Unión Europea: España, vivir del cultivo de arándanos es rentable y posible en Cantabria
La Fundación Marcelino Botín, dentro del programa Patrimonio y Territorio, contribuye al desarrollo del medio rural, fijar la población e impulsar nuevas alternativas de negocio agrario.
Buscaban un cambio en sus vidas. Querían empezar de nuevo en un sitio alejado del ruido y el caos de la ciudad. En ambos casos, María Jesús, madrileña, con su marido, y Pascal Roca, francés, casado con una mujer italiana, eligieron Cantabria, el Valle de Nansa, para llevar a cabo un sueño que tienen muchas personas pero que casi nadie se atreve a emprender y que es dar un viraje al rumbo de sus vidas de 360 º. Cambiar los coches por las vacas, las discotecas por los largos paseos y el reloj dejarlo dentro de un cajón.
¡Es posible!, pero hay que elegir bien el cultivo idóneo. La Fundación Marcelino Botín a través del programa Patrimonio y Territorio desarrolla acciones para impulsar modelos innovadores y rentables en el campo, para contribuir al desarrollo de los valles medios y altos de la Cuenca del Nansa y Peñarubia. El plan de acción trata de fijar población en la zona y proponer nuevas metodologías para alcanzar un mayor desarrollo económico.
Pequeños frutos
María Jesús Olmos trabajaba en una agencia de viajes en Madrid: «Mi marido y yo llegamos a San Vicente del Monte sin tener ni idea de campo y tuvimos que empaparnos de todo».
Recibieron la estrecha colaboración de la Consejería de Desarrollo Rural, de los agentes locales, del Centro de Investigación e Información Agraria y la ayuda de la Fundación Marcelino Botín. Esta institución organiza diversas jornadas sobre aspectos económicos y de rentabilidad de producciones en el medio agrario, como el cultivo de pequeños frutos del bosque, como la que tuvo lugar la pasada semana, y en el la que María Jesús participó como ponente trasladando su experiencia.
Esta pareja de madrileños optó por el cultivo de arándanos, un fruto que se da en Cantabria de forma silvestre en zonas altas y boscosas al que se le da el nombre de ráspano. «Es una planta dura, que no tiene muchas enfermedades y cuya vida alcanza entre 25 y 30 años».
Licenciada en Filosofía y Letras, María Jesús se ha convertido en una experta en el campo, donde recomienda encarecidamente «la diversificación para tener ingresos de distintas fuentas. Con las lluvias de las pasadas semanas se arruinaron muchísimos cultivos, y sólo se salva el que tienen otros negocios. Por ello, aparte de cultivar arándano, nogal y manzana, mi marido y yo rehabilitamos una cuadra y un pajar para destinarlo a tres apartamentos para turismo rural».
Los pequeños frutos abarcan grosella negra y roja, la frambuesa y el arándano. En Cantabria trabajan un total de 30 productores, que suman unas 40 hectáreas.
Idelfonso Martínez, presidente de la Asociación de los productores de frutos del bosque en Cantabria, hace hincapié en lo importante que es unirse entre ellos para abrir mercados locales: «Bien para la compra de maquinaria y productos, así como para la comercialización de la producción de una manera conjunta. Damos apoyo a nuevos productores mediante el asesoramiento técnico y de gestión de la producción».
Asturias, con 60 hectáreas de cultivo de arándanos, es la segunda comunidad en términos de producción, seguido de cerca por Cantabria. «Sin embargo, -apunta Ildefonso- calculo que alcancemos a los asturianos en el plazo de dos años dado que la demanda sube y el interés aumenta entre los jóvenes y la gente del campo».
La media de consumo en España es baja: tres gramos por persona al año, algo que contrasta con los 12 kilos por persona y año que se consumen en Inglaterra o Alemania.
«El campo es ingrato, dependes de la climatología; en el lado bueno está que contamos con buenos seguros y además, soy mi propio jefe. Las subvenciones son elevadas, aunque tardan en llegar, por lo que siempre hay que adelantar el dinero», explica el presidente de la Asociación, que añade: «Las inversiones iniciales son fuertes y hasta el octavo año no logras la plena producción del fruto, aunque a partir del segundo obtienes beneficios».
«El cultivo de arándano es muy rentable», explica Pascal Roca, quien también participó como ponente de estas jornadas sobre economía agraria. Francés de ascendencia pasiega, Roca, fundó junto a su mujer, Patricia Griego, en el 2008 la empresa Prímula-Alimentación S.L., destinada a la transformación de arándanos en mermeladas de cosechas que compran a agricultores de la zona. «Nuestro producto 'Las Hadas de Mies' es completamente natural. No deja a nadie indiferente y la gente nos aprecia».
Pascal anima a los jóvenes a buscar en el campo nuevas oportunidades de negocio y, llegado el momento de hacerlo, incide en dos aspectos fundamentales para salir adelante: unirse entre todos los pequeños productores para ser más fuertes y evitar intermediarios: «El comprador quiere gran volumen de arándanos, por ejemplo en Alemania; quieren palés. Para poder atender a estos clientes hay que unirse y no ir cada uno por libre. Hay unos yogures que comercializan nuestras mermeladas, de esta forma colaboramos unos con otros».
En cuanto a la venta, explica Roca, «vendemos directamente a tiendas; cuantos menos intermediarios haya mejor». Pascal finalizó aconsejando «implantar alternativas a la ganadería pues una planta puede durar toda la vida. Eso sí, el que venga al campo no puede pensar sólo en cifras, debe valorar la calidad de vida».
Fuente: El Diario Montañes
5.julio.2010 - Portal Fruticola