Por Cecilia Ramos B., Ph. D. Fitopatóloga Laboratorios Diagnofruit Ltda; Académica Universidad de Las Américas. cramos@diagnofruit.cl.
El avance de las tecnologías, incorporación de exigentes certificaciones, disminución en la cantidad de activos presentes y permitidos en los productos agrícolas, cambio climático, globalización, entre otros factores, nos han creado, y no sólo a fitopatólogos sino a técnicos de campo, un verdadero acertijo para generar un control de enfermedades eficaz y eficiente tanto en huerto como en postcosecha de frutas.
Considerando el actual escenario, la fitopatología moderna se ha ido adaptando al tomar herramientas a partir de la biotecnología para el diagnóstico y monitoreo de patógenos y enfermedades.
Dichas herramientas deben ser incorporadas, de forma rutinaria, en los análisis que los huertos realizan para definir manejos apropiados. Así, bajo un esquema de producción sustentable, se pueden definir una serie de puntos críticos a resolver durante la temporada y que apoyan el uso de pesticidas para mantener la sanidad de nuestros huertos y su producción.
A continuación son detallados:
Sin datos no podemos generar información y sin información no podemos mejorar ni optimizar nuestros manejos porque desconocemos si realmente funcionan, lo cual debe ser considerado un pilar fundamental para todas las actividades de nuestros huertos. Para esto debemos generar muestreos y monitoreos de campo con protocolos estandarizados que nos señalen, por ejemplo, incidencia de enfermedades (Fotos 1 y 2), fechas de detección durante la temporada, aparición de nuevos síntomas, etc.
El registro de cada uno de estos parámetros nos permitirá correlacionar con los distintos manejos y/o factores ambientales. Muchas veces los productores se quedan con los datos de recepción en Packing, siendo crucial por ejemplo en cerezos, observar y diferenciar los tipos de pudriciones detectadas, negra (Alternaria), gris (Botrytis), verde (Penicillium) o ácida (Geotrichum), que definen manejos específicos; sin embargo, un monitoreo temprano en flor o envero nos permite generar ajustes durante la temporada en curso (Gráfico 1), considerando historial o umbrales de riesgo. Si el productor o la exportadora no posee la expertiz o capital humano capacitado, la biotecnología nos puede ayudar.
Muestreos sencillos en campo y envíos a laboratorios especializados, permiten estimar cargas de ciertos patógenos a través de técnicas moleculares con alta precisión, generando respuestas en corto plazo.
Por ejemplo, hoy a través de qPCR podemos estimar cuántas conidias de Botrytis tenemos sobre el fruto, cuyo resultado nos permite fijar umbrales de riesgo en etapas tan tempranas como envero en bayas de uvas o color pajizo en cerezas.
En nuestras asesorías, es crucial conocer el huerto en invierno. Aunque en especies caducas podríamos considerar que la evidencia es escasa en invierno, por el contrario, muchas veces podemos comenzar un buen diagnóstico con la observación y toma de muestras en ese período. Aquellos huertos que tuvieron problemas de pudriciones en frutos, en general, en el invierno mantienen frutos momificados (Foto 3).
Entonces, es obvio el manejo que recomendamos: limpiar y sacar del huerto las fuentes de inóculo; pero como el productor viene de un mal año, un manejo adicional muchas veces no tiene cabida, considerando además que es una actividad laboriosa.
Entonces sumamos una nueva recomendación, disminuir el inóculo en campo en estado de dormancia dependiendo de lo que se quiera controlar, entre los que se puede mencionar aplicación de productos en base a cobre o azufre, como polisulfuro de calcio.
En el caso de enfermedades asociadas a madera, es importante sacar el material del huerto luego de podas, arranques o “cirugías”, enterrar e incorporar, entre otras medidas, que siempre deben considerar las características y posibilidades de cada productor.
Subdosificar (lo más común) o sobre dosificar, son problemas constantes en los huertos. Los sistemas de certificación han llegado a ordenar este tipo de actividades, pero el control muchas veces falla. Boquillas en mal estado, por ejemplo, generan aplicaciones heterogéneas, que terminan en poblaciones de hongos o bacterias resistentes por una constante subdosificación.
En términos de buen uso, la velocidad debe ser controlada, en nuestra experiencia, 2 a 3 kms/hr no es respetado, la realidad es que los tractores se mueven entre 5-6 kms/hr. La calibración constante, medios de verificación y protocolos de monitoreo del trabajo en huerto son cruciales para una aplicación exitosa, y hoy en Chile existen empresas expertas en este tipo de servicios.
Cada vez tenemos menos ingredientes activos permitidos y además no podemos sobrepasar cierto número de moléculas en la fruta, esto implica repetir productos o grupos químicos durante la misma temporada, resultado: resistencia a los químicos y pérdida de eficacia subsecuente ¿qué alternativa tenemos? Si bien podemos sumar productos de origen biológico, al mismo tiempo debemos reforzar la resistencia natural de las plantas a las enfermedades, y varios tipos de moléculas hoy se han desarrollado y otras siguen en desarrollo para lograr generar este tipo de respuestas en la planta y eventualmente en órganos específicos, como el fruto. ¿Cuáles son estos activos? Realizaremos un breve análisis en una segunda parte de este artículo, donde estableceremos los mitos, verdades, pros y contras de este tipo de productos…
Un equipo de investigadores del INTA y del Conicet determinó que la revegetación con Brachiaria brizantha mejoró significativamente las propiedades de suelos degradados.
Una nueva investigación de la Universidad de Florida muestra que los productores pueden ahorrar hasta un 67%, o hasta medio millón de galones por acre por temporada, al alternar los ciclos de riego intermitente por aspersión entre encendido y apagado, logrando el mismo rendimiento.
La pruina es una capa cerosa de aspecto blanquecino o grisáceo que se encuentra de manera natural en la superficie de muchas frutas, hojas y tallos.