Cultivo del Maqui: Aristotelia chilensis (Mol.) Stuntz es una especie autóctona conocida comúnmente con el nombre de Maqui, es un árbol siempreverde endémico de los bosques subantárticos cuya distribución en Chile está por el norte desde la Provincia de Limarí en la IV región, y por el sur hasta la provincia de Aysén en la XI región (Rodríguez et al 1995).
Se desarrolla preferentemente en suelos húmedos del valle central, en los faldeos de ambas cordilleras, quebradas o márgenes de los bosques, desde cerca del nivel del mar hasta los 2.500 metros de altitud, encontrándose además, en el Archipiélago Juan Fernández (Rodríguez et al, 1995).
Aparece en la sucesión como colonizador de suelos recién quemados o explotados, formando grandes manchas llamadas “macales”, que sirven para proteger al suelo de la erosión.
A. chilensis pertenece a la familia Elaeocarpaceae, es una planta dioica que dependiendo de su distribución florece entre los meses de octubre a diciembre. El fruto es una baya redonda carnosa de color violeta oscuro, de 5 mm de diámetro, con tres lóculos en su interior, los que contienen dos semillas angulosas cada uno (Pinto, 1978 en Bonometti, 2000). El fruto del maqui es comestible y suele utilizarse en la preparación de confites y mermeladas. Se preparan además jugos y bebidas alcohólicas.
Su madera es blanda y no tiene aplicaciones técnicas importantes; es usada en algunos tipos de artesanía popular. La corteza tiene fibras semejante a las del cáñamo, pero de menor calidad y es usada en la confección de cuerdas para atar.
Al maqui se le atribuyen algunos usos en medicina popular, siendo utilizado por el pueblo mapuche y campesinos para el tratamiento de enfermedades contagiosas, curación de cicatrices, enfermedades de la garganta y úlceras de la boca (Silva y Bittner, 1992).
Las hojas en polvo se usan para curar heridas y cicatrices, en infusión para enfermedades de la garganta, úlceras bucales y tumores intestinales, en cataplasma para fiebres y tumores; los frutos como tizana para diarreas, enteritis y disenterías (Convenio Andrés Bello, 1983 en Bonometti, 2000).
Otra forma de uso popular es el jugo de las hojas en molestias bronquiales y contra tumores intestinales (Montes y Wilkomirsky, 1985 en Bonometti, 2000).
El análisis químico del fruto del maqui ha detectado la presencia de flavonoides con capacidad antioxidante (Fauré et al, 1990) y bajas concentraciones de alcaloides de tipo indólico como la aristotelina, aristotelona, aristona y aristotelinina. La aristotelina se ha identificado como un metabolito secundario que tiene actividad antimitótica (Cespedes et al, 1990 en Cespedes et al 1995).
También se ha determinado que en los frutos de maqui, se encuentran antocianidinas las cuales serían responsables del color púrpura característico de los frutos (Silva y Bittner, 1992 en Poblete 1997). Debido a la intensidad de su materia colorante se le ha usado en el teñido de objetos de artesanía e incluso para mejorar la coloración de los vinos tintos, práctica que no está permitida por la legislación de alcoholes en Chile (Pinto, 1978 en Poblete 1997).
El maqui es un árbol delgado de 30 a 35 cm de diámetro que alcanza una altura de hasta 10 metros (Zevallos y Matthei, 1992).
La corteza es lisa, clara, blanda y se desprende fácilmente en tiras. Posee hojas perennes, simples, provistas de estípulas caedizas, opuestas, con peciolos rojizos de 1,5 a 2 centímetros, con forma oval-lanceolada, borde aserrado, color verde brillante y nervadura reticular marcada. Su textura es coriácea y el largo alcanza entre 4 y 9 centímetros (Hoffmann, 1991 en Bonometti, 2000).
A. chilensis es una especie dioica, es decir, las flores femeninas y las masculinas están sobre ejemplares diferentes. Estas flores unisexuales se encuentran reunidas en umbelas de 2 a 3 unidades que nacen en las axilas de las hojas (Hoffmann, 1991). Por su parte Rodríguez et al (1983), dice que la inflorescencia de A. chilensis es un corimbo paucifloro de 2 a 4 flores axilares.
Las flores de Maqui son amarillo pálidas, de 5-6 mm de diámetro, con un cáliz con 5-6 sépalos lanceolados, agudos, pubérulos, casi libres, de 2-2,5 mm de ancho, con 5-6 pétalos, transovados, de 3-4 mm de largo. Además las flores femeninas poseen un ovario grueso, verdoso, trilocular; estilo corto y estigma trífido; estambre reducidos a estaminodios (Rodríguez et al, 1983; Hoffmann, 1991).
La flor masculina de Maqui tiene 10-15 estambres, dispuestos en dos verticilos que rodean un ovario rudimentario; anteras vellosas y largas, dehiscentes por dos poros apicales; filamentos cortos y delgados. El polen escapa por aberturas situadas en el extremo. Además por la disposición colgante de sus flores está protegida contra la lluvia y el rocío (Urban, 1934 en Bonometti, 2000).
La flor femenina de Maqui tiene una duración promedio de 6,5 +/- 0,2 días, siendo menor que en flores masculinas que alcanzan una duración de 7,2 +/- 0,8 días (Gori 1983 en Bonometti, 2000).
El fruto del maqui es una baya redonda comestible de color negro brillante, de unos 5 mm de diámetro, de pulpa dulce en cuyo interior hay dos semillas angulosas (Hoffmann, 1997), otros autores mencionan que posee entre 2 a 4 semillas angulosas de 3 mm de largo y 2 mm de ancho (Oyanadel, 2002). Céspedes (1998), citado por Bittner et al., (1995), menciona que el color púrpura del fruto se debe a la presencia de antocianinas.
Este fruto posee alto valor alimenticio y un porcentaje de humedad de 56,4% (Correa y Yesid, 1992; Santibáñez, 2008). Por el dulzor de su pulpa es muy apetecida en las localidades rurales para su consumo fresco, como así mismo por las aves nativas que contribuyen a su propagación a grandes distancias.
Producto a este ultimo mecanismo es por el cual prolifera en ambientes quemados o talados, comportándose como pionera en las áreas perturbadas (Donoso, 1992). Tiene una gran capacidad reproductora y se regenera fácilmente después del fuego, gracias a la presencia de yemas en la parte basal del vástago.
Su fenotipo puede variar según las condiciones ambientales. Por ejemplo, en las zonas de mayor elevación en las cordilleras, se observa de forma arbustiva, baja altura, ramas tendidas en el suelo y margen de las hojas fuertemente aserrado (Rodriguez et al, 1983; Donoso, 2006). Sin embargo, en sitios de bajas elevaciones es posible encontrar individuos de hasta 10 m de altura (Zevallos y Matthei, 1992).
Prefiere suelo con abundante materia orgánica y humedad. Esta característica lo restringe a solo algunos lugares de la región climática, por lo cual no compite importantemente en gran cantidad de tipos de suelo y zonas geomorfológicas. En la Cordillera de la Costa se desarrolla sobre suelos graníticos sin grandes restricciones de humedad y profundidad, desde los 300 hasta los 1.100 m.s.n.m.
En la Cordillera de los Andes se desarrolla con mayor frecuencia en trumaos y otros con suficiente humedad y aportes de material orgánico. Si bien abunda en suelos húmedos, también se ha observado en suelos degradados y secos (Donoso, 1974; Donoso, 2006). En la Región de Aysén se desarrolla sobre trumaos principalmente, en sectores erosionados de laderas y márgenes de renovales que crecieron posteriores a los incendios.
En la zona de clima templado crece en distintos tipos de suelo y unidades de paisaje, como características de fertilidad como profundidad y régimen hídrico, pasan a ser menos importantes debido a la mayor humedad ambiental disponible.
A lo largo de toda su distribución, maqui ocupa los lugares que han sido recientemente despejados por alteraciones y/o perturbaciones, por lo cual es considerado un agente importante en el control de la erosión (Rodríguez et al., 1983; Donoso, 2006).
En el norte de su distribución, en la zona del clima mediterráneo, se asocia principalmente a lugares húmedos como quebradas, laderas sombrías, zonas expuestas a niebla y riberas de ríos y lagunas. Suele ser más común en la Cordillera de la Costa, donde la influencia costera permite el desarrollo de especies con mayores requerimientos de humedad, más típicos de la zona sur del país (Villaseñor, 1979; Villaseñor, 1986a, b cit. Donoso, 2006).
Constituyendo bajo este clima parte de la vegetación higrófila, típica del bosque siempreverde que en esta zona se mantiene principalmente por su cercanía, características geomorfológicas que mantienen humedad e influencia de humedad costera.
En este último caso, el importante porcentaje de humedad atmosférica se explica por la acción de vientos oceánicos que transportan masas de aire marítimo hacia el interior del continente (Mercado y Henríquez, 1976 cit. Donoso, 2006).
Hacia el sur, dentro del clima templado, la dependencia de cursos de agua, quebradas y otras zonas húmedas, se hace menos preponderante. Aquí puede crecer en una gran cantidad de sitios, prosperando típicamente en los bordes de parches de bosque, lechos de ríos y arroyos, praderas abandonadas y otros lugares con baja cobertura de dosel.
La intolerancia de A. chilensis hace que se comporte como una especie típica de etapas sucesionales tempranas, formando parte de la composición inicial de renovales post-alteración en la zona centro-sur de Chile a lo largo de casi todo el perfil transversal. Se asocia a otras especies pioneras, que dependiendo de las características de sitio y otros factores que influyen en la formación de una comunidad, forman parte de los renovales de Nothofagus y bosques siempreverdes de varias especies, en ambas cordilleras y en el llano central (Donoso, 2006).
Por su amplio rango latitudinal y diversidad de hábitat en los cuales crece, se le puede encontrar coexistiendo con una alta cantidad de especies, sin embargo, no presenta asociaciones muy características. Su hábito arbustivo en muchas partes de su distribución, y la similitud de requerimientos y habilidades competitivas que muestra con muchas especies arbustivas alóctonas, aumentan la multiplicidad de posibles asociaciones (Donoso, 2006).
En la zona norte de su distribución, A. chilensis se desarrolla en distintos tipos de bosques, principalmente en aquellos de zonas húmedas y en menor medida en otros más cálidos y secos de los Tipos Forestales Esclerófilo, Roble-Hualo, Palma Chilena y Ciprés de la Cordillera, donde se puede encontrar con especies como Citronella mucronata, Quillaja saponaria, Lomatia hirsuta, Peumus boldus, Gomortega keule, Cryptocarya alba, Nothofagus obliqua, Schinus latifolius, Nothofagus leonii, Nothofagus obliqua var. Macrocarpa, Beilchmiedia berteroana, Nothofagus alessandrii, Nothofagus glauca, Dasyphyllum excelsum, Crinodendron patagua, Drimis winteri, Luma chequen, Nothofagus dombeyi y Austrocedrus chilensis, entre otras.
Hacia el sur de su distribución puede formar densos bosques o matorrales casi puros denominados “macales”, o participar como especie acompañante en renovales de Nothofagus, D. winteri, Embothrium coccineum, Eucryphia cordifolia y otras especies de los tipos forestales Siempreverde, CoigueRaulí-Tepa y Roble-Raulí-Coihue (Donoso, 2006).
En estas comunidades se puede asociar, entre otras especies con L. hirsuta, Nothofagus alpina, N. obliqua, Laurelia sempervirens, Dasyphyllum diacanthoides, E. coccineum, N. dombeyi, Nothofagus nítida, E. cordifolia, Persea lingue, Aextoxicon punctatum, Gevuina avellana, Rhaphytamnus spinosus, Myrceugenia ovata, Myrceugenia chrysocarpa y Lomatia ferruginea (Donoso, 2006).
Según Rodríguez et al., 1983 en las zonas de mayor elevación y estacionalidad en cuanto a precipitaciones, como ocurre en el tipo forestal Ciprés de la Cordillera, su crecimiento es más bien arbustivo y solo logra hábitos arbóreos con mayor disponibilidad de humedad.
A. chilensis es considerada una especie dioica, pues presenta individuos con flores femeninas e individuos con flores masculinas en distintos pies, en algunas flores masculinas es posible encontrar ovario fértil, por lo tanto está posibilitado el desarrollo esporádico de frutos, esto debido a que no se ha completado el proceso evolutivo, es decir, del paso de hermafroditismo a la diocia, presentándose así como una especie dioica incompleta (Cardenas, 1998 cit. Cabello, 2003).
Por otro lado Urban (1934), explica que en la flor femenina la presencia de estambres estériles es debido a un desarrollo regresivo o afloramiento de la flor hermafrodita a la flor unisexual.
Las flores femeninas de maqui tienen un ovario grueso, verdoso, trilocular, estilo corto, que sostiene un estigma dividido en 3 partes, la estructura sexual femenina está rodeada de numerosos estaminodios ó estambres estériles. El estigma además es alargado con una serie de papilas proyectadas hacia fuera y que en la parte basal del ovario se encuentra un disco nectarífero junto a los estaminodios (Cardenas, 1998 cit. Cabello, 2003).
La conformación de estas flores es muy similar a las femeninas, están provistas de un estilo rudimentario, que a diferencia de las flores femeninas está rodeado de gran cantidad de estambres fértiles (Hoffmann, 1997). Estos estambres se distribuyen en dos verticilos en una cantidad de 10 a 15 estambres, las anteras vellosas y largas se encuentran en filamentos cortos y delgados. Cardenas (1998) cit.
Por Cabello (2003), menciona que las anteras son adnatas, es decir, que los sacos polínicos están fijos al conectivo en toda su longitud. En algunas flores se observa que el pistilo presenta un desarrollo mucho menor en tamaño de ovario y estigma en relación con los estambres que lo rodean.
Gori (1983), citado por Oyanadel (2002), señala que la duración promedio de una flor femenina es de 6,5 días, siendo menor que en las flores masculinas (7,2 días).
En esta especie, las flores senescentes se mantienen por varios días en la planta, especialmente las masculinas, pero la medición de longevidad floral, sólo abarca el período en que la flor es funcional en términos reproductivos. Algo similar es mencionado por Riveros y Smith-Ramirez (1995) cit. Por Cardenas (1998), quien indica que esta especie florece en forma masiva, es decir, floraciones abundantes por cortos periodos de tiempo.
La flor masculina puede permanecer más tiempo sin presentar colapso de sus distintas estructuras y abscisión de la corola, debido a que los cambios florales manifestados como senescencia ocurren relativamente más rápido, cuando se deben a la polinización, que cuando sólo siguen al término de la viabilidad floral.
Según Rodríguez et al., (1983), A. chilensis florece desde el mes de octubre, hasta principios de noviembre y los frutos maduran entre diciembre y enero, alcanzando una coloración negra. Sin embargo, es posible encontrar individuos femeninos que anticipan el comienzo de la floración algunos días con respecto a los masculinos (Cárdenas, 1998).
En la zona sur de su distribución la floración ocurre entre noviembre y enero y la fructificación se desarrolla entre diciembre y abril (Riveros y Smith-Ramírez, 1995 cit. Cardenas, 1998).
Al comienzo de la fructificación los frutos presentan una coloración verde que luego pasa a ser rojiza y termina con el fruto maduro cuando esta se muestra violácea o morada oscura. Estos cambios en el inicio de la floración y fructificación dependen de los gradientes ambientales asociados a los cambios en la elevación y latitud, por cuanto deberían variar según zona geográfica (Donoso, 2006).
Se cree que la polinización de maqui es producida a través del viento debido a la insconspicuidad de sus flores (Donoso, 2006), sin embargo, ocurre principalmente por insectos (Urban, 1934). Confirmando esta aserción Riveros et al., (1991), registraron insectos visitadores en A. chilensis de las familias Apidae, Halictidae, Colletidae y Anthophoridae del orden Hymenóptera y Syrphidae del orden Díptera. Según Mora (1999), citado por Donoso (2006), los insectos que más visitan las flores de maqui son Colicana albopilosa y Ruizantheda mutabilis.
Una de las razones de la visita de estos insectos la menciona Urban (1934), quien sugiere que las flores al ser colgantes y pequeñas, facilitan el depósito de polen sobre el insecto que posteriormente lo lleva al estigma de la flor femenina. Westwood (1982), citado por Bonometti (2000), señala que las abejas al polinizar el maqui prefieren las partes iluminadas del árbol que las mas sombreadas, lo que confirmaría la aplicación de labores de silvicultura en macales.
Por otro lado se señala que la estrategia de regeneración de A. chilensis por las características de su fruto, es profusamente consumido por distintas aves frugívoras del bosque templado que actúan como agentes diseminadores de las semillas de la especie. Las semillas obtenidas de estos frutos son digeridas y dispersadas a gran distancia en las fecas (Donoso, 2006).
Urban, (1934), menciona a la torcaza (Patagoenus araucana) como un ave depredadora típica del fruto de maqui. También se nombra al zorzal (Turdus falcklandii magallenicus), diucón (Pyrope pyrope), tordo (Curaeus curaeus) y fio-fio (Elaenia albicep) entre las más comunes (Armesto et al., 1987 cit. Donoso, 2006).
Se ha observado que la diseminación endozoica, es decir, la ingestión del fruto por parte de las aves, provoca cambios en la semilla, por el efecto mecánico provocado por la molleja del ave, o químico, producto de sus jugos gástricos, y por lo tanto requeriría para su germinación de tratamientos especiales destinados a modificar la testa de la semilla (Valdebenito et al., 2006).
El grano de polen de maqui es considerado de forma más o menos circular, el espesor de la exina corresponde a 0,5 µ. las dimensiones del grano fluctúan entre 18 – 19 µ. se señala como un grano radioisométrico, tricolporado, presentando un surco (colpo) largo angosto y hundido, los poros están conectados hacia las constricciones del colpo siendo poco distinguibles, caracterizándose como un grano prolado y subpropalado (Heusser, 1971; Cabello, 2003).
Brewbaker (1967) y Cronquist (1981) citados por Cabello (2003), mencionan que las especies de la familia Eleocarpaceae presentan granos de polen con dos núcleos. Además, mencionan que por lo general son pequeños, globosos y tricolporados. De acuerdo a la clasificación de tamaño de Erdtman (1945), este tipo de grano es considerado pequeño.
Cultivo del maqui: Granos de polen de maqui. A) Sin germinar (Fuente: Mora, 1999). B) Germinado (Fuente: Cabello, 2003).
Los insectos defoliadores consumen el follaje de vegetales hospedantes necesarios para su nutrición y desarrollo afectando hojas, brotes o yemas foliares. En los árboles afecta los procesos de fotosíntesis y respiración que en definitiva se traduce en pérdidas de crecimiento y desarrollo.
A. chilensis ha sido afectado por varias especies del genero Polythysana (Lepidóptera, Saturniidae), son polífagas asociándose a varios hospedantes del bosque nativo.
Polythysana apollina Felder y Rogenhofer se distribuye en Chile entre las regiones V a X y su periodo de vuelo comprende desde Febrero a Abril. Tiene como hospederos a las especies A. chilensis, Maytenus boaria Mol., Cryptocarya rubra (Hill.) Robison, Crinodendron patagua Mol. y Kageneckia oblonga R. et P. (Angulo et al., 2004).
Polythysana cinerascens Philippi, de nombre común Mariposa de cuatro ojos. Entre sus hospedantes se encuentran A. chilensis, M. boaria Mol., Cupressus macrocarpa Gord; Rosa sp.; Pinus maritimus; Pinus canadiensis; Beilschmiedia miersii (Gay) Kostern), Nothofagus obliqua (Mirbel), Nothofagus dombeyi O., Nothofagus alpina P. & E.), Pseudotsuga menziesii (Mirb.) Franco, Kageneckia oblonga R. et P., Pinus radiata D.
Este insecto se distribuye en Chile entre la IV y la X regiones y su periodo de vuelo se efectúa entre enero y abril (Angulo et al., 2004). El ataque lo producen las larvas alimentándose sólo del follaje, especialmente en primavera. La defoliación es de baja incidencia (Baldini et al., 1994).
Polythysana rubrescens (Blanchard) tiene de hospederos a A. chilensis y K. oblonga R. et P. Este insecto se distribuye en el sur de Chile entre la VIII y X regiones y su vuelo lo realiza entre diciembre y agosto (Angulo et al., 2004).
También A. chilensis y M. boaria son utilizados de hospederos por Cercophana venusta (Walker) presente en Chile entre la IV y IX región, es posible observar su vuelo entre febrero y abril. (Angulo et al., 2004).
Según un estudio sobre el bosque maulino De La Vega y Grez., 2008, mencionan como especies de insectos defoliadores asociados a A. chilensis a: Protopsilapha pallens (Blanchard) (Coleóptera, Chrysomelidae), Protopsilapha pyrroptera (Phil & Phil) (Coleóptera, Chrysomelidae), Psathyrocerus sp. (Coleóptera, Chrysomelidae), Psathyrocerus fulvipes Blanchard, Sericoides viridis (Solier) (Coleóptera, Scarabaeidae) y Sericoides obesa (Germain) (Coleóptera, Scarabaeidae).
A principios de la temporada de crecimiento de A. chilensis, la abundancia de Sericoides obesa fue significativamente mayor en el bosque continuo que en los fragmentos. Al avanzar en la temporada, Sericoides viridis se hizo más abundante en los fragmentos. Por el tamaño y la voracidad de los insectos del género Sericoides ellos serían los principales responsables de los patrones de defoliación de A. chilensis en el bosque maulino.
En la categoría de insectos que consumen madera de A. chilensis en la VII región de Chile se ha detectado la presencia de Ancylodonta tristis Bl. (Coleoptera, Cerambycidae) observada en madera muerta y viva; en el caso de Callideriphus laetus Blanchard (Coleoptera, Cerambycidae), Neohebestola humeralis (Bl.) y Xenocompsa flavonitida (F.&G.) (Coleoptera, Cerambycidae) en madera muerta (Barriga et al., 1993).
En el ámbito de producción de plantas, Hinojosa (1997) comprobó la patogenicidad de Macrophomina phaseolina (Tassi) Goid. sobre A. chilensis y la clasificó como una especie altamente susceptible a este hongo. Macrophomina phaseolina (Tassi) Goid. Es un género monotípico, pertenece a la División Eumycota, Clase Deuteromycetes, Orden Sphaeropsidales, Familia Sphaeropsidaceae (Ainsworth and Bisby, (1961), citado por Sanfuentes (1989).
Según Hinojosa (1997), los síntomas más característicos de la enfermedad que afecta a A. chilensis asociada a Macrophomina phaseolina son muerte de tejidos del eje tallo-raíz acompañado de ennegrecimiento de los tejidos colonizados y la presencia de esclerocios sobre la raíz principal constituye un signo evidente de este hongo.
Por otra parte, Minter y Peredo (2006), registran a otros hongos asociados a A. chilensis: Coriolus fernandezianus; Crepidotus aristoteliae; Ganoderma australe; Marasmiellus alliodorus; Monilia sp.; Mycena austrororida; M. fernandeziana; Mycena tenerrima; Mycena triplotricha; Mycenella aristoteliae; Septoria maqui.
Muchas son las especies de parásitos vegetales que viven a expensas de otros vegetales se diferencian en base a la presencia o no de clorofila, las plantas holoparásitas son aquellas cuya alimentación depende totalmente de su hospedante al ser incapaz de realizar actividad fotosintética y las hemiparásitas poseen una cierta independencia del hospedante aunque por los general no pueden sobrevivir sin el parasito.
A. chilensis, es hospedante de la hemiparásita Lepidoceras kingii Hook. F. (Santalales: Loranthaceae). Es un arbusto muy ramificado de tallos verde claro, delgados y quebradizos, puede alcanzar tamaños que sobrepasan 1m. Hojas opuestas, de color verde claro pequeñas dispuestas en forma regular muy próxima entre sí. Seguramente la diseminación es por aves. Suele causar daños graves y en algunos hospedantes incluso hasta provocar la muerte (Godoy et al., 2001).
Misodendron oblongifolium DC. (Santalales: Misodrendaceae) es otra hemiparásita de A. chilensis, arbusto de tallos robustos y grisáceos, en ejemplares jóvenes algo rojizos y pubescentes. En el punto de inserción con el mesonero presentan un engrosamiento notorio.
Hojas elípticas, con nervadura paralela. Algunos hospedantes se podrían ver seriamente afectados ante ataques masivos por este parásito .Se le encuentra desde Ñuble a Aysén, principalmente por la Cordillera de Los Andes (Orfila, 1978; Godoy et al., 2001).
También la hemiparásita Tristerix tetrandrus (R. et P. Martius (Santalales: Loranthaceae) utiliza de hospedero a A. chilensis, es un arbusto muy ramificado, quebradizo, que a veces sobrepasa 1 m de largo. Hojas perennes aovadas, de tamaño variable, algo carnosas, con disposición alterna u opuesta.
Flores muy vistosas de color rojo. Es el parásito más común y frecuente en Chile como también inespecífico. Dispersión de las semillas por aves (Godoy et al., 2001). Estas germinan sobre la rama, introduciendo su haustorio a través de la corteza (Hoffmann et al., 1986).
Ha sido constatada la positiva respuesta de maqui para reproducirse vegetativamente. Según Doll et al., (1999), se puede llegar a 100% de enraizamiento al usar estacas proveniente de tocones y un sustrato de arena. Al usar ácido indol butílico (AIB) se ha llegado a un 90% de enraizamiento en concentraciones de 2.000 ppm, sin encontrar diferencias significativas con el tratamiento testigo (Bonometti, 2000).
Salinas et al., 2011 en la Región de Aysén al usar AIB en polvo, obtuvieron un 47% de enraizamiento cifra menor al compararla con el tratamiento testigo donde se obtuvo un 53%. Palma (2001), citado por Valdebenito et al., (2006), realizó ensayos de propagación en plantas femeninas en la Región del Bío-Bío, encontrándose mejores resultados en concentraciones de 1000 mg lts-1 con 73,3% de enraizamiento.
Mientras que en plantas masculinas de maqui recolectadas en Chillan, los mejores resultados se encontraron en dosis de 3.000 mg lts-1 de AIB, con un 67,5% de enraizamiento (Poblete, 1997). Según Bonometti (2000), la utilización de un esqueje basal permite un desarrollo mayor del largo de brotes y mejora el enraizamiento respecto al esqueje apical, sin embargo, en ambos casos la utilización de la hormona aumenta la longitud de los brotes y el enraizamiento.
Jugo de maqui
Polvo de maqui liofilizado
Maqui deshidratado
Mermelada de maqui
Para obtener el manual completo descarga el siguiente PDF.
Manual de Cultivo de Aristotelia chilensis (Maqui)
Fuente: Corporación Nacional Forestal (CONAF), Instituto Forestal (INFOR),
Métodos de control de plagas basados en compuestos aromáticos naturales que atraen o repelen a los insectos (Ecología Química).
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