Los kiwis son frutas deliciosas y nutritivas que podemos disfrutar en diferentes preparaciones, pero ¿sabías que también puedes cultivar tus propios kiwis en casa? Hoy hablaremos de dos métodos sencillos para germinar kiwi y te daremos algunas recomendaciones importantes para el cultivo. ¡Comencemos!
Lo primero que necesitarás son kiwis maduros. Cuanto más maduros estén, mejor, ya que tendrán semillas más desarrolladas. Puedes comprobar si están maduros apretándolos un poco: si están blandos o tienen la piel arrugada, significa que están en el punto ideal.
Si no consigues kiwis maduros, puedes dejarlos unos días a temperatura ambiente para que maduren. En caso de no conseguir frutos maduros, también puedes utilizar los kiwis que tengas disponibles. A continuación, te mostraremos cómo germinar las semillas utilizando dos métodos diferentes.
Para este método, corta rodajas delgadas de kiwi para facilitar la extracción de las semillas. Puedes hacerlo de la manera que te resulte más cómoda, pero te mostraremos cómo lo hicimos nosotros. Después de cortar las rodajas, retira la pulpa de los extremos para quedarte con la parte del kiwi que contiene la mayor cantidad de semillas.
Una vez que hayas terminado con todas las rodajas, utiliza un colador para extraer las semillas. Toma una rodaja de kiwi y presiónala sobre el colador para separar la pulpa de las semillas. De esta forma, obtendrás las semillas fácilmente sin dañarlas. Si prefieres, también puedes utilizar una licuadora, pero ten cuidado de no licuar demasiado para evitar dañar las semillas.
Después de extraer las semillas, lávalas con agua del grifo para eliminar la mayor cantidad de pulpa. Luego, colócalas esparcidas en un plato de papel para que se sequen durante 2 días. Este proceso ayudará a que la pulpa se seque y evita la aparición de hongos en el semillero.
Una vez que las semillas estén secas, es posible que queden restos de pulpa seca. Realiza un segundo lavado con agua del grifo para asegurarte de que estén limpias. Ahora, las semillas estarán listas para ser sembradas.
En este método, utilizaremos un semillero con autorriego, que es un recipiente especial que mantiene la humedad adecuada para germinar las semillas. Utilizaremos las semillas que hemos preparado previamente.
Coloca las semillas esparcidas sobre el sustrato húmedo en el semillero. Asegúrate de que estén distribuidas de manera uniforme. Luego, cubre las semillas con un poco más de sustrato húmedo. A continuación, llena el contenedor inferior del semillero con agua, que mantendrá las semillas húmedas.
Es importante mantener el semillero en un lugar que no reciba luz directa mientras las semillas germinan. También debes revisar periódicamente el nivel de agua para asegurarte de que no se agote. Asegúrate de mantener el semillero en un lugar con una temperatura entre 20 y 30°C para favorecer la germinación.
Una vez que las semillas hayan germinado y las plantas hayan crecido lo suficiente, será necesario trasplantarlas a macetas o al lugar definitivo donde deseas cultivarlas. Te recomendamos utilizar macetas de al menos 20 litros para un desarrollo adecuado de las plantas.
Si decides trasplantar las plantas a su lugar definitivo, recuerda protegerlas de animales como gatos, ardillas o perros que puedan dañarlas mientras son jóvenes y frágiles. Puedes utilizar cercas o protecciones para evitar que las plantas sean dañadas.
Es importante tener en cuenta que las plantas de kiwi cultivadas a partir de semillas pueden tardar al menos tres años en comenzar a dar frutos. Además, el kiwi es una planta dioica, lo que significa que existen plantas que producen flores masculinas y otras que producen flores femeninas. Para obtener frutos, necesitarás tener al menos una planta de cada sexo para que puedan polinizarse entre sí.
El clima óptimo para el desarrollo de las plantas de kiwi es templado, con temperaturas entre 20 y 30°C durante la floración y fructificación. Durante el invierno, las plantas necesitan acumular horas frío, es decir, estar expuestas a temperaturas entre 0 y 7°C, para favorecer una mejor floración en la siguiente temporada.
En cuanto al riego, debes adaptarlo a las condiciones climáticas de tu región y observar regularmente el suelo de tus plantas para determinar si necesitan agua. Recuerda que el riego será mayor en verano que en invierno. Además, es recomendable abonar las plantas con composta, humus de lombriz o soluciones nutritivas para promover su crecimiento saludable.
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