Por Ian Carlo Bottinelli Wolleter – Ingeniero Agrónomo – Especialista en Nutrición Vegetal
El Nitrógeno es el mineral que por excelencia tiene un mayor impacto en el rendimiento y rentabilidad del cultivo. Este elemento puede llegar a ser el culpable de temporadas exitosas o fracasos estrepitosos; en este último caso casi siempre por excesos.
En general, es más común observar exceso de nitrógeno que deficiencias. La cantidad de nitrógeno aplicado puede llegar a afectar la rentabilidad del cultivo de manera muy directa; por exceso de insumo aplicado y por daños colaterales.
El exceso de nitrógeno de manera directa e indirecta provoca: fruta blanda, retraso en la maduración, coloración imperfecta, piel delgada, sensibilidad a ataques de hongos, excesivo sombreamiento, exceso de giberelinas, desarrollo de chupones, disminución de la fertilidad de las yemas, aborto floral, caída de frutos post cuaja, bitterpit, etc.
De aquí es que el uso de fertilizantes nitrogenados de entrega gradual o de liberación gradual sea una herramienta de probada efectividad agronómica en un plan de fertirriego para controlar potenciales sobre dosificaciones en períodos clave del cultivo.
Al aplicar de manera combinada ácidos húmicos con fuentes ureicas y amoniacales se forman compuestos más estables y menos lixiviables. Asimismo, el azufre ejerce un efecto ralentizador de la nitrificación de estas mismas fuentes nitrogenadas en el suelo. Como ejemplo, un programa de fertirriego que combine ácidos húmicos con sulfato de amonio, es una forma “casera” de generar un fertilizante de liberación gradual. Bajo estas condiciones, el nitrógeno se mantiene en la zona radicular hasta por 40 días dependiendo de la temperatura del suelo.
Esta es una estrategia totalmente recomendable a ser utilizada en un cultivo o huerto frutal durante la temporada de desarrollo, permitiendo generar una sinergia de elementos que a la vez nos beneficia evitando elevar excesivamente los niveles de nitrógeno circulando en la savia, manteniendo una fertilización más balanceada y paulatina. No es recomendable para postcosecha, donde se busca en poco tiempo abastecer de elementos que generen reservas en las raíces y madera.
El nitrógeno es el nutriente más importante del sistema metabólico de las plantas, pero en una estrategia ideal debe ser siempre acompañado de azufre y calcio. Azufre como componente esencial de dos aminoácidos clave en el desarrollo (cisteína y metionina) y Calcio como componente estructural de los tejidos vegetales y de la calidad de los frutos. El nitrógeno genera biomasa, pero sin azufre ni calcio no hay calidad productiva.
El uso de urea foliar es otra herramienta muy efectiva a la hora de vigorizar un huerto con de bajo desarrollo, por ejemplo debido a la sequía. Cuando la urea es aplicada foliar ésta promueve la apertura de los estomas pudiendo usarse sola o acompañada con microelementos. La urea además penetra a la planta como una amina (NH2+) la cual es rápidamente convertida a aminoácidos y proteínas. En frutales de hoja caduca la aplicación foliar de urea puede utilizarse para dejar reservas en la planta en aplicaciones de post cosecha.
El molibdeno es un pequeño nutriente que de manera silenciosa afecta la actividad metabólica del nitrógeno, cumpliendo un rol clave en la transformación de nitrato a aminoácidos dentro de la planta. La ausencia en el suelo o en la planta provoca acumulación de nitrato en las hojas y la savia, generando masa vegetativa, pero totalmente expuesta a desordenes fisiológicos o enfermedades.
Asumiendo que el objetivo final de la fertilización nitrogenada es la formación por la planta de aminoácidos (todo esto bajo un proceso energético negativo para la planta), una estrategia interesante para controlar los efectos del excesivo uso de nitrógeno es la de “sustituir” parcialmente las unidades de nitrógeno por litros de aminoácidos libres aplicados foliarmente. Esta estrategia cobra mucho sentido en situaciones de stress térmico, hídrico, termino de fruta, etc. Donde no se quiere o puede fertirrigar y aplicar nitrógeno ni tampoco obligar a la planta a gastar energía en los pasos metabólicos previos.
En post cosecha: Nitrógeno, Fósforo, Potasio y Calcio son los elementos mínimos que deben ser aplicados para construir reservas. Nuevamente, es altamente preferible aplicar formas nitrogenadas de rápida absorción (nitratos), de manera de acelerar la formación de aminoácidos, que en este caso quedarán disponibles esperando abastecer las yemas que exigirán energía y nutrientes la próxima primavera.
El uso de ácidos fúlvicos de forma radicular incrementa la absorción del potasio, ya que generan fulvatos de potasio, un componente mucho más estable en el suelo y asimilable por la planta.
Bajo condiciones de escasez de agua, aplicaciones foliares de potasio van a tener un impacto muy positivo sobre el cultivo (este elemento se trasloca por la corriente transpiratoria de la planta). Una aplicación de 5 kilos por hectárea de sulfato potásico combinado con ácidos fulvicos tendrá un efecto muy importante sobre el metabolismo de la planta, reduciendo además los síntomas del estrés hídrico
El uso de urea foliar es una herramienta poco utilizada, pero muy efectiva a la hora de vigorizar un huerto con de bajo desarrollo de raíces por la sequía. Cuando la urea es aplicada foliar, ésta penetra a la planta como amina la cual es rápidamente convertida a aminoácidos y proteínas. Cuando la urea se aplica al suelo, ésta casi siempre es absorbida como nitratos, y si no hay molibdeno en las hojas, el nitrato se acumula.
Por lo mismo anterior, nunca olvidar considerar el uso de multiminerales, en aplicación foliar.
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