Proyecto Fondecyt: Herramienta rápida y de bajo costo para el monitoreo de suelos
El proyecto Fondecyt pretende aumentar productividad y reducir huella de carbono de agricultores.
Proyecto Fondecyt liderado por el académico de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la U. de Chile, Osvaldo Salazar, propone impulsar la agricultura sustentable del futuro a través de espectrómetros portátiles, equipo que permite entregar un detallado plan de manejo de fertilidad de los suelos.
“Imagínense en el futuro solo con una medición poder entregarle de inmediato al agricultor o agricultora un plan de manejo de la fertilidad de suelos en una sola visita…”. Así destaca Osvaldo Salazar, profesor de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, el potencial de los espectrómetros portátiles de infrarrojo cercano (NIR), tecnología de reciente desarrollo que permite estudiar y monitorear la fertilidad de los suelos de manera inmediata y a bajo costo.
¿Cuál es la importancia de esta herramienta para estudiar y monitorear los suelos? El equipo entrega in situ una serie de datos sobre propiedades del suelo: pH, carbono orgánico, cationes y contenido de arcilla, solo con un scan del suelo que toma 5 segundos, y cuyos resultados se visualizan en un celular a través de la interfaz de una App. De esta forma, la información recogida puede ayudar a disminuir los costos y aumentar la productividad de sistemas agropecuarios, por ejemplo, determinando cultivos apropiados, identificando cantidad de carbono en los suelos y mejorando la eficiencia en el uso de fertilizantes, productos que en el último tiempo han elevado de forma considerable su precio.
Pero su utilización no solo traería beneficios productivos, sino también a nivel ecosistémico. El académico de la Universidad de Chile, quien desarrolla un proyecto Fondecyt para la implementación de esta tecnología en la agricultura, explica que muchos agricultores -sobre todo pequeños- hoy no utilizan el análisis de suelos porque es costoso y tienen muy interiorizada la práctica de fertilizar mediante recetas, lo que a veces resulta en una aplicación desmedida de nitrógeno y fósforo. “Estos elementos tienen un impacto directo en la emisión de óxido nitroso, que participa en la destrucción del ozono estratosférico y es un potente gas de efecto invernadero, y en la eutrofización de las aguas. De hecho, la agricultura ha sido identificada como uno de los principales aportantes a este proceso, que se aprecia -por ejemplo- en la proliferación de algas en los cuerpos de agua. El nitrógeno y el fósforo son su alimento, por lo que crecen y al ir muriendo y descomponiéndose agotan los niveles de oxígeno del agua. Es como un espiral de degradación en el que todo el sistema acuático finalmente termina muriendo”.
El investigador aclara que el estudio y monitoreo de suelos no es algo nuevo y que este servicio hoy es realizado principalmente a través de espectrómetros de laboratorio. Sin embargo, el proceso tiene un valor cercano a los 50 mil USD y puede demorar -por lo general- unas dos semanas. Estos nuevos equipos móviles, en cambio, ofrecen resultados inmediatos, sin tener que enviar muestras de suelo a laboratorios, y por un costo aproximado que hoy alcanza los 5 mil USD, valor que probablemente bajará a futuro. "No es más que una linterna", comenta el profesor Salazar, quien espera que esta herramienta pueda integrarse como un elemento más a la agricultura digital y sustentable del futuro junto a otras tecnologías como el uso de drones, la observación satelital y los sensores para riego. La integración de estos elementos, en definitiva, permitirá la rápida toma de decisiones en los campos.
Mapa con suelos de Chile
La iniciativa de la Universidad de Chile, desarrollada en colaboración con el Instituto de Agricultura de la Universidad de Sidney, busca acompañar a agricultores de todo el país en la implementación de esta tecnología y entregar asesoría en la gestión de los suelos a través de la interpretación de sus resultados. Pero otra de las metas del proyecto es desarrollar un mapa con más de 1.000 muestras de suelos entre Coquimbo y Aysén. “Chile es un laboratorio de suelos, en el sentido de que tiene una tremenda variabilidad de tipos de suelos, característica que hace interesante su estudio a nivel global. Nuestra meta inicial era llegar a 500 muestras de suelos, pero esa meta ya la cumplimos en el segundo año. Entonces, nuestra siguiente meta es llegar a 1.000 muestras de suelo de campos de agricultores y agricultoras en los siguientes dos años”, explica Osvaldo Salazar.
El objetivo, plantea, es llegar a tener la mayor base de datos de los suelos de Chile, una especie de librería de suelos. “Estamos trabajando en un catálogo de suelos muestreados con los resultados de los análisis y eso quedará como un recurso de libre acceso. Es una fotografía de los suelos en un momento, entonces a futuro puede hacerse una nueva fotografía y eventualmente evaluar cambios. Por otra parte, a futuro pensamos trabajar en mapas digitales específicos de los niveles de carbono, nitrógeno, PH, etc. Entonces, el día de mañana se pueden tener distintas capas de información y sobre eso también tomar decisiones a nivel territorial”, indica.
“Nosotros vamos recolectando muestras de suelo a una profundidad de 30 centímetros, que es la profundidad estándar en la que se están haciendo los mapas de suelo a escala mundial”, detalla el académico, quien plantea que este equipo complementa otros modelos elaborados a partir de la observación satelital o los sensores remotos, que entregan una imagen de la superficie del territorio. De esta forma, es posible conocer no solo la composición de los primeros centímetros del suelo, sino también lo que ocurre a mayores profundidades.