Brasil: Congreso aprueba polémica ley sobre uso de tierras y asesta duro revés a Rousseff
El Congreso de Brasil votó a favor de aliviar las reglas sobre la extensión de bosques y selva que deben mantener los agricultores forestales en sus tierras, una victoria para los poderosos grupos de presión de la industria agrícola del país y un revés político para la presidenta Dilma Rousseff.
Aunque la ley aprobada tarde este miércoles ordena que millones de hectáreas de tierras ya despejadas sean reforestadas, ambientalistas dicen que facilita demasiado a los agricultores -responsables por buena parte de la deforestación de la Amazonia en las últimas décadas- el cumplimiento de las regulaciones sobre la cantidad de selva que deben preservar.
Rousseff aún tiene la opción de vetar la legislación, una de las más controvertidas en ser aprobadas por el Congreso brasileño en los últimos años.
La normativa recibió el apoyo de los algunos de los legisladores del partido gobernante y de miembros de la coalición de Rousseff, pese a que la presidenta dijo previamente que vetaría versiones previas de la legislación que contenían requerimientos vistos como demasiado indulgentes con los agricultores.
La versión final de la ley, que fue modificada dramáticamente de la versión duramente negociada que respaldaba su gobierno, dejará en manos de los estados federales la decisión de cuánta porción de bosque o selva debería ser reemplazada a lo largo de las riberas de los ríos, lo que hace posible que muchas regiones realicen demandas mínimas a los productores agrícolas.
"La ley aprobada da una amnistía total e irrestricta a aquellos que deforestaron (...) y va en contra de lo que el propio gobierno quería", dijo el grupo ambientalista Greenpeace en un comunicado. "Si (Rousseff) no reacciona y veta este texto, este futuro será su legado", indicó.
La presión por una retórica más indulgente por parte de la industria agrícola sólo fue posible a través de una rebelión de legisladores dentro de la coalición de gobierno.
Una mayoría en el Congreso también podría dejar sin efecto un eventual veto de Rousseff si la mandataria decide usarlo.
"Perdimos, el gobierno perdió", dijo el líder del Partido de los Trabajadores de Rousseff en la Cámara baja. La enorme presión de la influyente industria agrícola hizo una ardua tarea para minimizar las obligaciones contempladas bajo la nueva ley.
Cultivos v/s zonas selváticas. La ley y su futuro impacto están siendo observados de cerca dentro y fuera de Brasil, hogar de la mayor selva tropical del mundo y un país considerado una referencia sobre cómo otras naciones en desarrollo deben preservar sus bosques.
En junio, Brasil será el anfitrión de la cumbre Río+20, una reunión en la que los líderes gubernamentales y autoridades de todo el mundo debatirán la política ambiental a nivel mundial.
La jefa de la confederación nacional agrícola, Katia Abreu, defendió la nueva legislación y dijo que "no necesariamente" significaba que los estados impondrían reglas menos estrictas que el gobierno central sobre la extensión obligatoria de áreas boscosas y selvas.
Afirmó que la norma también permitiría establecer reglamentos hechos a medida para las características de cada región.
Sin embargo, Abreu sugirió que las nuevas normas serían menos rígidas, destacando que los agricultores habrían sido obligados bajo la versión previa de la ley a replantar 30 millones de hectáreas de bosques y sacrificar tierras en las que tenían cultivos valuados en miles de millones de dólares.
Un técnico involucrado en la redacción de la ley dijo a Reuters que el problema de permitir a los estados regular su situación de forma individual radicaba en que el proceso probablemente tomaría un año o dos. Eso significa que cualquier reforestación posiblemente sería postergada hasta que las nuevas reglas queden claras para cada estado.
La deforestación en Brasil se ha desacelerado en los últimos años debido a una mayor fiscalización y al uso de imágenes satelitales que realizan un seguimiento de las áreas con las tasas más altas de tala.
Una provisión clave para el código forestal permitiría a los propietarios de tierras contar el arbolado en los márgenes de los ríos, cumbres y cuestas empinadas como una proporción total de bosques o selva que deben ser preservados en sus tierras. En la actualidad, esas tierras no están permitidas en sus cálculos.
Brasil es el principal productor mundial de café, azúcar, carne, jugo de naranja y un importante productor de soja y maíz. La agricultura representa más del 5% del Producto Interno Bruto del país.
Los ambientalistas dicen que los agricultores deben reforestar la tierra equivalente a la superficie combinada de Alemania, Austria e Italia para cumplir plenamente con las normas vigentes. Los defensores de la nueva ley, sin embargo, dicen que de todas maneras generará una ganancia neta de millones de hectáreas de zonas forestales preservadas.
Fuente: Reuters/América Economía