La operación de poda para cualquier especie vegetal es necesaria y beneficiosa para prácticamente la totalidad de los árboles de interés humano (tanto productivo como ornamental). La poda del almendro como en cualquier frutal resulta imprescindible para corregir el crecimiento y hacer el árbol más productivo y equilibrado.
Ya hemos comentado en otras ocasiones como en la poda del olivo o la más reciente poda del ciruelo, que existen diferentest tipos de poda según su finalidad. En la poda del almendro no va ser diferente pero vamos a recordarlo:
- Poda de formación: Su nombre lo dice, formar al árbol para darle la estructura deseada.
- Poda de fructificación: Su función es equilibrar ramas y brotes para conseguir la mayor productividad posible (se intenta no perjudicar al árbol ni menguar en calidad de producto)
- Poda de restauración: Es la que se aplica cuando se quiere rejuvenecer un árbol o recuperar en caso de una afección severa por enfermedad.
Teniendo claro los 3 tipos de poda, veamos cómo podar un almendro para cada tipo de poda:
Normalmente, cuando se va formar un almendro se parte de un árbo adquirido del viverista así que vamos a empezar desde ese punto.
También se puede obtener un vástago de almendro pero eso ya lo veremos en otra ocasión. Partiendo desde el punto en el que tenemos un árbol de aproximadamente 1 m, debemos empezar la poda de formación cuanto antes.
Los periodos de poda en seco se realizan siempre cuando el árbol tiene la mínima actividad fisiológica posible, en el reposo invernal, que comprende desde noviembre hasta febrero aproximadamente.
La poda de formación durará aproximadamente 4 años. En cada uno de esos años se deben realizar podas con ligeros matices según va evolucionando el árbol. Entremos en materia:
Una vez tenemos plantado el vástago procedente del vivero tendremos que podar por encima de una rama anticipada a la altura de un 1 metro aproximadamente.
Las ramas destinadas a ser las principales, (normalmente 3 o 4), se cortan a 2 yemas por encima de una yema inferior.
Todas las ramas anticipadas que queden por debajo de estas 4 se deben cortar a una yema. Estas ramas serán las denominadas tirasavias y permitirán que el tronco ensanche.
Cuando el almendro esté en periodo vegetativo (después del invierno), escogeremos 4 brotes vigorosos y pinzamos a 3 o 4 hojas del brote nacido de la segunda yema. Estas ramas se podarán durante la poda del siguiente invierno.
Las ramas principales van creciendo y les salen ramas anticipadas. Las ramas principales se deben cortar a una altura de 2/3 de su longitud. Las ramas que queden a 25 cm por debajo de la linea de poda deben cortarse a una yema. Las inferiores las dejaremos.
Son las que formarán las ramas secundarias. También se deben eliminar desde la base, las tirasavias que habíamos dejado.
Repetimos la misma operación. Podamos a 2/3 de longitud las principales y a una yema las ramas que estén a 25cm por debajo de la línea de poda. Las ramas inferiores seguirán formando secundarias de segundo nivel. Es importante eliminar las ramas que van hacia dentro de la copa del árbol. Deben ir hacia fuera.
El árbol del año 4 ya no lo hemos dibujado porque la poda ya consiste básicamente en eliminación de chupones que tiren hacia el interior. Ya las ramas principales crecen mucho menos.
La poda de fructificación tiene como objetivo principal establecer las ramas secundarias productivas. Esta poda consite en repartir y equilibrar bien las ramas productivas por todo el árbol durante el 4 y 5 año.
Eliminación de chupones, despuntando prolongaciones y en general eliminado ramas muertas, improductivas y enfermas. Según vayan pasando lo años, el almendro será cada vez menos productivo.
Todo árbol tiene unos años de máxima producción y luego empieza a decaer de forma natural. En nuestras manos está que ese período de máxima producción se alargue lo más posible.
Para ello, es aconsejable realizar aclareos ligeros cada 3 años aprovechando, por ejemplo, brotes nuevos para rejuvenecer las secundarias.
Normalmente esta poda se debe hacer cuando ya no queda otra solución. Es lo más drástico a la hora de intentar recuperar un árbol enfermo por ejemplo.
Las recomendaciones para hacer o no hacer esta poda radican en el grosor de las ramas principales. Si el diámetro supera los 10 cm no es conveniente hacer la poda.
La herida abierta es muy grande. En estos casos, la sustitución por otro ejemplar joven es lo más adecuado.
La poda de restauración se debe hacer al comienzo del reposo invernal (noviembre) dejando las ramas principales con una longitud de 0,5 m haciendo los cortes, lo más limpios posible.
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