La OMC avisa de una ralentización del comercio global
De acuerdo con El País, una crisis geopolítica recién llegada y otra sanitaria que se resiste a desaparecer mantienen en jaque al comercio global. La Organización Mundial del dijo que la guerra en Ucrania y los confinamientos en China como grandes amenazas para los intercambios.
Sus consecuencias ya se dejan notar en las previsiones de la entidad para este año. Si antes auguraba un crecimiento del comercio de mercancías del 4,7% para 2022, ahora ese porcentaje cae al 3%. Y con un gran asterisco que planea sobre las previsiones: si el conflicto se enquista o se intensifica, el recorte podría quedarse corto. Para 2023, el dato mejoraría ligeramente hasta el 3,4%. Ambos quedan muy lejos del 9,8% de aumento del volumen de mercancías en 2021, un año atípico por compararse con el ejercicio pandémico y por recoger el fuerte aumento de la demanda derivado del ahorro embalsado en los hogares.
Pese a que en Occidente todas las miradas están centradas en el choque con Rusia, la entidad no olvida otro factor potencialmente explosivo para el comercio. Casi 200 millones de personas permanecen bajo algún tipo de confinamiento en China, entre ellas los 26 millones de habitantes de Shanghái, debido a la estricta política de covid cero desplegada por Pekín. Sus efectos, según la OMC, “están perturbando de nuevo el comercio marítimo en un momento en que las presiones de la cadena de suministro parecían estar atenuándose”. Y eso, advierte, podría dar lugar a una nueva escasez de insumos manufactureros y a una mayor inflación. Los puertos chinos experimentaron el mayor descenso de tráfico en marzo, pero los europeos también registraron una disminución sustancial, algo que la organización sospecha que podría reflejar los trastornos generados en los primeros compases de la guerra.
Como ya han comprobado empresarios, autónomos, conductores, clientes de supermercado y en general, la práctica totalidad de los hogares, la repercusión más inmediata de la invasión rusa de Ucrania ha sido “un acusado incremento de los precios de los productos básicos”. La OMC recuerda que si bien Rusia y Ucrania suponen un porcentaje pequeño del comercio y la producción globales, son proveedores clave de mercancías esenciales, como alimentos, energía y abonos, cuyo suministro se ve actualmente amenazado por la guerra. “Los envíos de cereales a través de puertos del mar Negro ya se han interrumpido, lo que podría tener consecuencias nefastas para la seguridad alimentaria de los países pobres”, comentó.
La directora general del organismo, Ngozi Okonjo-Iweala, dijo en ese argumento. Cree que los países de bajos ingresos están especialmente expuestos debido a que en ellos los alimentos representan buena parte del gasto de los hogares. “Como resultado de la reducción de los suministros de alimentos y de la subida de los precios de los mismos, los pobres del mundo podrían verse obligados a prescindir de ellos”, aseguró.
Obstáculos al comercio
Porque los obstáculos al comercio no solo vienen de la mayor o menor capacidad de mover mercancías de un punto a otro del planeta. También influyen los precios. Según la OMC, el alza del crudo brent en marzo, cuando llegó a rozar los 140 dólares, “podría reducir los ingresos reales y la demanda de importaciones en todo el mundo, en tanto que la subida de los precios del gas natural probablemente tendría una mayor repercusión en Europa”. La conclusión es clara: comerciar será más caro a corto plazo debido a la tormenta perfecta desatada por el cóctel de sanciones, restricciones a la exportación, precios de la energía y perturbaciones del transporte causadas por la covid-19.
En ese entorno plagado de obstáculos, la previsión es que el crecimiento global, íntimamente ligado a la evolución del comercio, también se ralentice. La OMC estima que el PIB avanzará un 2,8% en 2022, frente al 4,1% que preveía hasta ahora. El crecimiento repuntaría hasta alcanzar el 3,2% en 2023, cifra próxima al 3% de ritmo medio al que aumentó entre 2010 y 2019