Las nuevas regiones productivas que generará el cambio climático
Las peores proyecciones de los efectos del calentamiento global, para suerte de los chilenos, están retrasadas en su zona productiva gracias al Océano Pacífico, el que actúa como un “aire acondicionado”. Eso les da ventajas frente a los competidores, incluso en el mismo continente, siempre y cuando, advierten los investigadores, se sepa aprovechar.
Lo que muestra la película “El Día Después de Mañana” es exactamente lo contrario a lo que ya está pasando en materia de cambio climático. Nueva York cubierta de nieve no está en los modelos predictivos de los investigadores y por eso es relevante, señalan ellos mismos, estar bien informados de los efectos que nos tocarán a todos.
La agricultura no es la excepción. Como actividad humana, también es responsable de la emisión de gases de efecto invernadero atribuido al cambio climático y, por otro lado, es una de las más sensibles víctimas ya que su gran variable es precisamente el clima.
Según Fernando Santibáñez, profesor de agroclimatología de la Universidad de Chile y Director del Centro de Agricultura y Medioambiente de esa casa de estudios, el clima chileno -y el de todas las regiones productoras del mundo- se verá afectado.
Los modelos mundiales señalan que en la zona central del país las precipitaciones debieran bajar durante este siglo entre 15 a 25 por ciento y las temperaturas deberían variar entre 2 a 3 grados (tanto las máximas como las mínimas). En las zonas costeras aumentará la nubosidad y la ventosidad de los climas, mientras que la humedad relativa del aire debiera aumentar en 10 por ciento. Cambios que después del 2050 se van a expresar con mayor claridad.
Esto se traduce en inviernos más suaves, indicó el investigador, lo que genera un problema para la fruticultura especialmente de Santiago al norte, ya que probablemente van a haber temperaturas más extremas en verano. “Esto va a apurar la madurez de muchos frutos, deteriorando la calidad”, puntualizó.
Con la temperatura más alta, si las mínimas suben mucho, las plagas tendrían mayores posibilidades de reproducirse, explicó Santibañez. “Por lo tanto, habrá más generaciones de insectos por temporada y más problemas con controles sanitarios”.
Lamentablemente, tal como en las películas de Hollywood, el agua será la pieza clave del desarrollo nacional en el futuro cercano. Con menor pluviometría, la agricultura y la fruticultura en particular, además de la generación de energía, se verán afectadas.
El investigador de la Universidad de Chile continúa enumerando los cambios. Se prevé que casi todas las especies caducas se verán afectadas: reducción de los rendimientos, por la menor disponibilidad de frío invernal y mayores niveles de stress por altas temperaturas en verano. “No me extrañaría que a futuro haya que reemplazar las variedades muy precoces por variedades más tardías de manera de no tener grandes pérdidas por hectárea”, subrayó.
En la zona central (cuenca de Santiago, Maipo hasta Talca) da cuenta de un claro deterioro en la capacidades productivas de por ejemplo, pomáceas y carozos. De la octava región al sur, algunas especies mejoran su desempeño, como es el caso de la vid.
“Todo indica que nuestras condiciones dominantes hoy día en la zona central de Chile, Metropolitana y Quinta Regiones, estarían establecidas para fines de este siglo hacia más bien la Octava Región. Es decir, se van a correr 300 o 400 kilómetros y obviamente eso lleva al desplazamiento de los cultivos, a pesar de todos los esfuerzos que se hagan para se adapten a los sitios donde hoy están establecidos”, afirmó Sergio González, Investigador de INIA La Platina e integrante del Grupo Especial de Tareas Sobre Inventario de Gases de Efecto Invernadero del IPCC, Panel Intergubernamental Sobre Cambio Climático de la ONU. Cabe destacar que fue parte del Premio Nobel de la Paz recibido por Al Gore en 2007, por su trabajo en esta institución internacional.
Advirtió que en el desplazamiento de las tierras de cultivo hay riesgos: “no sabemos lo que podría ocurrir con huertos frutales en suelos volcánicos, que son ácidos y a veces hay problemas de toxicidad de aluminio”.
¿Los beneficiados?: “los frutales persistentes como paltos y cítricos en general mejoran su desempeño en todas partes, casi no hay zona de Chile donde estén amenazados”, afirmó Fernando Santibañez.
El productor Ricardo Ariztía señaló que “efectivamente podemos observar durante los últimos 10 años una tendencia de desplazamiento hacia el sur”. Agregó que en el pasado reciente “nadie pensaba que las hortalizas se podían producir en la Región del Maule”.
En materia de precipitaciones no ha visto modificaciones: “si revisamos las precipitaciones durante los últimos cien años no se observan cambios que permitan observar una tendencia. Más bien los desplazamientos están orientados a la dinámica de la agricultura, el crecimiento y demanda de la población. En todo caso, mi pensamiento en nada nos libera de ser más cuidadosos con el recurso escaso que es el agua”.
Lo menos malo
Las noticias buenas, o mejor dicho, las menos malas según aclaró el profesor de la Universidad de Chile, tienen que ver con el Océano Pacífico como un “aire acondicionado”: “los modelos mundiales dicen que en la zona central de Chile se va a gozar de un efecto refrescante del Océano Pacífico como en ninguna otra región del mundo”.
Esto porque en el nuevo escenario climático se supone el viento va a aumentar sobre este océano lo que hará que la corriente marina fría que baña nuestras costas se refuerce. “Tenemos una coyuntura que los chilenos debemos aprovechar porque en otras regiones del mundo, Estados Unidos y Europa, no van a gozar de este efecto refrescante de ningún océano, es decir, vamos a tener un escenario de calentamiento más tenue que otras regiones del mundo”, explicó Santibañez.
¿Y qué pasa con otros países de la cuenca pacifica, como Perú por ejemplo? Humberto Fuenzalida investigador de la Dirección Meteorológica de Chile, señala que los países vecinos se encuentran en una zona en la que el cambio climático ya está presente. “El Océano Pacífico alrededor de la Antártida es el más frío, pero en la medida que subo hacia el norte se pierde la influencia”, aclaró.
Aprovechar las ventajas y prepararse
¿Cómo se aprovecha esta ventaja comparativa en medio de un cambio climático global? En primer lugar, con información. Por ejemplo, para dirigir las nuevas inversiones considerando el desplazamiento hacia el sur de las zonas de cultivo.
En segunda instancia, con mucha investigación. Ahí el Estado tiene bastante que decir, porque es a largo plazo. Desarrollar especies nuevas, más resistentes y propias. En el caso de los frutales, esas investigaciones podrían tomar hasta 10 años, dijo Santibañez.
¿El tercer camino? Sergio González señaló que estamos ante un tema de eficiencia. “Si dilapido recursos, estoy haciendo una muy mala gestión. Debo aumentar drásticamente la eficiencia en el uso de los recursos y reducir la dependencia de combustibles del tipo fósil, reemplazándolos por energía renovable o reduciendo su consumo, por la vía de mayor eficiencia”, explicó.
Para Humberto Fuenzalida, estamos ante un tema ético. “Aquí lo importante son las generaciones venideras, si les vamos a entregar un mundo deteriorado o uno más o menos parecido al que recibimos nosotros. Hay un problema ético porque nuestros nietos o bisnietos no tienen nada que decir ni qué hacer en las decisiones que se tomen y son las generaciones futuras las que van a sufrir”, reflexionó.
Daniel Barrera, encargado de la Unidad de Cambio Climático de Odepa afirmó que se han definido cursos de acción aplicables al sector, y donde muchas de ellas están adscritas al Plan de Acción Nacional de Cambio Climático, coordinado por Conama.
“En el tema hídrico, la escasez progresiva de riego obliga a definir políticas de preservación y manejo de la eficiencia en riego, mejoramiento de la legislación vigente, dotación de infraestructura intra y extrapredial, entre otros. Lo anterior implica enfrentar el tema hídrico de manera integral, sinérgico y no sólo sectorial”, señaló.
Agregó que el sector frutícola se puede apoyar en las políticas de fomento al riego; tomar seguros agrícolas, acceder a información agrometeorológica y el aprovechamiento de investigaciones de nuevas variedades vegetales, en especial frutícolas, adaptadas a los nuevos escenarios que presentan los efectos del cambio climático en Chile.
Fuente: Portal Frutícola
19.julio.2010 – Portal Frutícola