En este artículo vamos a tratar de informar acerca de los componentes minerales que deben formar parte de la nutrición de los frutales, y partir de esto, intentar conocer las carencias nutricionales a partir de una inspección visual.
En las plantas podemos encontrar más de 100 elementos, pero sólo se consideran esenciales algunos de ellos. Estos minerales se clasifican de la siguiente manera.
Macroelementos: 99% (C: 40-50 %, O: 42-44%, H:6-7 %)
Primarios: N, P, K.
Macroelementos secundarios: Ca, Mg, S
Microelementos esenciales: Fe, Mn, B, Zn, Cu, Mo, Cl.
Este elemento participa en el desarrollo del tubo polínico y de las flores.
En los frutales la deficiencia es excepcional, y puede deberse al alto contenido de su antagonista, Ca.
El calcio es abundante en las hojas y aumenta con la edad. También está presente en la corteza. Es una carencia que se presenta únicamente en suelos muy ácidos, por lo que la solución correspondiente es reducir esa acidez con encalados (CaO o cal viva, cal apagada, yeso, etc.).
Es un componente importante de la clorofila y en el abonado de frutales, y se encuentra en órganos en desarrollo como las yemas florales en formación. Contribuye en la formación de proteínas y posee gran movilidad en la planta.
Se le asocia a la síntesis del ácido indolacético (AIA). La carencia de este elemento se soluciona con aplicaciones de sulfato de zinc en riego y en aplicaciones foliares.
Su papel se considera semejante al del elemento anterior ZINC.
La carencia de azufre suele ser muy rara, ya que al realizar el abonado de frutales, ya se realiza enmiendas indirectas de este mineral. Es un compuesto clave en la regulación de vías metabólicas y en la activación de ácidos orgánicos.
Su carencia produce retrasos en el crecimiento, fecundación defectuosa, movimientos anormales de reservas, retrasos en la maduración, etc.
Es el elemento que presenta mayor movilidad y solubilidad en los tejidos. Regula la absorción de agua, transpiración, síntesis de hidratos de carbono, etc. Su carencia restringe el desarrollo de brotes y retrasa la caída de la hoja en otoño.
En ocasiones, las carencias se pueden observar a simple vista, en otras hacen falta estudios de laboratorio y análisis foliares. Aquí vamos a comentar las principales carencias que puede aparecer en los cultivos.
Los cambios aparecen en las hojas viejas. Se ven hojas más claras de color verde pálido, que va tornándose amarillo, incluyendo las nerviaciones. El amarilleamiento de las hojas, aunque comienza por las hojas viejas, llega a toda la planta. Una forma de distinguir la carencia de hierro o clorosis férrica es observar que en este caso, la clorosis empieza por las hojas más jóvenes, al contrario de la carencia de nitrógeno.
Solución: aplicación de fertilizantes nitrogenados (nitrato amónico, nitrato cálcico, nitrato potásico, etc.)
Interviene en el intercambio de N de los tejidos de las plantas. La presencia de esta carencia es poco frecuente, y en general presenta una clorosis que se inicia en las hojas adultas. Esta clorosis puede aparecer únicamente en los nervios de las hojas o aparecer necrosis en los bordes (con deformaciones en forma de enrollado)
Solución: en general, aumentar el pH (añadir basicidad al suelo) para que desbloquear el molibdeno.
Los primeros indicios de carencia de potasio se observan en hojas viejas. Éstas presentan las puntas y los bordes de las hojas amarilleando para con el tiempo, secarse. En algunos casos se observa enrojecimiento de las hojas jóvenes. A partir de aquí se afecta el crecimiento del cultivo, la fructificación y la floración.
Solución: uso de fertilizantes con contenido en potasio (ClK, sulfato de potasio, nitrato de potasio, fosfato monopotásico) en riegos y aplicación foliar de sulfato de potasio al 2%.
La carencia de este mineral se presenta en sus inicios en las hojas inferiores, que corresponde a las más viejas. La coloración de las hojas se inicia con una tonalidad verde oscura que se torna rojiza hasta secarse.
Con el tiempo, disminuye el tamaño de las hojas y se produce un adelgazamiento de brotes y tallos.
Solución: abonado de fertilizante de base fosfórica en el interior del suelo (a partir de 10 cm) para facilitar el acceso a raíces, ya que este elemento presenta poca movilidad.
La carencia de hierro (clorosis férrica) es una de las más conocidas. La primera manifestación se inicia en las hojas jóvenes, con una coloración amarillenta de la hoja exceptuando los nervios. El progreso de esta carencia termina por amarillear la hoja por completo y se extiende a las hojas adultas. Se puede distinguir de otras clorosis debido a que el cultivo presenta esta anomalía de forma no uniforme.
Solución: el origen de esta carencia puede deberse en gran medida a un pH alto del suelo. Una solución temporal para mejorar el cultivo es la aplicación de fertilizantes de quelato de hierro, pero si el suelo es básico el problema surgirá de nuevo, por lo que es conveniente acidificar el suelo (turba ácida, ácido cítrico, quelatos de hierro, etc.).
La carencia de manganeso se manifiesta en las hojas y el síntoma más notable es una clorosis ya que este elemento juega un papel fundamental en la fotosíntesis. Se inicia en las hojas jóvenes. Cuando la carencia es grave, las hojas nuevas emergen con pecas y estrías en toda su extensión. Si bien el estriado se presenta entre las nervaduras, difiere del provocado por la carencia de Fe por su irregularidad y por la aparición de pecas.
Solución: La aparición de esta deficiencia se debe sobre todo a suelos calizos (pH alto) ya que se disminuye la solubilidad y absorción de este mineral. También puede aparecer en suelos con textura gruesa, como los arenosos Se suele aplicar quelatos de manganeso sobre el riego o pulverizado sobre las hojas, además de otros fertilizantes comerciales como sulfato de manganeso, cloruro de manganeso, nitrato de manganeso.
La carencia de zinc se manifiesta en las hojas jóvenes, produciéndose un moteado clorótico. En cítricos aparecen bandas irregulares a lo largo de los nervios principales, sobre el fondo de la hoja que se torna amarillo blanquecino.
El crecimiento de los brotes se detiene y la planta adquiere un aspecto en forma de roseta. En el estado final de la enfermedad las ramas se necrosan y mueren desde las puntas. Las plantas con afectación grave dejan de producir frutos, o bien estos son pequeños y muy amargos al sabor.
Solución: La aparición de esta deficiencia está condicionada por el cultivo en suelos calizos, deficientes en materia orgánica o muy erosionados, suelos muy cultivados. Cuando se denote el inicio de esta carencia se actúa con quelatos de Zinc o sulfato de Zinc.
La deficiencia de azufre, aunque son casos muy raros presenta las siguientes características. La planta sufre clorosis generalizada que incluye los haces vasculares. Suele darse en hojas jóvenes en sus inicios, ya que el azufre presenta poca movilidad.
En general presentan un crecimiento reducido, debilitándose los tallos y haciéndose más quebradizos. Pueden presentarse defoliaciones en algunos cultivos. A medida que evoluciona la carencia de este mineral las hojas se tienden a arrugarse.
Solución: cualquier compuesto sulfatado de los que se mencionan anteriormente.
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