Colombia: tiene mucho potencial frutícola por explotar
Dos expertos mundiales en pasifloras, de Brasil y Colombia, analizaron para LA NACIÓN el estado de este subsector en el país y lo que falta para alcanzar mejores niveles de producción y comercialización.
Ana María Costa, experta brasileña en comercialización y producción de pasifloras, quien recientemente participó en el Congreso Latinoamericano que sobre este tema se realizó en Neiva, no escatimó elogios con Colombia y el Huila por lo que ella considera es un potencial enorme por explotar.
La gran diversidad de frutas y en especial de pasifloras con las que cuenta el país, hacen de él una mina por explotar. Y es que su asombro es normal, aun cuando hace parte del país potencia en el mundo en producción de este subsector frutícola; en Brasil solo dos productos se cultivan en grandes proporciones: el maracuyá y el maracujá, como le denominan. El primero que abastece el mercado local de la industria de jugos que incluso se hace insuficiente y requiere de importación desde Colombia y Ecuador; y el segundo de menor producción pero de muchas propiedades.
A diferencia de nuestro país, donde existen más de ocho variedades diferentes de pasifloras: maracuyá y granadilla las más populares, y curuba, gulupa, cholupa, maracúa, badea, de menor producción.
Industrialización
Sin embargo, el éxito en el vecino país es haber aprovechado las características de la fruta y su potencialidad para el desarrollo de otros productos muy bien comercializados; todo un trabajo arduo de investigación que ahora da sus frutos.
Por ejemplo, la maracujá, además de utilizarse para el consumo interno, es un nutricéutico, es decir que además de buenos componentes alimenticios es propicio para el desarrollo de productos medicinales.
“Las hojas, por ejemplo, la usamos para productos cosméticos gracias a los activos que contiene, propicios para el rejuvenecimiento de la piel; y medicinales para quienes tienen problemas nerviosos y como cosmético”, explicó. Mientras que el maracuyá es utilizado para hacer harina de su cáscara que sirve contra la obesidad y la diabetes y colesterol; mientras que sus semillas “eliminan las arrugas de los ojos”.
Un trabajo en el que el país apenas empieza a dar los primeros pasos y que según Costa, es una tarea pendiente.
“En Colombia la situación es muy diversa. Tiene muchas pasifloras y eso la hace rica y a su gente le gusta producirla y consumirla. Sin embargo se debe conocer más. Investigar. Conocer la biodiversidad. Es importante construir un banco de termoplasma para mantener esa biodiversidad. Veo que ya existen acciones para este objetivo y eso es importante porque genera nuevas variedades. A ello hay que sumarle un trabajo con los productores para llevar este trabajo a los mercados”, agregó.
Situación en Colombia
Situación que en el país explica John Ocampo del CIAT, uno de los más importantes investigadores genéticos de este subsector en Colombia, y que en la actualidad se dedica a la producción de semillas mejoradas de la más alta calidad para su reproducción en el país que genere un mayor aprovechamiento de la fruta.
“El éxito de Brasil está en el apoyo institucional. Acá las pasifloras se ven como frutas de segunda. Ellos han sabido aprovechar su producción, tiene buen consumo e investigación, pero nosotros apenas estamos despertando”, explicó.
Para él, lo más preocupante es que a pesar del potencial, el Gobierno y las entidades e instituciones que deberían ser las dolientes de esta situación, no se preocupan por mejorar la investigación y producción.
“Colombia es centro de origen de especies pasifloras. Tenemos 167 especies, prácticamente en un rango altitudinal entre 1.000 y 2.000 metros. El 70% de esas pasifloras tienen un grado de amenaza. De estas especies Colombia es el país con mayor número de ellas cultivadas: granadilla, maracuyá, badea, curuba, maracua, cholupa, gulupa. Entonces tenemos un potencial grande que no hemos utilizado, falta promoción y apoyo del Gobierno para seguir estos procesos”, agregó.
En tal sentido, dijo que la situación mejorará para el país, una vez el Gobierno deje de ver a este sector de las frutas como de segunda. Una de las formas para lograrlo, según él, es evidenciar el alto potencial laboral que tiene este sector. “Son unos 210 jornales por hectárea al año en los que se emplean personas; y eso multipliquémoslo por las cerca de 6.000 hectáreas cultivadas que existen en el país entre maracuyá, granadilla, gulupa, curuba, que son las más representativas, entonces hay un potencial grande de empleo.
Fuente: La Nación