Por Claudio Reyes Hurtado, Coordinador Diplomado Planificación Estratégica de Recursos Hídricos UCSC y consultor senior en AWUA 

Claudio Reyes Hurtado.

Mi abuelo paterno se fue desde la región del Maule (Chile) a buscarse la vida a las salitreras, por allá por 1920. Tenía 15 años. Cuando el negocio se acabó, regresó, junto con muchos otros que habían dejado su traje de agricultor por otro de calichero, y se bajó del bus en Santiago. Nunca volvió a Placilla.

En la década del 60, muchos siguieron ese camino. El campo no daba oportunidades ni contenía las aspiraciones de inquilinos y sus hijos (e hijas), y por esos días cerca del 20% de la población de Santiago vivía en una toma en alguno de los fundos que estaban de Avenida Matta al sur.

Como respuesta, se inició el proceso de reforma agraria. "La tierra para los que la trabajan", con el fin de entregar nuevas oportunidades y me imagino, contener los procesos migratorios. Desprovistos de capital, los nuevos propietarios siguieron una suerte dispar. Algunos vendieron al poco tiempo, otros lograron asentarse y criar a una nueva generación que rápidamente volvió a mirar las luces de la ciudad. Para eso me esforcé en educarlos, decían sus padres.

Una vez que los padres envejecen, y en muchos casos, los campos se secan, se pierde el ímpetu por mantener esta unidad productiva. Los hijos no van a volver al campo, y la parcela se convierte en parcela de agrado (o la compra una agrícola de las grandes).

Es un proceso histórico. El cierre del ciclo de la reforma agraria, pensaba (ya me corregirán ustedes que saben más de eso).

Pero en estos días en Ovalle nos dijeron que los nietos estaban regresando al campo. Quizás la ciudad se volvió menos amigable. Quizás tienen nostalgia de esas vacaciones eternas en el campo con los abuelos. Quizás quieren regresar a algo parecido a la sostenibilidad.

No lo sé en realidad, pero me queda claro que la seguridad hídrica consiste en proveer la oportunidad para que regresen, que cuenten con el agua necesaria para que el territorio mantenga una función productiva y cultural, y contribuir además para que esto se logre de manera sustentable.

Esto es un proceso permanente, y lo entiendo desde mi experiencia personal. ¿Cómo lo entienden ustedes?