Los hongos entomopatógenos, son un grupo de microorganismos biocontroladores ampliamente estudiado, distribuidos mundialmente, y capaces de infectar insectos y causarles la muerte.
En el proceso evolutivo, los insectos han desarrollado estrategias para explorar nichos específicos de aquellas plantas que utilizan para alimentarse. Uno de los aspectos ambientales más notables de adaptaciones es su capacidad para alimentarse de los órganos subterráneos de las plantas durante la fase larvaria y luego cambiar al consumo foliar (parte aérea) como adultos. Los miembros de al menos siete órdenes de insectos, incluyendo muchas plagas de importancia agrícola, pasan gran parte de su ciclo de vida como herbívoros (fitófagos) de raíces.
Considerando estos antecedentes, uno de los primeros puntos a considerar a la hora instaurar un plan de manejo orgánico para el control de larvas fitófagas subterráneas es la prevención de ellas, basándose en un programa de identificación y monitoreo intensivo en el año (Cuadro 1 y 2), para luego tomar las respectivas decisiones de control.
Para esto, los agricultores deben conocer las etapas de desarrollo de estas especies y saber cuándo la población de las plagas aumentan más allá de lo permitido y que provocarán un daño económico en sus huertos, pudiendo así realizar acciones de control que tendrán mayores probabilidades de éxito. Otro punto a tener en cuenta es el conocimiento del cultivo, hortaliza o frutal a establecer, junto con las plagas asociadas a este y de los controladores biológicos que estos tengan.
Para el caso de frutales menores (como el frambueso y el arándano) y de hortalizas cultivadas en la XIV Región de Los Ríos y X Región de Los Lagos en Chile, la incidencia de las plagas puede variar entre temporadas y entre zonas geográficas distintas; incluso esta variabilidad se puede presentar al interior de los predios (entre cuarteles, parcelas o huertos), por lo cual se debe diseñar estrategias diferentes (Gerding, 2005; Devotto, 2012; Cisternas, 2013).
Realizar un adecuado programa de monitoreo e identificación de larvas fitófagas subterráneas, con un ciclo de vida mayor o igual a 1 año; alertará al productor con anticipación, esto puede variar alrededor de 6 a 8 meses de anticipación; pudiendo identificarse cuáles especies son más abundantes y que se presentarán como adultos en sus huertos (Cuadro 1 y 2).
Realizar una buena identificación de la especie de la plaga evitará que se generen grandes pérdidas; debido a la elección equivocada de productos específicos, menor productividad del huerto, y aumento de los costos producto de replantes. Este conocimiento es fundamental para lograr una buena planificación y funcionamiento de un programa de producción orgánica (Devotto, 2012; Cisternas, 2013; Sepúlveda, 2019).
El monitoreo de plagas subterráneas se recomienda realizar a inicio de otoño y consiste en realizar pequeñas excavaciones en torno al crecimiento de las raíces (de unos 40 cm de profundidad); verificando la presencia de larvas e identificándolas (lo ideal son unas 10 muestras por ha al azar).
Con esta práctica es posible conocer el momento en el que una toma de decisión o aplicación será más efectiva o si será necesario realizar aplicaciones posteriores (Ellena et al., 2012).
El control de larvas a través de hongos entomopatógenos consiste en la aplicación de microorganismos que son parte del control biológico y que actúan atacando a las larvas subterráneas; siendo capaces de enfermar a especies específicas de insectos y provocarles la muerte.
Estos hongos actúan como un insecticida biológico mediante la liberación de toxinas que son capaces de atravesar el exoesqueleto de los insectos (capa dura, liviana y resistente que cubre el cuerpo de estos; la cual se unen internamente los músculos) y alcanzar su hemoceloma (cavidad general del cuerpo de los insectos donde se alojan sus órganos vitales y la hemolinfa) (Devotto y France, 2010; Sepúlveda, 2019).
Entre los hongos más estudiados y que poseen atributos técnicos y económicos necesarios para tener aplicabilidad práctica en manejos orgánicos se encuentran; Beauveria bassiana, B. brongniartii, Metarhizium anisopliae, M. flavoviridae, Lecaniicillium lecanii, Paecilomyces fumosoroseus y Nemuraea rileyi.
Hay que tener en consideración que estos hongos poseen una alta especificidad (específicos a diferentes especies de insectos); siendo fundamental la identificación de la plaga (Sepúlveda, 2019).
La aplicación de estos hongos entomopatógenos deben hacerse con alta humedad ambiental y sin radiación; ya que estos microorganismos son sensibles a las altas temperaturas y a la incidencia directa del sol (debido a los rayos ultra violeta). Hay que tener cuidado con el traslado y utilización de estos productos, sin exponer al sol.
Lo ideal es aplicar la solución con la dosis de esporas recomendada por hectárea, durante las últimas horas de la tarde; una de las formas más prácticas es a través del sistema de riego por goteo lo que permite que la solución llegue fácilmente hasta donde se encuentran las larvas.
Es importante considerar que estos microorganismos en forma natural se desarrollan en el suelo, donde están protegidos de la radiación ultravioleta y a la desecación; ambos factores incidentes en la viabilidad y efectividad de las conidias (espora de los hongos).
Con estos antecedentes, podemos inferir que la utilización y efectividad de estos hongos para el control de larvas subterráneas de insectos plagas son altas; pero su utilización está más destinada para la prevención, siendo aconsejable realizar aplicaciones previas a la plantación o en el sustrato del vivero y con las larvas debidamente identificadas (Cuadro 1 y 2) y con la correcta elección del hongo entomopatógeno.
Si el cultivo ya está establecido, las aplicaciones deben dirigirse a la base de las plantas; evitando el uso de fungicidas químicos, fertilizantes amoniacales o cal para asegurar la sobrevivencia del inóculo y por ende un eficiente control.
La llegada de la mosca de alas manchadas, Drosophila suzukii, supuso un desafío mayor para los productores de frambuesa en Chile, ya que este frutal es una de las especies preferidas por esta plaga para reproducirse.
La mosca de alas manchadas, Drosophila suzukii, es uno de los problemas sanitarios más importantes en mora, frambuesa, frutilla y arándano en Chile, desde su llegada al país en 2017.