En este post vamos a entrar de lleno en uno de los árboles caducos ornamentales más famosos por varias razones estéticas que lo diferencian de muchos otros árboles y especies de jardinería. El ciruelo rojo. La primera razón es la coloración de su follaje (púrpura), la segunda su floración, la tercera su porte no demasiado alto y la cuarta, su rusticidad. Todo ello hace que sea uno de los árboles en combinación con otros de follaje verde más utilizados en jardinería.
El género Prunus es relativamente amplio. Consta de 254 especies reconocidas actualmente. Hay muchos taxones pero son sinónimos o todavía no están resueltos según el portal theplantlist. Además, este género es muy conocido por los que nos dedicamos a la agricultura y por casi cualquier amante de los frutales y la jardinería.
Frutas tan abundantes y típicas como el melocotón (Prunus persica), el nectarino (Prunus persica var. nucipersica), el ciruelo, el almendro (Prunus dulcis), el cerezo (Prunus avium) o el albaricoquero (Prunus armeniaca) pertenecen todos a este género. En general se los conoce vulgarmente como «frutales de hueso». Todos ellos son llamados prunos aludiendo al género taxonómico.
Además de los puramente frutales, también tenemos cientos de ellos ornamentales y entre ellos, el que nos toca hoy, el Prunus cerasifera o ciruelo rojo, o ciruelo ornamental. Este pruno ornamental es omnipresente en muchas ciudades de Europa por su gran contraste con otros ornamentales de hoja caduca.
Hoy en día, el género Prunus está distribuido por todo el planeta aunque tuviera su origen en Europa del Este y China. Occidente lo trajo hasta Europa y lo llevó a América.
Todos tenemos claro que el verde es el color de la clorofila. Y todos tenemos claro que la clorofila es la encargada, en mayor medida, de hacer la fotosíntesis y transformar el CO2 en compuestos hidrocarbonados expulsando como residuo O2.
Entonces, deberíamos inferir que un árbol de hojas permanentemente moradas, púrpuras o rojas, es incapaz de hacer la fotosíntesis porque si no hay verde, no hay clorofila. Esto no es del todo cierto. Hablemos de pigmentos vegetales.
No solo de clorofila vive la flora. Existen otros pigmentos que también tienen su razón de ser en la absorción de radiación en otras longitudes de onda. Digamos que después de millones de años de evolución, las plantas han sabido aprovechar radiación solar, además de con la clorofila, con otros pigmentos como los carotenos (rojizos, amoratados, naranjas…) o las xantofilas (tirando a amarillos).
De hecho, cuando un árbol de hoja caduca pierde su color verde en otoño, lo que está haciendo es reabsorber pigmentos con el fin de prepararse para el letargo invernal y no desperdiciar energía. El primero que reabsorbe es la clorofila, dejando a la luz otros como los carotenos.
En el caso del ciruelo rojo del que hablamos hoy, no es que no tenga clorofila, por supuesto que la tiene. Solo que la abundancia de los otros pigmentos enmascaran el color verde de la afamada molécula fotosintética.
La denominación pissardii no es más que un cultivar o una variedad más del ciruelo rojo ornamental. Hay más variedades muy similares como «artropurpurea» «orientalis».
Es un árbol de porte medio que suele alcanzar no más de 4 o 5 metros con una copa equilibrada y relativamente extensa en proporción con su altura. Es de tronco fino de color marrón oscuro y su follaje rojo púrpuráceo genera un contraste ornamental con el resto de especies de tonos verdes muy apreciado en composiciones arbóreas de jardinería.
La floración es su fuerte. De las primeras floraciones de los árboles ornamentales a comienzos de la primavera e incluso en inviernos muy tardíos que hayan tenido temperaturas relativamente altas para la estación. La floración es absurdamente abundante, de color rosa, con una textura visual en conjunto algodonosa, que rezuma vida y realmente evoca la ansiada primavera, después del duro, gris y frío invierno.
Si. Absolutamente. No son grandes (del tamaño de una cereza o picota o algo más), no son dulces ya que no se ha seleccionado esta especie por su fruto si no por su característica estética, pero son comestibles. Si se dejan sobremadurar e incluso pasificar ligeramente, pueden perder la acidez excesiva y pueden resultar un aperitivo muy sano.
También son muy adecuadas para realizar confituras y mermeladas precisamente por el contraste del toque ácido con el azúcar.
Es un árbol caducifolio bastante rústico consiguiente soportar bien los fríos invernales en su letargo habitual. Soporta hasta -15 -20ºC de forma persistente durante varios días de invierno.
Al ser ornamental, aunque la flor sea muy temprana, no sufriremos con heladas tardías que impidan el cuajado del fruto ya que lo que nos interesa de este árbol es su carácter decorativo.
No es un árbol que deba estar en lugares de sombra aunque puede sobrevivir sin problema. Necesita plena iluminación para desarrollarse de forma óptima. No importa mucho la orientación siempre y cuando no ocultemos la cara sur o sur-este (muro, casa, tapia…) demasiado para asegurar una buena floración y un color de hoja más intenso. De hecho, en lugares muy sombríos, por la falta de luz, las hojas podrían tornarse verdes como mecanismo de captación radiación para compensar la falta de luz.
La plena exposición solar es necesaria para una floración exuberante.
Otro factor importante para conseguir una floración espectacular son las horas frío durante el letargo invernal. Esto se conoce como vernalización y ya hemos hablado de ella en Agromática. Una acumulación mínima de horas-frío durante el invierno es necesaria para estimular una buena floración.
No es un cultivo demasiado exigente con el suelo Características equilibradas como en la mayoría de caducifolios. Suelo tirando a neutro (aunque puede soportar ligera acidez y basicidad), con buena estructura, francos o franco-arcilloso, húmedos, con capacidad de retención de agua, aireados y ricos en materia orgánica.
No es necesario un abonado específico que favorezca la floración. Con mantener un suelo nutrido en materia orgánica añadiendo compost a la tierra cada 2-3 años será más que suficiente para un desarrollo óptimo.
Tiene cierta tolerancia a la sequía aunque no debemos descuidar los riegos sobre todo en periodos estivales, donde el calor aprieta, y la evapotranspiración del árbol es elevada.
Es uno de los componentes junto a su rusticidad que hace de este ornamental uno de los más famosos. Al ser de porte bajo-medio, con una copa equilibrada de forma natural no es necesaria más que una poda de mantenimiento en función de la forma de copa que necesitemos, sin llegar a niveles muy extremos de forma. No es un arbusto para topiaria por ejemplo.
Un poda adecuada no solo no perjudica sino que favorece la floración.
Es muy sencilla su reproducción por esqueje utilizando como apoyo hormonas de enraizamiento, un sustrato ligero con mucha materia orgánica disponible, húmedo y una ubicación soleada, indirecta y protegido del frío.
Es un árbol autopolinizante así que no habrá problema de cuajado de fruto si te interesa este aspecto.
Es poco probable con un buen cuidado que aparezcan enfermedades. Si aparecen serán criptogámicas (hongos) por exceso de riego o humedad. Puede ser sensible a pulgón y eventualmente a la cochinilla.
Métodos de control de plagas basados en compuestos aromáticos naturales que atraen o repelen a los insectos (Ecología Química).
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