
-En otros rubros frutícolas, ya sea para la importación (caso banana) o en la exportación (caso cereza) aparecieron problemas por la falta de contenedores para envíos por barco. En el caso de los arándanos se hacen envíos tanto vía marítima como por avión. ¿Cómo fue la logística de esta campaña?
Fue complicada. Hubo embarques que no pudimos hacer por falta de espacio en los aviones, debido a que por la pandemia hay menos vuelos. Y en los envíos marítimos hubo retrasos que en algunos casos significaron pérdidas para los productores. Esta es una fruta muy perecedera. Debido al menor flujo comercial de Argentina respecto a otros países hay menos contenedores disponibles para que podamos subirnos a esos barcos. Por eso tenemos que salir por Chile con nuestra fruta. Aunque es más caro.
-Cómo es eso?
En vez de hacer 400 kilómetros desde Concordia y cargar en el puerto de Buenos Aires, tenemos que ir hasta Santa Fe, luego a Río Cuarto, Mendoza, cruzar la cordillera y llegar a Chile para recién ahí subir a un barco. En tiempo total, sumando el tránsito marítimo más el camión hasta el puerto chileno, es más corto ir por Chile que por Buenos Aires. Pero es más costoso y eso también nos quita competitividad. El envío marítimo que nos tendría que costar 5 o 6 mil dólares, por toda esa vuelta nos cuesta 14 mil dólares.
-Desde hace algunos años vienen haciendo un fuerte trabajo para cambiar la logística y enviar cada vez más fruta por barco, debido a sus menores costos. Al margen de las complicaciones que mencionabas, ¿han avanzado en esa transición?
Sí. Comparado con años anteriores, nuestra participación en los envíos marítimos siguió creciendo. Mirá, nosotros tenemos destinos lejanos como Israel o los países del Sudeste Asiático a los que no llegamos por barco, entonces vamos por aire. Pero nuestros dos mercados principales son Europa y Estados Unidos; por una cuestión de costos hay que abastecerlos sí o sí por barco, el flete aéreo termina comiéndose la rentabilidad. La logística aérea es más cara en general. Ezeiza es caro. Te digo más: parecería que la fruta hacia Estados Unidos nunca más va a pagar el costo de un envío aéreo. O va por mar o no es rentable, independientemente de algún envio en una semana en particular o de un envío puntual. El precio de la fruta bajó mucho a nivel mundial.
-¿Preocupa el crecimiento de Perú y Chile en el sector? ¿O ya está asimilado el hecho de que Argentina corre, cómoda, desde atrás?
En algunas estadísticas globales la oferta argentina cuesta encontrarla, para decirlo de alguna manera agradable para nosotros. Para darte una idea: Perú exportó 200 millones de kilos, Argentina 8. Hace 7 u 8 años, Argentina exportaba 20 millones y Perú no existía. Tiempo atrás Sudáfrica no existía y hoy exporta 30 millones de kilos. Chile exporta 140 millones de kilos. Nuestra fruta no mueve la aguja en el mercado en ninguna semana del año, desde hace años.
-Personalmente, ¿crees que Argentina puede volver al primer plano o recuperar protagonismo en algún momento?
Sí, pero necesitamos un convenio colectivo de trabajo acorde, acortar la devolución del IVA, tener una cuenta única tributaria que compense créditos y débitos de impuestos nacionales, resolver la problemática cambiaria para facilitar la compra de insumos. Hay muchas restricciones a resolver. En Argentina hay agroquímicos que no se pueden utilizar y en países competidores sí, por ejemplo. Pero el potencial está. Argentina tiene la capacidad agroclimática para hacerlo. ¡Tenemos agua en cantidad y calidad! México es otro jugador importantísimo que creció enormemente y nos desplazó del mercado de Estados Unidos. En el último congreso que organizamos en Apama, un colega mexicano nos decía que en algunas zonas de su país ya no podían expandirse por falta de agua. ¡Y nosotros tenemos unos recursos hídricos fenomenales de agua dulce! Pero necesitamos políticas que no vayan en contra del sector. Que sean neutras. Y si son a favor, mucho mejor.
Fuente de la fotografía principial: APAMA