La fruta de papaya (Carica papaya L.) es muy demanda en el mercado nacional e internacional por su alto valor nutritivo con bajas calorías, por ser rica en vitaminas y minerales, y muy beneficiosa para la salud, con buenas propiedades digestivas y grandes aportaciones de otros nutrientes.
Además, se utiliza para la producción de papaína, enzima de amplio uso en las industrias alimentaria y farmacéutica. El papayo probablemente es originario de América Central, cerca del Golfo de México. Actualmente México es el 1er exportador mundial de papayas.
Las condiciones climáticas permiten cultivar papayo en la franja comprendida entre los trópicos y sub trópicos. Crece en climas húmedos y medianamente secos. Cuba presenta un clima ideal para este frutal, aunque no en todas las provincias del país se tienen las mejores condiciones edafoclimáticas para su cultivo; las mayores diferencias que pueden afectarlos se corresponden con los tipos de suelos.
El papayo puede crecer en una amplia variedad de tipos de suelo, aunque se desarrolla mejor en suelos profundos de buen drenaje interno, libre de nematodos y con un contenido de materia orgánica superior al 2 %; no se desarrolla bien en suelos de mal drenaje.
Los mejores suelos son los francos arenosos, con un contenido medio de 4 % a 5 % de materia orgánica, profundos y obviamente con un buen drenaje tanto superficial como interno. Los suelos compactados dificultan el crecimiento de la planta, ya que reducen el volumen del sistema radical, problema que se agrava cuando hay déficit de humedad en el suelo. El pH óptimo se encuentra entre 5,0 – 7,5.
El crecimiento del papayo requiere temperaturas óptimas entre 23 °C y 26 °C durante el día, sin temperaturas bajas durante la noche ni durante el invierno. Las temperaturas deben oscilar entre 17 °C como mínimo y 38 °C como valor máximo.
El cultivo demanda áreas con una pluviometría media de mil 800 mm, bien distribuidas durante todo el año, de lo contrario se requiere restablecer el déficit de humedad mediante el riego.
La humedad relativa óptima para el cultivo del papayo es de 75 % – 80 %; si es muy baja, la transpiración es muy alta y tienden a aumentar las necesidades hídricas. Las condiciones de excesiva humedad entre un rango del 90 % al 95 %, ocasionan alta incidencia de patógenos fungosos.
El papayo necesita muchas horas luz, debido a su gran actividad fotosintética. El desarrollo de plantaciones comerciales con restricciones de luz, provoca plantas etioladas (alargadas) y amarillas, sintomatología que identifica la falta de nutrientes.
En condiciones de sombra, el crecimiento se reduce, con menor área foliar y densidad estomática e incrementos en la longitud de entrenudos y peciolos.
La planta soporta velocidades del viento de baja intensidad, debido a las características morfológicas de un tallo flexible, largos peciolos y pedúnculos de las hojas y de las flores, respectivamente. Además, disminuye la vulnerabilidad de los frutos en crecimiento a la abscisión y que se tornen resecos.
El papayo se adapta a altitudes que van desde 0 m s. n. m. hasta 800 m s. n. m. Por encima de los 1 000 m s. n. m. presenta un desarrollo lento, baja producción y los frutos son insípidos.
La eficiencia de los cultivos, en cuanto a rendimiento y rentabilidad, está estrechamente relacionada con la calidad de las semillas empleadas en la propagación. En el cultivo del papayo, la forma de propagación para la obtención de las plantas (posturas), es un elemento fundamental para lograr buenos resultados. La propagación del papayo puede realizarse de forma asexual o sexual.
El suelo debe ser de textura liviana, con buena retención de humedad, adecuada profundidad, buen drenaje, con pH entre 6,6 a 7,5 y con contenidos de materia orgánica superiores al 2 %.
El diseño de la plantación debe ser parte de la estrategia para lograr altas producciones y el control integrado de las enfermedades virales (principalmente del PRSV o virus de la mancha anular del papayo). Para ello, se deben planificar poblaciones superiores a las dos mil plantas/hectárea, debido a que, en el transcurso de su ciclo, se realizarán selecciones negativas eliminando las plantas con síntomas de enfermedades virales. En la Tabla 1 se muestran los marcos de plantación más empleados.
Los principales macroelementos que demanda el cultivo del papayo son el potasio (K) y el nitrógeno (N), y en segundo orden de importancia se encuentran el calcio (Ca), el fósforo (P), el azufre (S) y el magnesio (Mg). En cuanto a microelementos, los principales son el hierro (Fe), el manganeso (Mn), el zinc (Zn) y el boro (B). Como ejemplo de lo anterior se presentan en la Tabla 3 los valores medios encontrados para un rendimiento medio de 50 mil kilogramos por hectárea de papayas.
El papayo es un cultivo que presenta tres características muy especiales, que lo hacen sumamente exigente cuando se analiza la forma de aplicación del riego. Estas son:
- Sistema radicular relativamente superficial, en comparación con otras especies de frutales. Generalmente el 80 % de sus raíces activas se encuentra en los primeros 20 cm del suelo.
- Desarrollo vegetativo rápido y constante acompañado de floraciones y fructificaciones sucesivas.
- La planta y sus frutos contienen alrededor del 85 % al 90 % de agua. El consumo anual de agua de este cultivo oscila entre 1 200 a 2 000 mm, bien distribuidos y de manera frecuente.
La cantidad de agua, así como el intervalo de aplicación a una plantación difieren en las áreas de siembra; dependen del tipo de suelo, la edad de las plantas y las condiciones climáticas. No obstante, la media de los intervalos de riego oscila entre los 5 y 10 días y las cantidades de agua a aplicar entre los 15 litros y 40 litros de agua por planta.
En el papayo, el drenaje es tan importante como el riego. Esta especie es muy sensible a los excesos de humedad en el suelo, ocasionados por las precipitaciones, el mal manejo del riego o por encharcamientos causados por una deficiente nivelación del terreno. Es un cultivo que no tolera el exceso de humedad en el suelo, aspecto que afecta sensiblemente a la actividad fisiológica de las raíces cuando ocurre por más de 24 horas.
Kapilar es un sistema de jardín a pequeña escala con un sistema de riego subterráneo autónomo. Su diseño está pensado para maximizar el uso del agua en climas hostiles.
Las prácticas respetuosas con el medio ambiente sustituyen a los antimicrobianos en los colmenares de Ghana, trabajando en una una apicultura sostenible.