En un primer golpe de pensamiento, si nos hacemos la pregunta de ¿para qué cultivamos vegetales?, lo primero que se nos viene a la mente es: «para comer». Cultivamos para obtener alimento. Es la causa principal de la transición del ser humano nómada a sedentario. Manejar los ciclos vegetales de aquellas especies que nos eran interesantes para alimentar desde pequeños pueblos hasta grandes imperios. ¿Y qué pasa con las plantas ornamentales? El volumen de negocio actual es abrumador. ¿Qué obtenemos con ellas? Vamos a hablar de ello.
Es sencilla la pregunta. Y más aún su respuesta. Una planta ornamental entra dentro de aquellas especies que cultivamos con el único objetivo de ornamentar, de adornar, de satisfacer otros sentidos que no sean el gusto o el mero hecho de nutrirnos para seguir con nuestras vidas. Alegran la visa, el olfato, el tacto y de forma indirecta el oido. ¿Cómo? Atracción de insectos polinizadores, por ejemplo. Y tenemos miles de ellas.
Además, nos hemos ido preocupando de hibridar especies y variedades para sacarles todos los colores habidos y por haber. En horticultura ornamental, Inglaterra, Francia y Paises Bajos son los pioneros y con más afición al cultivo de plantas ornamentales aunque no podemos desdeñar la afición española que también la hay. Tanto en nuestra sección de plantas ornamentales como en la web de nuestros amigos de ornamentalis.com hay larga literatura sobre cuidados de cientos de especies de plantas ornamentales.
Hay algo inscrito en nuestro ADN que nos empuja a rodearnos de vida vegetal. Aunque si bien, cada vez es más común gente nacida y criada en entornos puramente urbanitas que huyen de cualquier cosa que no sea cristal, acero y hormigón; lo cierto es que nunca nos llegamos a separar de elementos naturales. Una pequeña planta de interior, los suelos de madera, armarios… siempre hay algo vegetal que nos da calidez de una forma u otra. Es algo inherente a nosotros. No podemos escapar de ello.
En cualquier lugar del mundo desarrollado, los planes urbanísticos tienen espacios de zonas verdes establecidos por cada X habitantes o edificios.
Desde los jardines ingleses victorianos, los jardines versallescos franceses, la xerojardinería en zonas áridas, las plantas de interior, cenadores, terrazas, jardines particulares, vallados, muros vegetales, tejados vegetales, o el mismísimo baño de casa. En todos sitios, de una manera u otra buscamos formas orgánicas basadas en plantas. Dependiendo del tipo de entorno y de los gustos, «meteremos» más acción humana o no. Desde un jardín inglés asalvajado hasta un jardín plagado de topiaria (esculturas vegetales). Las plantas ornamentales nos rodean porque nosotros queremos que estén ahí.
Uno no. Varios beneficios y avalados. Enumeremos algunos.
Pasa como con los beneficios del huerto. Algo hay que nos relaja. Los tiempos de crecimiento vegetales son tan pausados que de alguna manera ayudan a mirar el mundo de otra manera. Sabemos que las plantas están vivas, pero a la vez son esculturas de poco movimiento, silenciosas, pero agradables. Varios estudios sacan conclusiones positivas de ambientes «vestidos» con vegetales. Ambientes incluso que no suelen ser placenteros como oficinas de trabajo u hospitales. Según Lohr et al., 1996, un ambiente de oficina con plantas ornamentales bien cuidadas y variadas reducía el estrés y los niveles de ansiedad de los trabajadores.
Otro estudio (Ulrich et al., 1991) también afirmaba que habitaciones de hospital de post operatorios con plantas ornamentales hacían más rápida la recuperación y disminución del dolor (menos aporte de analgésicos). Son afirmaciones muy atrevidas pero, ¿por qué a veces regalamos flores a los convalecientes de una operación? Color, olor, alegría, frescura… son factores que animan y la actitud frente a una recuperación influye.
No todo el mundo tiene espacio para cultivar un huerto, pero todos podemos cultivar plantas ornamentales. Las viviendas propician entornos de temperaturas constantes (18-28ºC) que permiten cultivos de plantas que no se darían en el exterior. Podemos tener Kentias, Pachiras, ver crecer un aguacate… que no crecerían en nuestro entorno exterior.
Tener plantas desarrolla oportunidades de aprendizaje para los niños. Aprenden los ciclos de vida de los vegetales, aprenden distintas especies, inculcamos valores de cuidados (¡si no se alimentan y beben se mueren!), sobre la poda (¡es como cortarles el pelo!), transplante (¡se mudan a una casa más grande!). Hay mil maneras de estimular el gusto por el mundo natural. Los huertos escolares están muy de moda en los últimos tiempos pero son cosas que ya se estudiaban en los años 90.
Las plantas ornamentales, en mayor o menor cuantía pueden favorecer ambientes algo más saludables. Ya hemos hablado en otros artículos de este blog sobre plantas de interior capaces de purificar el aire. El poto es uno de ellos. En aquel artículo mencionamos algún estudio al respecto. Aquí va otro par de estudios que publicó la NASA en 1989. Los podéis consultar en referencias.
Los estudios se hicieron bastante controlados y los resultados que arrojan hay que tomarlos en cuenta tal y como fueran ensayados. Plantas en cámaras selladas, en las que se evaluaba la disminución de varios compuestos típicos de la polución del aire (benzeno, formaldehido, y tricloroetileno) durante una exposición de 24 horas. Los resultados fueron buenos como para demostrar la hipótesis.
Los expertos ponen a disposición de los agricultores bacterias contra el cambio climático que luchan contra patógenos, al mismo tiempo que protegen contra el calor.
Las prácticas respetuosas con el medio ambiente sustituyen a los antimicrobianos en los colmenares de Ghana, trabajando en una una apicultura sostenible.
Kapilar es un sistema de jardín a pequeña escala con un sistema de riego subterráneo autónomo. Su diseño está pensado para maximizar el uso del agua en climas hostiles.