El nuevo recubrimiento protege a las bacterias fijadoras de nitrógeno del calor y la humedad, lo que podría permitir su uso como fertilizantes sostenibles en la agricultura a gran escala.
La agricultura moderna se enfrenta al desafío de ser sostenible. En este contexto, los fertilizantes químicos convencionales, aunque ampliamente usados, presentan problemas significativos: contaminan los cuerpos de agua y agotan los nutrientes del suelo, además de ser costosos. Frente a esto, un grupo de investigadores liderados por la Asistente Profesora Ariel Furst en el MIT ha desarrollado una solución prometedora.
Algunos agricultores ya están experimentando con bacterias fijadoras de nitrógeno, microorganismos que capturan el nitrógeno atmosférico y lo convierten en amoníaco en el suelo. Este proceso no solo nutre a las plantas, sino que también revitaliza el suelo y fortalece las defensas naturales de las plantas contra insectos dañinos. Sin embargo, estas bacterias son extremadamente sensibles al calor y la humedad, lo que dificulta su transporte y aplicación a gran escala.
El equipo de Furst ha creado una tecnología de recubrimiento que protege a estas bacterias sin afectar su crecimiento o función. Las bacterias recubiertas pueden ser liofilizadas, transportadas y aplicadas en los cultivos en forma de polvo. Este avance representa un gran paso hacia la utilización masiva de estos microorganismos en la agricultura.
Los investigadores desarrollaron 12 redes de metal-fenol (MPN) diferentes, utilizando metales como hierro, manganeso, aluminio y zinc, todos seguros para su uso en alimentos. Estas redes también incluyen compuestos orgánicos llamados fenoles, considerados seguros por la FDA. Las MPN protegen a las bacterias de temperaturas de hasta 50 ºC y humedades relativas de hasta 48%.
El MPN más efectivo combinó manganeso con un polifenol conocido como epigalocatequina galato. Las bacterias Pseudomonas chlororaphis recubiertas con esta fórmula y expuestas a 50 ºC mostraron una mejora del 150% en la tasa de germinación de semillas de plantas como eneldo, maíz, rábanos y bok choy, en comparación con bacterias frescas pero sin recubrir.
Furst, con su empresa emergente Seia Bio, busca comercializar esta tecnología. Su objetivo es hacerla económica y accesible, contribuyendo a democratizar la agricultura regenerativa. Este avance no solo promete reducir la dependencia de fertilizantes químicos, sino también impulsar una agricultura más verde y sostenible.
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