Efectos de las altas temperaturas en poscosecha en el cultivo del cerezo

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Efectos de las altas temperaturas en poscosecha en el cultivo del cerezo

El manejo de poscosecha es tan importante como los manejos previos, dado que las condiciones climáticas que enfrentan los huertos durante los meses de verano podrían perjudicar en forma significativa la producción de la temporada siguiente. En este contexto, es importante identificar los principales problemas que podrían presentarse y las soluciones que existen para éstos.

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Catalina Atenas, Investigadora del Departamento de Producción del CER, autora.

Las altas temperaturas durante los meses de diciembre y enero son las que más afectan a las plantas de cerezo, debido a que durante este período ocurren los procesos de diferenciación e inducción floral. Esto se refiere a que normalmente durante el proceso de formación de dos flores una es la que se desarrolla y la otra suele atrofiarse. Sin embargo, cuando existen temperaturas diarias sobre los 25°C el carpelo de la flor desarrollada se fusiona con su carpelo par de la flor atrofiada formando un ovario doble, el cual una vez finalizado el período del crecimiento de fruto, forma los llamados “frutos dobles”. Este último es entendido como un problema significativo de descarte, sobre todo en variedades susceptibles como Bing, ya que la fruta pierde su valor comercial.

Por su parte, el estrés hídrico durante el período de poscosecha incrementa la temperatura de la lámina foliar y, en consecuencia, de las yemas que se están diferenciando, aumentando también la incidencia de frutos dobles o “gemelos”. Se ha estudiado que en plantas sometidas a un estrés hídrico existe un aumento potencial de la incidencia del cáncer bacterial (Pseudomonas syringae pv. Syringae), la cual aumenta cuando las condiciones de temperatura y humedad son adversas para la planta.

En este sentido, se ha determinado que cualquier medida enfocada en disminuir la temperatura de la canopia puede ayudar a minimizar, tanto la formación de frutos dobles, como el debilitamiento del huerto, y posterior entrada de patógenos. Para lograr estos objetivos, resulta fundamental que en primer lugar se tenga un control exhaustivo del riego, con el fin de no someter las plantas a un estrés durante los meses de verano, no obstante, existen estudios liderados por la Universidad de Talca (aún en etapa de validación), que proponen que un manejo deficitario controlado del riego en poscosecha tendría efectos positivos en producción y calidad de fruta en la siguiente temporada.

Otra recomendación apunta a que durante el periodo mencionado se debe efectuar, en el caso de las combinaciones patrón-variedad que son muy vigorosas, una adecuada poda en verde, idealmente a realizarse a finales de diciembre y durante las primeras semanas de enero. Con esta acción se mejorará la distribución de luz al interior de la planta para asegurar una buena inducción y diferenciación floral, teniendo la precaución de proteger la madera expuesta al golpe de sol, sobre todo en sistemas de conducción abiertos (multieje).

Adicionalmente, un consejo que se complementa con los dos anteriores, es tener una fertilización balanceada, con el fin de lograr una óptima concentración de nutrientes y una buena acumulación de reservas para la entrada en dormancia. Por lo general, la segunda aplicación se realiza de fuentes nitrogenadas (nitrato de calcio, nitrato de potasio, nitrato de amonio, úrea, etc), que varía entre 20-40% de la dosis calculada para la temporada, la cual según académicos de la Universidad de Chile, varía entre 10-15 kg. por tonelada de fruta producida.

Durante el mes de enero se realizan, además, los muestreos para hacer el análisis foliar. Este análisis es muy importante, ya que dependiendo de sus resultados, en conjunto con la información de la temporada (calibre, rendimiento y vigor de los árboles) de deben programar las aplicaciones de postcosecha de P, K, Mg y Zn principalmente, además de las fuentes nitrogenadas anteriormente mencionadas.

Por otra parte, dentro de las alternativas que ofrece el mercado para proteger los árboles del impacto del calor en poscosecha, lo más usado en la actualidad son los protectores solares. En este contexto, en el CER se han estudiado diferentes productos, algunos de ellos en base a Silicatos de Magnesio, Carbonato de Calcio y otros en base a aminoácidos. En dichos ensayos se han obtenido buenos resultados con dos aplicaciones de algún protector solar en conjunto con un sulfato de magnesio, una muy cercana a la cosecha y la segunda 14 días después, logrando con algunos productos disminuir la incidencia de los frutos dobles, aumentar el número de yemas por dardo e incrementar el número de primordios totales, de manera significativa.

Plantaciones nuevas

Para el caso de las plantaciones nuevas, se debe evitar el daño directo por golpe de sol en la madera, puesto que además de debilitar la planta y tener problemas con el vigor, las heridas que genera la exposición directa es una potencial puerta de entrada para los patógenos, entre ellos, el cáncer bacterial, tal como ha sido reportado por diversos estudios. Para hacerle frente a este problema se recomienda fertilizar a principios de diciembre con K y N y repetir a los 7 días junto a Mg. En enero, se deben aplicar protectores solares adicionando alguna fuente nitrogenada y sulfato de Mg. Esta aplicación, por lo general se repite a los 14 días.

Finalmente, los manejos de cerezos en poscosecha se vuelven cada vez más importantes, y el impacto que pueden tener en la temporada siguiente se han incrementado. Por lo mismo, es muy importante hacerse cargo y tomar las medidas que corresponden, ya sea desde recomendaciones de manejo y cuidado a aplicaciones de productos agroquímicos. El conjunto de acciones llevará a que las plantas de cerezos finalicen de manera indicada la actual temporada y se empiecen a preparar correctamente para la que viene.

Por Catalina Atenas, Ing. Agrónoma,  Investigadora del Departamento de Producción del CER.

Fotografía: Shutterstock

www.portalfruticola.com

 

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