Colombia: Las plagas que trae el invierno
Además de las pérdidas agrícolas y pecuarias que han dejado las inundaciones en Colombia por el fuerte invierno, con las lluvias vienen también las plagas. Algunas devastadoras, que dejan pérdidas, aún por cuantificar, en el campo colombiano.
Según el presidente de la Asociación Colombiana de Ingenieros Agrónomos, Ángel Alberto Caro, los períodos de humedad son apetecidos por los hongos y bacterias. Esta lista la encabezan, según un reporte del ICA, la roya del café, la sigatoka en Plátano y banano, la gota en papa, antracnosis en cultivos frutales y pudrición en palma y hortalizas entre otros.
Expertos en el tema coinciden en que estas enfermedades pueden prevenirse, o por lo menos, mitigarse, si se hace una preparación adecuada previa al tiempo de lluvias (reforzamiento de fertilización y prácticas agrícolas), ahora que los eventos climáticos se predicen con más precisión.
Caro señaló que la clave está en observar anomalías fitosanitarias y aislar lotes con rebrotes para evitar contagios. Es claro, también, que se deben sustituir las variedades susceptibles a esos hongos por aquellas resistentes. El líder de cultivo de café de la firma Colinagro, José Vicente Machado, dijo que para el caso de la roya, se deben hacer aplicaciones de fungicidas para atacar el hongo, así como fertilizar con base en análisis de suelos, con inductores de resistencia a vacunas que previenen el mal.
Las más peligrosas de la época
La Federacafé ha dicho que por la roya están afectadas más de 300.000 hectáreas, incluyendo algunas renovadas con variedades susceptibles. En papa el diagnóstico es semejante. Según el jefe del Departamento Técnico de Fedepapa, Pedro Porras, 50% de los cultivos (de 136.000 hectáreas) están afectados en mayor o menor proporción por la gota de la papa, sobre todo en variedades sensibles al hongo. En cuanto a la sigatoka, el presidente de Fedeplátano, Silverio González, señaló que hay rebrotes considerables en cultivos del país pero con mayor intensidad están el Eje Cafetero.
Fuente: La República