Pese a que para muchos puede parecer bastante lejano el reciente terremoto y tsunami en Japón, sumado a las consecuencias de los problemas en la central nuclear de Fukushima, sus efectos impactarán en algunas empresas chilenas, entre las cuales podemos mencionar: las filiales de compañías japonesas que operan en nuestro país,  aquellas que requieren importantes recursos tecnológicos del país nipón y sobre todo, las que tienen como sus principales clientes  empresas de esa economía.

Será precisamente este último grupo uno de los más afectados con las catástrofes en la nación asiática: se trata principalmente de compañías que pertenecen a los sectores: salmonero, forestal,  agrícola, frutícola y portuario.

Indudablemente si consideramos la situación de estas compañías, por un período no determinado de tiempo, se originará una disminución de las ventas (ante la caída de la demanda en ese país), que si no son redestinadas podría obligar a bajar la producción.

Estos dos elementos supondrán un desafío  para poder cubrir riesgos financieros y contables como, la disminución de   flujos de caja, reconocimiento de provisiones por la menor rapidez en la cobranza, eventuales desvinculaciones por  menor producción y tener que reconocer y/o analizar provisiones por deterioro asociados a la inactividad total o parcial de la capacidad instalada (activo fijo), en los casos más extremos.

La ocurrencia de alguno de estos riesgos, podría  originar adicionalmente incumplimientos de covenants en las obligaciones bancarias vigentes. Por lo tanto, el gran desafío será buscar nuevos mercados para redireccionar la producción y diseñar una estrategia financiera para soportar el eventual menor flujo de recursos.

Fuente: Diario Estrategia