Convertir los tejados de los invernaderos en plantas para la generación de energía agrovoltaica no es una idea nueva, pero sí una apuesta que va ganando terreno por sus ventajas para la producción de energía limpia y para las propias explotaciones, que reducirían sus costes de producción, serían más sostenibles y podrían incluso contribuir a la optimización del terreno.
Sin embargo, este modelo combinado no acaba de despegar ¿Por qué? Lo responde Jinlin Xue, experto en ingeniería agrícola de la Universidad de Agricultura de Nanjing, en China.
Tras realizar un estudio económico sobre la viabilidad de llevar a la práctica esta idea, el investigador concluye que la alta inversión requerida para la instalación de paneles fotovoltaicos en invernaderos es inasumible para agricultores “e incluso para grandes empresas”.
Que se reduzca el precio de venta de los paneles solares en el mercado “es crucial” para la extensión de este modelo, asegura el experto. Este va más allá, al considerar también la existencia de apoyos públicos para poner en marcha estas instalaciones y el tiempo al año en el que luce el sol como dos factores clave para valorar y rentabilizar la conversión de los tejados de cultivos bajo plástico en espacios para la captación de energía.
Sin embargo, el avance de este modelo podría aportar un beneficio extra a los propietarios de estos sistemas de explotación agrícola al margen del que obtienen de la propia producción bajo plástico.
Asimismo, esta posibilidad contribuiría decisivamente a la reducción de la presión sobre los recursos de suelo disponibles para la instalación de centrales de energía solar, entre otras potenciales ventajas.
De hecho, el país del que parte el estudio, China, no es ajeno a todos estos aspectos. Por ello, el gigante asiático se ha puesto manos a la obra con la intención de alcanzar los 150 MW de potencia instalada en cubiertas de invernaderos en un margen de tres años. Con distintas iniciativas activadas fundamentalmente en Guizhou, al sur del país, China va a apoyar este uso con alrededor de 280 millones de euros de inversión.
La idea, que para ser rentable en costes no debería superar los 15 MW de capacidad instalada por explotación, cobra por tanto fuerza en China. Sin embargo, esta podría ser exportada y extenderse en otros países con trayectoria en cultivos bajo plástico, como España.
Solo en la provincia de Almería los invernaderos ocupan una superficie superior a 30.000 hectáreas que, con la introducción de lo que se conoce como energía agrovoltaica, no solo contendrían los gastos de producción, sino que se convertirían en una inmensa central de captación de energía solar.
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