La pitahaya es una especie de cactus originaria de las regiones de Norte, Sur y Centroamérica. Esta planta está clasificada dentro de la familia Cactaceae, subfamilia Cactoideae, tribu Hylocereae. Dentro de la tribu Hylocereae se encuentran dos géneros: Hylocereus y Selenicereus.
Las plantas del género Hylocereus se caracterizan por sus tallos elongados con tres aristas (Nerd y Mizrahi 1997). Son plantas que utilizan árboles o rocas como soporte por lo que se consideran epífitas o hemiepífitas1 . Se han descrito al menos 18 especies de Hylocereus spp. No obstante, en la naturaleza también hay gran variedad de plantas híbridas que surgen como resultado de polinizaciones cruzadas (alógamas) (Anderson 2001).
En nuestro país existen diferentes especies de Hylocereus. La especie Hylocereus costaricensis se caracteriza por sus cladodios2 robustos y vigorosos de hasta 10 cm de ancho. Tiene un fruto tipo baya con forma ovoide y de un diámetro de entre 10-15 cm y un peso que va desde los 200 a los 600 g. Su pulpa tiene un color rojizo-morado característico y con numerosas semillas negras.
Este fruto es particularmente apetecido por su textura y su buen sabor (Le Bellec y Vaillant 2011). Sus flores son verdes con el borde purpúreo, tienen una longitud aproximada de 30 cm y están cubiertas con numerosas escamas. Tienen tépalos3 externos blancos con un ápice de color rojizo (Rivas Rossi 1998).
Dentro de las variedades del género Hylocereus que son comúnmente cultivadas en nuestro país están las conocidas como “San Ignacio”, “Lisa”, “Orejona”, “Rosa” , “Nacional” (Esquivel et al. 2007a) y “Cebra” (Viñas et al. 2012). Todas estas presentan frutos con cáscara y pulpa de color rojo con variaciones en la forma y tamaño de sus frutos (Vaillant et al. 2005, Esquivel et al. 2007b).
La temperatura de crecimiento óptimo para Hylocereus spp. es entre los 20 y los 30 °C. Se ha encontrado que temperaturas en el rango de los 30 a 40 °C pueden afectar negativamente a la planta (Nerd et al. 2002, Mizrahi y Nerd 1999).
Las plantas hemiepífitas como las Hylocereus spp. usualmente crecen mejor en condiciones de sombra parcial, la cual puede ser dada por la sombra de árboles en la misma plantación (Le Bellec y Vaillant 2011). Se ha descrito un efecto inhibitorio de altos niveles de radiación solar sobre el intercambio de gases, el crecimiento y la floración, lo que resulta en frutos más pequeños y de menor calidad (Nerd et al. 2002, Raveh et al. 1998).
Estas condiciones podrían llevar al blanqueamiento de los tallos por la degradación de la clorofila4 (Chang et al. 2016).
Experiencias en otros países reportan que el uso de mallas de sombra que proveen entre un 30 a un 50% de sombra pueden reducir la temperatura del cultivo y la incidencia de radiación solar, lo que disminuye considerablemente las quemaduras de sol en las plantas (Chang et al. 2016, Raveh et al. 1998). Sin embargo, el exceso de sombra puede afectar su crecimiento con la etiolación5 de la planta resultando en tallos delgados y alargados.
Además de afectar severamente la floración lo que implica una baja productividad (Merten 2003). El uso de sombra podría variar de la zona donde se cultive. En Costa Rica, durante la época lluviosa en distintas regiones, existe un mayor nivel de nubosidad, lo que disminuye la incidencia de la radiación.
En las plantaciones comerciales de Costa Rica, por lo general, no se suelen utilizar mallas de sombra o bien, se aprovecha la sombra brindada por postes vivos cuando se estos se utilizan como tutores. A nivel nacional no existen datos que demuestren si el uso de sombra beneficia la producción.
Se considera pertinente realizar las pruebas necesarias para justificar el uso de estas.
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