INIA: Institución de investigaciones agrícolas venezolana que pierde a su personal calificado
Juan tiene una finca en el estado Portuguesa, en el occidente de Venezuela, donde acostumbra a sembrar hasta cinco hectáreas de cebolla. En 2019, el campesino encargó semillas que le trajeron desde Colombia, pero un tipo de maleza invadió su cebollar.
Juan llevó lo que dañaba sus cultivos a la sede del INIA en Portuguesa. En el lugar, solo estaba la recepcionista y unos trabajadores administrativos. No había científicos. “Le pregunté a la secretaria si las personas que estaban me podrían ayudar con mi problema de maleza; es más, les llevé unas muestras. Ella (la recepcionista) me dijo que no estaban analizando nada, porque no estaban los licenciados”, detalló.
Los trabajadores en el ente no le dieron razones sobre por qué el brote de maleza en su campo, tampoco se ocuparon en encontrar el origen del mal. No había profesionales para investigar y aplicar el método científico en la entidad.
Estudio del campo venezolano
El INIA es una institución científica, adscrita al Ministerio de Agricultura, encargada de los estudios relacionados con el campo y la agricultura. Fue creada en 1961, durante el gobierno de Rómulo Betancourt, para estudiar los cultivos, evitar contaminaciones y propagación de plagas en los campos agrícolas y agropecuarios de Venezuela.
La institución era conocida como el Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Fonaiap). En su momento llegó a ser una referencia en la región. Su personal era calificado con estudios superiores, doctorados y maestrías.
Estos profesionales creaban y aplicaban nuevas tecnologías e innovación a las cadenas agroalimentarias que buscaban desarrollar el sector rural del país. Su principal misión fue fortalecer la capacidad productiva y la formación de nuevos talentos para llegar a obtener una producción agrícola con equidad, autonomía y competente para tener un desarrollo sostenible de la agricultura futura del país.
Tras 70 años de actividad en Venezuela, el INIA se está quedando sin personal calificado. Muchas son las razones, como la emergencia humanitaria compleja, la falta de presupuesto para los laboratorios y profesionales científicos; sobre todo, la migración forzada de venezolanos.
El 2 de febrero, las Academias Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, de Lengua, de la Ingeniería y el Hábitat, de la Historia, de Ciencias Económicas, de Medicina y de Ciencias Políticas y Sociales, firmaron un comunicado donde denunciaron la falta de presupuesto por parte del gobierno de Nicolás Maduro para la investigaciones científicas y humanitarias.
“La provisión presupuestaria ha sido un incontestable modo de afectar severamente el funcionamiento de las instituciones académicas y científicas”, se lee en el documento. Asimismo, dejaron claro que, desde hace cinco años, no reciben fondos suficientes para la innovación.
Esta situación también afectó al INIA, que desde hace una década, que además padece el desabastecimiento, la capacitación de nuevo personal y una asignación presupuestaria limitada.
La emergencia humanitaria compleja que afecta al país, también causa estragos en la comunidad científica, en especial los relacionados a la investigación en los campos de cultivo del país. Y es que se requieren al menos 12 mil millones de dólares para levantar la producción agrícola en el país, según datos de Werner Gutiérrez, ingeniero agrónomo y profesor titular de la Universidad del Zulia (LUZ).
Los bajos salarios y las malas condiciones laborales obligaron a muchos de los trabajadores del INIA a migrar o simplemente abandonar sus labores, lo que pone en riesgo años de estudios e investigación que se desarrollaron.
Una muerte anunciada
Investigadores del INIA, consultados para esta investigación, explicaron que el declive de la institución comenzó cuando el instituto científico fue trasladado del Ministerio de Ciencia y Tecnología al Ministerio de Agricultura, en el año 2007.
Para 2012, los investigadores del INIA dejaron de recibir un presupuesto sostenible para desarrollar nuevas investigaciones como: crear nuevas variedades de arroz, investigar las semillas de productos agrícolas, multiplicarlas y, sobre todo, hacer control de plagas de malezas.
Desde 2015, la falta de personal de relevo y la migración, así como la jubilación del personal calificado, afectó la institución científica, que tiene representación en 22 de los 23 estados del país.
La falta de información oficial sobre el actual estado del INIA, obligó al equipo de Efecto Cocuyo a contactar con la institución científica. Sin embargo, no hubo respuesta de las autoridades.
La página web oficial de INIA (www.inia.gob.ve) no está en funcionamiento actualmente. Además, las cuentas en redes sociales de la institución difunden solo propaganda política del gobierno de Nicolás Maduro. En otras palabras, es difícil saber, con certeza, cuántas sedes del INIA funcionan actualmente en Venezuela.
“No existe un instituto, por lo menos aquí en Portuguesa y creo que en otros estados tampoco, donde sencillamente el productor pueda asistir a tratar de buscar ayuda. Una parte de esa investigación que requiere el campo venezolano es la supervisión, el productor necesita tener algún sitio sanitario que deba aplicarse en algún cultivo en particular”, dice Celso Fantiel, primer vicepresidente de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro).
Se fueron del INIA y del país
Para Fantiel, la falta de profesionales en las áreas de investigación del INIA obligó a los agricultores a realizar sus estudios en el campo de forma autónoma e independiente del control del Estado. Ante la falta de observación científica, la contaminación en los campos venezolanos, con semillas de mala calidad o de origen extranjero, no compatible con los suelos del país, merma la producción agrícola nacional.
“Esa situación ha traído como consecuencia la importación de semillas a Venezuela que no funcionan en el campo del país; estas siembras no son chequeadas en el instituto porque no hay profesionales que lo atiendan”, reitera Fantiel.
Una data filtrada a Efecto Cocuyo revela que 108 profesionales, especializados en ingeniería agrónoma, con estudios agrícolas de cuarto nivel, desertaron de sus puestos, en su mayoría por la migración forzada desde 2015. Para 2021, en el INIA quedan 525 trabajadores. Según los investigadores entrevistados, la gran mayoría de este personal no están preparados académicamente para asumir cargos de investigación. / Efecto Cocuyo