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El alpechín, el orujo y el alperujo
Dependiendo del sistema de extracción de aceite empleado en cada almazara, los subproductos resultantes de este proceso se clasifican en alpechines y orujos o en alperujos. Con el nombre de alpechín se conoce al líquido negruzco y maloliente que se desprende de la pasta de aceitunas. Está compuesto en su mayor parte, por agua, aunque también incorpora materia orgánica y una pequeña porción de minerales. Se trata de un residuo altamente contaminante que, según las actuales normativas medioambientales, debe ser separado antes de destinarlo a cualquier uso como la obtención de energía o el riego de los campos.
Por su parte, el orujo se corresponde con la parte sólida de las aceitunas, es decir, con una mezcla de huesos, pieles y pulpas. Cuando sale de la máquina centrífuga este residuo aún contiene una parte de aceite, que se extrae con nuevas prensadas a mayor temperatura o mediante disolventes químicos. Una vez seco, el orujo puede ser utilizado como combustible para calderas o plantas eléctricas. También suele emplearse como abono o como parte de la dieta de distintos tipos de ganado.
Finalmente, el alperujo (también conocido como alpeorujo) es un subproducto obtenido mediante el sistema continuo de extracción de dos fases. En definitiva se trata de un mezcla de alpechines y orujos, que también puede ser utilizada después de un proceso de secado, como combustible o, incluso como abono o la fabricación de compost.
¿Qué es el alperujo?
El cultivo del olivo y, especialmente, la actividad de la industria oleícola asociada tienen una gran importancia económica y social en los países de la Cuenca Mediterránea, siendo España el principal país productor a nivel mundial. Este sector genera además una gran cantidad de residuos y subproductos con un alto potencial de impacto ambiental, por lo que deben de ser gestionados de la forma más adecuada.
Propiedades agroquímicas del orujo de oliva de dos fases o “alperujo”
El alperujo muestra un alto contenido en agua (56%), un pH ácido (5,4) y un elevado contenido en materia orgánica (91%), gran parte de ella de naturaleza lígnica (35%). Además el alperujo presenta un elevado contenido graso (10%) y también de polifenoles hidrosolubles (0.9%), fracciones que le otorgan propiedades fitotóxicas (Alburquerque y col., 2006b). El alperujo presenta también un notable contenido de nitrógeno total (NT), en su gran parte orgánico, lo que unido a su alto contenido en carbono orgánico total (COT) resulta en una también elevada relación COT/NT. El contenido en potasio (K) es relativamente bajo considerando los valores reconocidos en el alperujo (Alburquerque y col., 2004), mostrando también bajos contenidos de fósforo (P), micronutrientes y metales pesados.
Gestión y aprovechamiento del alperujo.
Generalmente, el orujo húmedo de dos fases (alperujo) se emplea para obtener aceite mediante una segunda centrifugación que, al tratarse de un método mecánico en frío, genera un aceite homologado al de primera extracción, si bien es necesario su refinado previo para el consumo. Las especiales características del alperujo repercuten también negativamente en el proceso de extracción química del aceite que contiene (principal destino del alperujo), ya que para conseguir el máximo rendimiento debe secarse hasta valores próximos al 8 %.
La presencia fundamentalmente de azúcares, que en el sistema de tres fases se quedaban en el alpechín, determina que éstos se caramelicen en los secaderos como consecuencia de las altas temperaturas, apelmazando la masa de alperujo y formando bolas que se secan sólo superficialmente, lo que incide negativamente en el proceso de reducción de la humedad. Además, los componentes orgánicos solidificados en el alperujo seco crean películas envolventes que impiden o dificultan el paso del disolvente, originando problemas de percolación que redundan en peores agotamientos. Por otra parte, durante el proceso de evaporación en los extractores, el vapor abre vías selectivas donde se acumulan bolsas de hexano sin evaporar, con el consiguiente riesgo de explosión al descargar el extractor.
Toda esta problemática ha obligado a las orujeras a realizar costosas modificaciones en sus instalaciones, para adaptarse a las características del nuevo residuo generado por la implantación del sistema de extracción de dos fases. Además, la detección de hidrocarburos policíclicos aromáticos en el aceite extraído del alperujo por vía química, ha obligado a un estricto refinado del mismo, lo que ha incrementado los costes de producción.
A parte de la utilización energética, otras vías alternativas para el aprovechamiento del alperujo se basan en ensayos para evaluar su empleo en alimentación animal, para aplicación directa al suelo determinando sus efectos sobre las propiedades del mismo, como enmienda orgánica en el control de la erosión y como sustrato para la producción de hongos comestibles. Igualmente, se ha estudiado la viabilidad de este material como fuente de hemicelulosas mediante tratamiento alcalino para su uso como agentes espesantes, estabilizadores o emulsionantes de uso en cosméticos y en la industria farmacéutica y alimentaria.
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En particular, el compostaje está especialmente indicado para zonas geográficas mal comunicadas, con elevados costes de transporte del alperujo hasta las extractoras, y es particularmente interesante para elaborar abonos orgánicos, utilizables en las propias explotaciones de olivo ecológico, ya que éstas soportan los elevados costes derivados de la utilización de abonos producidos a partir de materias primas “limpias” procedentes de explotaciones ecológicas agrícolas y ganaderas. Esta forma de aprovechamiento del alperujo se ha extendido notablemente en Andalucía durante los últimos años, siendo cada vez más frecuente que las propias almazaras que procesan la aceituna de cultivo ecológico, sometan el alperujo a técnicas de compostaje crecientemente perfeccionadas, a fin de transformarlo en abonos orgánicos de calidad para su propio autoconsumo.
De este modo, los composts de alperujo pueden ser una excelente materia prima para la obtención de enmiendas y abonos orgánicos tanto en sus formas sólidas como líquidas de cara a una futura producción a escala industrial (Tortosa y col., 2012), fundamentalmente por su elevado contenido en materia orgánica (con un alto grado de humificación), su estabilidad y sus contenidos minerales.
En su mayoría se está compostando en pequeñas o medianas plantas situadas en terrenos propios de las almazaras. Constan de una superficie impermeabilizada generalmente en hormigón armado para prevenir una posible contaminación de suelos y acuíferos. El alperujo se mezcla con la propia hoja de olivo procedente de la limpieza de la aceituna, para darle estructura y se añade por lo general estiércol para mejorar su contenido en nitrógeno. Se emplean sistemas de compostaje sencillos, abiertos y empleando los volteos mecánicos para airear las pilas.
Una vez compostado, el destino habitual del compost es incorporarlo en las entrecalles de los olivares asociados a las propias almazaras. Esta práctica ha provocado beneficios tanto a medio como a largo plazo relacionados con el aporte de materia orgánica estable (más patentes en suelos pobres en materia orgánica, como son en general los de los olivares andaluces). Además, se ha cuantificado que producir compost de alperujo en la cantidad necesaria para reponer el N, P y K retirado con la cosecha cuesta menos de la mitad que los fertilizantes químicos, individuales y combinados que actualmente son más utilizados.
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