El manejo de las especies forestales, hortícolas, frutales y ornamentales en los viveros se rige por los mismos ritmos lunares y principios dinámicos de la savia en las plantas, de acuerdo con las actividades que queremos realizar y los objetivos que deseamos lograr con los vegetales. A continuación citamos las siguientes recomendaciones básicas:
Manejo de vivero para especies forestales: Todas las actividades con el manejo de la germinación de las semillas de las especies forestales en los viveros, como regla general las debemos concentrar en el período extensivo de aguas arriba (entre creciente y luna llena), (en un determinado caso que contemos con tiempo, podemos concentrar todas las actividades en el período intensivo de aguas arriba) para mejores resultados.
Después de haber ejecutado todas las tareas de la germinación, nos concentraremos en las actividades del transplante o del embolsado de los plantones, y para ello recomendamos en mismo período lunar indicado para la germinación de semillas, con la finalidad de estimular el desarrollo vegetativo de las especies forestales. En el caso que se requieran cumplir algunas actividades complementarias con los plantones dentro del vivero, como podas de estimulación y formación vegetativa, se deben ejecutar en pleno período extensivo de aguas arriba.
Manejo de viveros para frutales: El manejo de estas especies obedece a las mismas recomendaciones que señalamos para el manejo del cultivo forestal. Sin embargo, cabe señalar que cuando hay necesidad de hacer los injertos dentro de los viveros se recomienda efectuarlos en el período extensivo de aguas arriba. Por otro lado, cuando en el vivero queremos desarrollar los plantones a partir de esquejes o estacas vegetativas, las actividades las debemos hacer en los mismos períodos recomendados anteriormente.
Manejo de viveros para hortalizas y especies ornamentales: El manejo de las plantas ornamentales en los viveros, así como el de las hortalizas, de acuerdo con las fases de la luna, es más complejo que el de las especies antes tratadas, porque en ellas debemos considerar desde las características de crecimiento del vegetal, hasta el objetivo que queremos lograr con él.
Por ejemplo, todas las hortalizas que tienen que ver con el desarrollo y producción de hojas para el consumo deben ser trabajadas en el período extensivo de aguas abajo; en este grupo podemos citar la producción de acelgas, lechugas, espinacas, apio, coles, repollo, etc.; y todas las hortalizas que tienen que ver con el desarrollo vegetativo, la producción de frutos aéreos y flores para el consumo se deben cumplir en el período extensivo de aguas arriba; en este grupo cabe citar la producción de arveja, berenjena, brócoli, calabaza, coliflor, fríjol (poroto), habas, habichuelas, pimentón, pepino, okra (quimbombó), tomate, uchuva, etc.
Aunque son muy pocas las especies para la producción de tubérculos y raíces las que deben pasar por una previa etapa de desarrollo vegetativo en los viveros, para ellas recomendamos adelantar las actividades durante el período extensivo de aguas abajo, con la predominancia de la fase lunar en cuarto menguante. Finalmente, todos los criterios arriba citados deben ser considerados para la producción de plantas ornamentales, aromáticas, condimentos y medicinales.
La fuerza de atracción de la Luna, más la del Sol, sobre la superficie de la Tierra en determinados momentos ejerce un elevado poder de atracción sobre todo líquido que se encuentra en la superficie terrestre, con amplitudes muy diversas según sea la naturaleza, el estado físico y la plasticidad de la sustancia sobre las que actúan estas fuerzas. Así en determinadas posiciones de laguna el agua de los océanos asciende hasta alcanzar una altura máxima, para descender a continuación hasta un nivel mínimo, manteniéndose regular y sucesivamente esta oscilación.
También se ha comprobado que este fenómeno se hace sentir en la savia de las plantas, iniciándose el proceso de su influencia desde la parte más elevada para ir descendiendo gradualmente a lo largo de todo el tallo, hasta llegar al sistema radical.
Este fenómeno se observa con menor intensidad cuando está relacionado con plantas de elevado porte y recios troncos, provistos de numerosos canales de irrigación entrelazados entre sí; o en plantas de escasa altura donde es muy corta la distancia entre la capa vegetal y la raíz, pero se manifiesta muy claramente en aquellos vegetales de tallo elevado, con escasos canales para la circulación de la savia y escasa comunicación entre ellos.
El influjo lunar beneficia el desarrollo y el crecimiento de forma muy acusada en muchas plantas, entre las cuales se destacan las trepadoras, buganvillas o veraneras, rosales, leguminosas y glicinas entre otras. Por otro lado, también se ha comprobado que en algunos vegetales la floración sigue el ritmo del flujo y el reflujo de las mareas y ciertos árboles que se cultivan para la obtención de jugos azucarados también siguen el ritmo de las mismas, siendo abundante mientras se produce el flujo y haciéndose más escaso en el reflujo de la marea.
Botánicos japoneses, filipinos, ingleses y malayos, que durante décadas han estudiado detalladamente los fenómenos que se producen en el crecimiento de ciertos tipos de bambú, han comprobado que algunas de estas especies del sudeste asiático llegan a crecer entre 50 y 60 centímetros diarios; por ejemplo, en cierta ocasión un científico cronometró el crecimiento de 1.24 metros del bambú madame japonés en 24 horas.
La acción de la Luna, o más concretamente como ellos lo afirman, la acción de las mareas, se manifiesta en forma muy visible, dado que el crecimiento es mucho más rápido durante el flujo y experimenta un retraso durante el reflujo. La causa se debe a la atracción lunar, que establece un ritmo de presión y de presión de la savia de estos vegetales.
Fuente: www.fundesyram.info
Cultivar espárragos en el huerto puede ser una tarea gratificante. Los espárragos (Asparagus officinalis) son una hortaliza perenne que puede producir durante más de 15 años si se cuida correctamente.
Se denominan sistemas de riegos al conjunto de estructuras y procesos que permiten aplicar agua al suelo, generalmente para proporcionar suficiente hidratación a un cultivo.