Para tener éxito en el establecimiento y rendimiento de los cultivos, sean estos cereales, hortícolas, flores o frutales, entre otros, hay que entender la estrecha relación de un sistema altamente complejo: la relación suelo-agua-planta.
La base de la agricultura descansa en todos los procesos que tienen lugar en las plantas y que es conocida como la fisiología vegetal, que son todos los procesos metabólicos que tienen lugar en el reino vegetal, determinados a su vez por el ecosistema (medio), la fitoquímica (bioquímica vegetal), la percepción vegetal (relación de las plantas con su medio y con la forma en que reciben los estímulos del medio), la anatomía vegetal, la biología celular y la biología molecular.
Entender y estudiar cada una de estas partes, va a marcar la diferencia entre un cultivo con un rendimiento bajo y un cultivo de alto rendimiento, ya sea para agricultura intensiva o convencional o para una agricultura ecológica (orgánica).
Dentro de los procesos que son vitales dentro de las plantas se encuentra la fotosíntesis, la respiración celular, la nutrición vegetal, la función de las hormonas vegetales (fitohormonas), los tropismos, los movimientos násticos, el fotoperíodo, la fotoformogénesis, los ritmos circadianos, la fisiología del estrés, la germinación de las semillas, la transpiración y la función de los estomas siendo estos dos últimos, parte de la relación de las plantas con el agua, siendo además, la transpiración, la fuerza motora que permite que las plantas absorban el agua necesaria desde el suelo, y aquí es donde entra a jugar su papel el tercer elemento de este sistema: el suelo, que es el medio que sirve como sustrato para que las plantas reciban de él la humedad y nutrientes que necesita para realizar todos sus procesos metabólicos.
El suelo es un complejo sistema, conformado a su vez por una parte física (por ejemplo la espacio aéreo, poros, estructura, la textura) que debe brindar a las raíces el espacio adecuado para el correcto crecimiento de las mismas, una parte biológica, compuesta por todos los microorganismos que lo conforman hongos, bacterias, nemátodos, y una parte química conformada por un sin número de características y reacciones que tienen lugar en el, tales como la conductividad eléctrica, la concentración de sales, la concentraciones de protones (pH), entre otros, que tienen una estrecha relación con el buen desarrollo vegetal, pudiendo ser en algunos casos donde no se maneja bien, una gran limitante para el crecimiento de las plantas, pudiendo llegar a causar la muerte de las mismas si las condiciones se vuelven muy severas y extremas.
El contenido de materia orgánica de un suelo, su pH, su conductividad eléctrica, su concentración de sales, sus contenidos de nutrientes como micro y macroelementos; entre otros, se pueden determinar mediante análisis de laboratorio.
Por otro lado, está el un último elemento: el agua. Es este solvente universal, el medio a través del cual las plantas van a absorber todos los micro y macronutrientes (minerales) que necesita para todos los procesos metabólicos, o sea para su fisiología.
Un punto clave en la relación suelo-agua-planta, y generalmente muy poco considerado; es la calidad del agua de riego que se aporta a las plantas; ya que puede en algunos casos afectar la química y la bioquímica del suelo, como el pH (acidez o alcalinidad (suelos básicos)); la concentración de sales (suelos salinos), suelos salinos sódicos, afectando si no se maneja bien, el rendimiento de los cultivos. La calidad del agua de riego de puede determinar mediante análisis de laboratorio.
Tanto las plantas; como el suelo y el agua deben ser estudiados y manejados a cabalidad para poder sacar el máximo rendimiento posible aprovechando el potencial productivo de cada especie. Ver al suelo; a la planta o al agua como entes distintos o por separado es cometer un error que va a afectar sin duda la producción de los cultivos.
Como recomendación final cuando nos enfrentamos a un sistema de cultivo del cual no tenemos información ni experiencia; es realizar análisis de laboratorios a las plantas; al suelo, y al agua, esto servirá para hacer diagnóstico certero de la condición del cultivo. En posteriores artículos comentaremos sobre cómo se hace una correcta toma de muestra para enviar a análisis de laboratorio.
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