Columna: Ñam(i) Ñam(i)

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Columna: Ñam(i) Ñam(i)

Por Natalie Devenin, Diseñadora Industrial y Master en Nuevos Hábitos Alimentarios

Recientemente tuve la oportunidad de asistir al festival latinoamericano de cocina, Ñam, que se realiza en Santiago, Chile, un evento de alto nivel abierto a la comunidad, amantes de la cocina y del patrimonio cultural, y también para quienes buscan conocer e introducirse en el mundo de la alimentación y la cocina chilena.

El evento se dividió entre clases magistrales con chefs de alta categoría y charlas de innovación alimentaria donde se trataron los temas más diversos, desde el culto a la papa chilota, hasta una radiografía de la cocina chilena (GFK-Adimark).

Las charlas permitían a los asistentes -como yo- ambientarnos en un espectro bastante colorido y aromático, donde se planteaban diversas reflexiones y cuestionamientos que invitaban a los asistentes a analizar y poner mayor atención a los hábitos alimentarios. Mi experiencia en Ñam(i) comenzó con Narda Lepes, quien nos recordaba el valor y simbolismos que agregamos a los alimentos.

Este punto es particularmente interesante, pues muchas veces un alimento nos puede hacer viajar en el tiempo y espacio, simplemente evocando un momento nostálgico en el fondo de nuestros recuerdos. El poder evocador de un alimento muchas veces nos puede llevar a comprar por nostalgia, más que simplemente por un antojo o por darnos un gustito.

Luego, para añadirle más sabor a estas conferencias, el Dr Vukusic, del Instituto Chileno de Fenomenología Médica, explicó las diferencias y beneficios del consumo de sal de mar (que son bastantes en comparación a la sal de mina, la que provoca principalmente efectos negativos), para luego preguntarnos ¿cuánto alimento tiene lo que comemos? 

A medida que las charlas fueron pasando, con estos grandes exponentes y con unas deliciosas e innovadoras degustaciones, los asistentes nos íbamos empapando de aromas y sabores chilenos, y no sólo eso, sino también de un gran ímpetu por re-valorar nuestro patrimonio cultural gastronómico.

Gran protagonismo tuvo el culto a la papa chilota. En un encuentro simbólico se hizo entrega de un legado autóctono a una pareja de niños -aquellos que representan la nueva generación- de una cesta llena de papas de diversos colores, secretos y amor por nuestra tierra.

Este mismo mensaje de re-valorización del producto nacional fue manifestado por, Valentina Vives, vocera de Red de Semillas Libres. Esta busca concientizar y resguardar la biodiversidad y el uso de semillas criollas.

Poco después llegó el ejemplo del copihue, bajo el sello gourmet de la empresa Alupra, quienes a través de atractivos diseños y recetas innovadoras nos enseñan a degustar el delicado sabor/gusto del copihue, acompañado de frutos endémicos.

Luego de hacer un barrido general de este evento, quisiera terminar con una pregunta abierta que dejó Anabella Grunfeld, rescatista de la cocina popular chilena: ¿Qué país le estamos dejando a las nuevas generaciones?

A mi parecer, el interés por revalorizar nuestro patrimonio gastronómico y cultural es creciente, y poco a poco se abre el espacio para reencontrarnos con éste y sorprendernos con nuevas versiones de nuestros productos, como es el caso de los copihues.

Y sin buscar tan lejos, ¿no sería maravilloso si pronto lográramos reencontrarnos con esas frutas olvidadas, pasadas de moda y volviésemos a saborear esos jugosos duraznos betarraga, por ejemplo?  La oferta es grande, sólo hay que armar la oportunidad.

www.portalfruticola.com

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