La temporada de uva de mesa ya finalizó y se sitúa como una de las campañas más difíciles registradas en la historia de México. La actual crisis logística provocó que la calidad de las uvas fuera afectada y los precios cayeran.
Desde la Asociación Agrícola Local de Productores de Uva de Mesa de México (AALPUM) explican que los retrasos de las navieras ocasionaron daños para el sector, con caídas en la calidad de uvas negras y rojas sumado a una disminución de los precios de hasta un 30% respecto a la temporada anterior.
Juan Alberto Laborin, director general de la asociación, dijo a Portal Frutícola que “teníamos una acumulación de uvas negras de Chile y Perú porque los barcos, puertos y las cámaras de fumigación estaban saturadas, por lo tanto, comenzamos con una temporada llena de mucha fruta. Había una saturación de mercado impresionante, con productos que se tardaron y de mala calidad, por ejemplo, en el puerto de Long Beach (EE. UU.) estuvimos días esperando para descargar los barcos”.
Laborin explica que el escenario se complicó mucho porque la cosecha inició tarde. Las únicas uvas que tuvieron buen tamaño fueron las blancas, pero las Flame experimentaron pérdidas, lo que dificultó las proyecciones de la temporada.
A lo anterior, también se sumó el alza de los fletes, el diésel y las nuevas rutas de los choferes mexicanos, que tienen programado solo manejar una cierta cantidad de horas de acuerdo con las bitácoras, lo que incrementó el valor del flete y generó una escasez de conductores para la industria mexicana.
Para revertir el escenario, las nuevas estrategias de AALPUM apuntaron a modernizar el color y la calidad de las frutas. En marzo de cada año, la entidad negocia los precios, que pueden ser semanales con las cadenas mayoristas (retail). “Si el mercado abierto está alto o bajo, hacemos ajustes. Hemos evolucionado favorablemente con las cadenas para hacer este tipo de operaciones”, comentó Laborin.
La campaña 2022 finalizó en 22 millones de cajas de uvas, de 18 libras, lo que significó que se mantuvo igual a la temporada anterior. Laborin detalla que la industria se enfrentó a una campaña muy difícil y aunque haya productores con capacidad financiera para replantear variedades, les será complicado debido al escenario logístico y a la inflación que afecta al país.
Con exportaciones a más de 20 países del mundo, principalmente a EE.UU. y Canadá, México el año pasado exportó uva de mesa a Corea del Sur y está creciendo en Japón y Filipinas. Sin embargo, hubo complicaciones en los envíos hacia Taiwán y Tailandia, que por problemas políticos no pudieron ingresar la fruta.
En cuanto a desafíos, la globalización ha provocado que Perú pasará de exportar 3 millones de cajas a 60 millones y que Chile tomará gran parte del mercado. El director general de AALPUM indica que “nosotros estamos haciendo intentos comerciales en otros estados para tener uvas todo el año. Todas las demás áreas del mundo están buscando cómo salir más temprano o alargar la cosecha”.
El tema varietal está cambiando a todo el mundo, por ejemplo, variedades tardías que no se daban en Chile y México ahora se están dando. “Las variedades tardías están afectando a todos. Chile e India están generando variedades nuevas y alargando más su ciclo, China está creando variedades más tempranas. El mercado global es más competitivo, entonces tenemos que buscar costos más baratos para hacer lo mismo”, señaló Laborin.
México compra variedades de Chile y España para probarlas y aprender de la adaptación de la fruta. Laborin dice que México no tuvo la capacidad de crear un centro de genética y desarrollar sus propias variedades como lo hizo Brasil o EE.UU., por ello, compran las variedades que son caras y pagan regalías entre USD 12 y USD 13 millones anuales a los genetistas.