De acuerdo a estimaciones que viene realizando la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas Frescas de Mendoza (Aspeff), a la Argentina le están faltando 400 millones de kilos de manzana, una cifra que está lejos de poder cubrirse ya que provincias como Río Negro o Neuquén están a punto de erradicar el 60% de sus plantaciones, al no alcanzar la calidad que exige el mercado, en tanto que en la propia Mendoza existe un déficit de producción que supera los 200 millones de kilos.

Dentro de este panorama, el aporte que históricamente realizó San Juan con las populares manzanas calingastinas o iglesianas, también ha disminuido considerablemente y son pocas las perspectivas de un repunte significativo en la oferta de esta fruta, una situación que no debería dejarse pasar por alto ante la posibilidad de ganar espacios tanto en el mercado interno como en el de las exportaciones.

Por iniciativa de los propios productores y el apoyo del Gobierno, Mendoza ha encarado un ambicioso plan con el que se busca extender la superficie cultivada con frutales. Se habla de que se está proyectando plantar 5.000 hectáreas de manzanos y una proyección de producción de 200 millones de kilos en diez años, con lo que se lograría cubrir la mitad de la demanda nacional y sanear el déficit provincial.

Pero no sólo se apunta a aumentar la capacidad productiva de manzanas sino que se busca garantizar, durante todo el año, una fuente de trabajo que la industria de este frutal está en condiciones de ofrecer, además de aprovechar la capacidad instalada en forma permanente, traducida en depósitos y frigoríficos. Una medida que sin duda tendrá su rédito y que puede ser aplicada en otros casos similares de déficit en la producción agrícola.

Fuente: Diario de Cuyo