Estaciones agroclimatológicas permiten aprovechar mejor el recurso hídrico
A nivel país, el Valle de Copiapó, en la Región de Atacama (Chile) ha destacado por ser una de las zonas pioneras al momento de implementar nuevas tecnologías. Actualmente, producto de la sequía de los últimos años y la escasez de agua en la zona norte en general, los agricultores se han visto bastante complicados. Y es que ya no disponen del agua como antes, sumado a que la superficie de cultivos ha ido en aumento y la minería también está haciendo uso del recurso hídrico.
De esta manera, surgió la inquietud por armar un proyecto que lograra hacer más eficiente el uso del agua en el Valle de Copiapó, cuyo principal fruto es la uva de mesa. Así, y gracias al apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria del Ministerio de Agricultura de Chile (FIA) se llevó a cabo una iniciativa que permite mejorar la competitividad de los productores aplicando agua en los tiempos y frecuencias necesarias.
En Portalfruticola.com conversamos con Juan Carlos Galaz, funcionario de FIA a cargo de la iniciativa quién nos contó más detalles sobre el exitoso proyecto.
El trabajo -realizado por la Universidad de Chile- se enfocó en optimizar la gestión y manejo del recurso hídrico en el Valle de Copiapó, incorporando nuevas tecnologías en el control y programación del riego, apoyadas por el desarrollo de investigación en cultivos de uva de mesa.
“Se trabajaron varios niveles. Primero se mejoraron las estaciones agroclimáticas que existían en la zona. Ya existían 13 estaciones en todo el Valle y producto del proyecto se instalaron 13 más -algunas financiadas por el proyecto otras financiadas por privados- por lo que hay 26 estaciones que permiten cubrir de mejor manera el Valle”, señaló destacando que “la información meteorológica es importante porque en función de ésta uno puede ir estimando cuánta agua exactamente están demandando los cultivos, en este caso la uva de mesa”.
De esta forma, se actualizó la red agrometeorológica, para poder mejorar la zonificación que existía antiguamente en el Valle, denominada “distritos agroclimáticos”.
Por otro lado, Galaz contó que trabajaron en establecer sensores en las plantas y en los sistemas de riego que permitieran medir más exactamente qué estaba pasando con los sistemas de riego y cómo las plantas estaban respondiendo al aumento o disminución de agua, de manera que los agricultores pudieran tomar la decisión de cuándo y cuánto regar en función de lo que las plantas requieren. De acuerdo a Galaz, este habría sido el principal desafío del proyecto.
“Los principales desafíos están por el lado del ‘sensoramiento’ [sic]. Existe mucha tecnología nueva que está llegando al país. Sensores que se conectan a las plantas que miden cuánta savia va moviéndose dentro de la planta. Distintos tipos de sensores que no habían sido probados, ni validados”, comentó.
“Yo creo que esa fue la etapa más crítica, el no saber si los sensores funcionan o no para la realidad chilena”, declaró Galaz.
A raíz de lo anterior, el equipo de la Universidad de Chile probó varios sensores, seleccionando los mejores para, posteriormente, indicarle a los agricultores cuáles son los mejores y lo que pueden hacer con la información que estos proveen.
Asimismo, el funcionario de FIA señaló que históricamente los agricultores comienzan a regar las parras apenas empiezan a brotar, algo que no responde a las necesidades de la planta.
“Resulta que la planta empieza a extraer agua con una taza muy baja en su primer período, entonces de alguna manera, los agricultores estaban sobre-regando al principio del cultivo. Después la planta va demandando mayor cantidad de agua y se equilibra la demanda con la entrega, pero con esto [los sensores] los agricultores se dieron cuenta de que pueden ahorrar agua si entregan la cantidad exacta. Los sensores que se pusieron para medir el flujo de savia determinaron que no era necesario regar todos los días y que podían aguantar un par de semanas más”.
De esta manera, durante el desarrollo del proyecto se informó sobre los avances a los agricultores y se realizaron capacitaciones a operarios y todos los encargados de manejar el sistema de riego.
Finalmente, y consultado sobre el futuro del proyecto, Galaz destacó que la iniciativa fue el puntapié inicial para motivar a los productores a que mejoren sus equipos, destacando que pueden incorporar la tecnología paulatinamente.
“La idea es seguir trabajando en esta misma línea. Esto quedó como modelo, como prototipo para que los agricultores pudieran ver que funcionaba. Se hicieron las pruebas en un par de campos y la idea es que los agricultores ahora vayan adquiriendo estos equipos y hagan modificaciones a sus equipos para ir haciéndolos más eficientes”, declaró.
“El precio es variable, es un conjunto de sensores y no es necesario que los agricultores los instalen todos de una vez. Hay sensores que van desde CLP$30 mil hasta otros mucho más sofisticados que cuestan CLP$500 mil. Es variable, pueden ir incorporando la tecnología de a poco y de ahí ir viendo lo que pasa, pueden ir haciendo un análisis. Son muchos los tipos de sensores que pueden adquirir”, agregó.
El equipo de la Universidad de Chile también trabajó en unos sensores de los sistemas de riego que permiten monitorear desde el computador si el riego está funcionando o no, indicando a qué hora partió y concluyó. Además, en caso de haber algún problema, el sistema genera una alerta de inmediato.
“Los agricultores se entusiasmaron mucho con esta tecnología y están dispuestos a ir incorporando todo este sistema de sensores porque ven que con esto pueden hacer un mejor uso del recurso de agua y del punto de vista de gestión de su negocio, como dueños de campo por ejemplo, les va a facilitar el negocio ya que tendrán un mayor control de lo que está pasando en el campo, con las plantas y su riego”, concluyó Galaz.