Millones de duraznos y hortalizas se están arrojando a las zanjas o se "pasan" en cámaras frías. Las pérdidas son millonarias y el chacrero, el hombre que ha pasado su vida en la granja, observa cómo el esfuerzo y el trabajo del año, aun con una cosecha maravillosa y récord, no tiene dónde colocarse. La expor- tación no existe y el consu- mo del mercado interno no aumentó; una lamentable intermediación se niega a colocar mayor cantidad de fruta y lógicamente a menor precio para el acceso a la gente. "Ganamos lo mismo sin aumentar el trabajo", dijo un intermediario que sale del mercado con sus cajones de duraznos y verduras, sin realizar mayores pedidos o compras, y la coloca en supermercados o en la franja costera multiplicando por tres o cuatro el precio que se le paga al productor o al que actúa en el Mercado Modelo.

Un círculo sin fin en el que no se avizora una mejora ni solución. Hoy la granja, la chacra, sigue siendo manejada por la misma gente de años. Las generaciones más jóvenes han partido a tareas menos pesadas, más redituables y con menores riesgos.

El DURO PROCESO. ¿Por qué no se lanzan más duraznos a la venta con menores precios? Lo que muchos llaman el puestero compra al intermediario del Mercado Modelo a 14 pesos el kilo (este a su vez lo había adquirido a $ 6 o $ 7 al productor) y lo coloca en las góndolas a 40 o 50 pesos el kilo. En la zona costera hacia el Este los precios todavía son mayores. En una recorrida que realizamos el fin de semana pasado vimos ofrecer duraznos a cifras bastante más altas, "a precio de oro", como definió un chacrero de Canelones, con el cual conversamos extensamente hace pocas horas. "Esos intermediarios de mayor volumen o poderío duplican las ganancias en menos de 24 horas, no tienen ningún interés en aumentar la cantidad de fruta en el mercado; si le bajaran los precios, les significaría más trabajo cuando por el otro camino todo es más fácil".

Se habla que ya se ha "arrojado" más de un millón y medio de cajones de duraznos en mal estado. "Esa cifra no puedo asegurar que sea exacta, no me aventuraría a darlo como un hecho, aunque hay una realidad: tenemos los granjeros de la zona con las cámaras frías abarrotadas y la fruta se puede mantener no más de un mes a la espera de colocarla; en caso contrario, la única salida es la que ninguno queremos, tirarla".

Esta afirmación la realizó el exsenador y excandidato a la Presidencia de la República, Dr. Alberto Zumarán, que con su esposa, Angelita Aguerre trabajan ambos desde que sale al sol hasta que cae, en una cosecha récord, que se les escapa de las manos.

LA JUVENTUD SE VA. El ex político blanco, apreciado amigo de temprana juventud, nos comentó: "No queda casi gente joven en estas tareas, se han ido hacia el Este en busca de otro tipo de trabajo, la construcción, por ejemplo, un trabajo duro también pero de menos horas y mejor retribución. Y la mayoría que queda en la granja son personas de mi edad, y yo ya ando por los 71 años. Pero es un trabajo que me apasiona, que veo a mi familia dedicarse desde largo tiempo. Estos avatares de la actualidad te obligan a luchar el doble, la solución no aparece muy cercana, pero hay que resistir", dijo el Dr. Zumarán.

En términos parecidos se expresaron vecinos de la zona y de otros puntos del entorno de Montevideo y Canelones. Están desilusionados, ya que ven que tanto esfuerzo, 12 y 14 horas diarias de trabajo en época de cosecha, no tiene más salida que perderse o regalarlo.

No hace mucho tiempo existían cooperativas que han ido desapareciendo, y se exportaba casi todos los años a Brasil. Era una salida tranquilizadora después de abastecer el mercado interno. Hoy, según nos explicaban los productores, ese camino está cerrado, y más allá de tener cámaras frías repletas, los precios no bajan. Existe un sector que ofrece las cantidades de siempre, sin intentar otros caminos de mayores pedidos a costos menores. En una recorrida por dos balnearios del Este observamos cajones de duraznos con cartelitos que iban desde los 40 a los 55 pesos, una fortuna para el productor que en el Mercado recibe, después de lucharla largo rato, siete pesos flacos.

¿No valdría más la pena inundar la plaza a mitad de precio y ofrecer al uruguayo de vacaciones o al turismo el mismo durazno a 25 o 30 pesos?

Sería la solución perfecta, y todos recibirían lo razonable por su trabajo. Pero hay un grupo que maneja el terreno y es el que llena su bolsillo, dejando de lado el trabajo del productor, del intermediario del Modelo y del consumidor.

¿Se puede hacer algo para mejorar la situación? Lógicamente sí: aumentado la venta de duraznos u hortalizas y disminuyendo el precio del producto, y agregando la alternativa de exportar a Brasil.

MUJICA DA LA RAZÓN. Las autoridades mantienen silencio o afirman que no son exactas las cifras. Así lo afirmó un técnico del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, más preocupado por el rubro carne y granos, que por las frutas y verduras. Solo se escuchó, hace 48 horas, la voz del presidente de la República, José Mujica, afirmando: "Los chacreros tienen la razón".

Ahora se asoma otro problema para el castigado granjero: se aproxima, estamos prácticamente encima, de las cosechas de peras y manzanas. Y el problema es similar. Existe abundancia de producción, que el gran intermediario no paga y tampoco hace el esfuerzo de sumarla al mercado para bajar precios.

Si no se toman urgentes medidas se sumarán millones de frutas en las zanjas (un productor explicaba que todavía hay manzanas del año pasado en las cámaras frías) y el trabajador de chacra o granja volverá a sentir que sus bolsillos flaquean y el cielo no se abre.

Sin duda es un sector que necesita inmediato apoyo ya que no existe en Uruguay la posibilidad de industrializar esa fruta sobrante, ni tampoco, por ahora, exportarla. Habrá que instaurar soluciones para devolver el ánimo a un productor, con sus años a cuestas, y sin alicientes para seguir luchando.

Fuente: El Pais Digital