Hoy hablamos de la akadama, uno de los sustratos más famosos para el milenario arte japonés de miniaturización vegetal llamado bonsai.
Un sustrato que en mezcla con otros, hacen las delicias nutritivas de muchas de las especies vegetales que tienen que enraizar en bandejas de profundidades ridículas y obtener todo lo que necesitan en muy poco espacio. De ahí que sea tan tan especial y veremos por qué.
Los sustratos para las plantas son un mundo. Sólo con los tres primeros componentes texturales del suelo: arena, arcilla y limo, podemos tener una infinidad de sustratos en base únicamente a la granulometría (tamaño) de las partículas de suelo.
De esto ya hemos hablado ampliamente en otros artículos como el de la textura del suelo. Si además le sumamos los contenidos en macro y micronutrientes, fase acuosa, fase gaseosa, materia orgánica disponible y otros elementos, estamos ante una mezcla de compuestos en un equilibrio casi mágico que hace que una planta, un cultivo, un árbol de jardín o un bonsai puedan tener su soporte, su alimento y su medio de expansión radicular para poder estar ahí, fotosintetizando y «chupando» todo el CO2 que puedan para metabolizar sus nutrientes.
Esta es una pregunta muy fácil de responder y no tan fácil de aplicar a la realidad. La profundidad de sustrato de un bonsai es «nula». El arte está en mantenerlo en bandejas más bien planas. Ahí tienen todo su sistema radicular y evidentemente no pueden extender sus raíces en busca ni de agua ni de nutrientes. Así que un sustrato para un bonsai debe ser «esponjoso» y nutrido y esto se resume en:
- Buenísima capacidad de retención de agua
- Muy poroso, muy aireado para evitar la asfixia radicular.
- Un perfecto equilibrio entre las dos anteriores para evitar encharcamiento por un lado o excesivo drenaje por otro.
- Abonados metódicos y muy controlados.
Nos vale con tierra normal. No. El arte del bonsai no es emular a la naturaleza precisamente. Es hacer esculturas con los arboles y eso requiere ciertas condiciones óptimas de crecimiento que hay que asegurar a la planta. Y aquí es cuando el akadama viene a salvar nuestras vidas.
La definición ortodoxa y de libro sería: Una arcilla granular cuyo origen es volcánico y que se encuentra únicamente en Japón, sitio donde nació el arte del bonsai. La consecuencia real de esta definición se resume en:
Si. Así de claro. Es una de sus grandes propiedades y que hacen que podamos hacer crecer bonsais en lugares casi imposibles. Tanto en clima como en suelo. Y decimos clima porque ese equilibrio de agua y aireación sumado a su estructura per se, permite cultivar ciertas especies en climas donde habitualmente no crecerían gracias a esta retención de humedad y porosidad. Es un sustrato caro pero los expertos en la materia lo usan con asiduidad.
Hay controversia sobre si usar únicamente sustrato de akadama es conveniente o no ya que hay una cuerda de detractores y críticos que dicen que este sustrato carece de suficientes nutrientes y otros que han podido cultivar en sustrato de akadama 100%.
Por ello, se suelen hacer recomendaciones de mezclas con otros elementos como Kiryuzuna y el Pomice. Veamos ligeramente las diferencias.
- Kiryuzuna: Es una zeolita con gran capacidad de retención de agua también y ligeramente ácida, con un cierto aporte de hierro y recomendada para coníferas.
- Pomice: Es la conocida piedra pómez. Como elemento extructural es interesante mezclarlo con la akadama ya que este es muy poroso y ligero pero no lo ocurre lo mismo que a la akadama en cuanto a degradación. La akadama tenderá a desestructurarse con el tiempo y el pomice permanecerá intacto por lo que ayuda a mantener la estructura porosa del sustrato.
Los porcentajes ya son cosa de alquimia y cada especie requerirá unas u otras mezclas. Además cada maestrillo tiene su librillo y habrá gente que use 100% akadama y le vaya bien y otros mezclen 80-20% con Kiryuzuna… es todo un mundo y lo mejor es que cada uno encuentre su equilibrio partiendo de ciertas bases ya establecidas como correctas.
Si no se van a hacer abonados muy controlados y metódicos, se suele mezclar también con turbas ya que con este material aportamos además materia orgánica aunque acidifica un poco el medio.
Durante años y años de bonsai se ha utilizado este sustrato pero como todo, tiene sus detractores y sus amantes incondicionales. Cada uno tiene sus argumentos y efectivamente los hay a favor y en contra. Ya hemos visto las propiedades y para qué se suele utilizar. Veamos ahora los problemas que puede acarrear este sustrato.
Los argumentos a favor o en contra de este sustrato dependen de muchas cosas. En primer lugar tenemos que pensar en el entorno del bonsai, sobre todo el clima. No es lo mismo un clima subtropical de alta humedad, temperaturas medias anuales elevados, casi sin heladas o sin ellas, que un clima continental de inviernos fríos y veranos muy extremos con un ambiente seco en general. Esto condiciona mucho el crecimiento de la planta y unas condiciones pueden ser favorables a una especie y otras menos.
Pero ¿puede el clima afectar a algo tan «inerte» como un suelo? Inerte lo ponemos entre comillas porque de inerte tiene poco en realidad. Pero en este contexto cuadraba el término para la explicación que viene.
Pensemos en el agua y sus propiedades físicas que nos enseñan desde la escuela. ¿Qué le ocurre al agua cuando se congela? Lo más evidente, cambia su estado a sólido. Y ¿qué le ocurre a su volumen? Aumenta considerablemente. Ya sabemos qué pasa si metemos latas de refresco al congelador y se nos olvida sacarlas…
Este aumento de volumen tiene unas consecuencias específicas en la roca muy estudiadas por los geólogos como proceso de erosión. Y es este proceso el que literalmente machaca la akadama. Recordemos que es una arcilla granular y eso significa que es muy porosa.
En esos poros se introduce el agua, de ahí su capacidad de retención. Cuando se congela, la presión ejercida por el hielo en el espacio del poro rompe la estructura de la akadama y la convierte literalmente en polvo de arcilla.
Esto al cabo de 2 o 3 años, en inviernos de fuertes heladas destroza por completo las buenas propiedades. La akadama se concierte en un sustrato arcilloso, que retiene agua pero no airea, apelmaza y encharca, echando al traste tanto esfuerzo en nuestro bonsai. Resumen:
Poros akadama con humedad condensada por bajada de temperatura –> hiela –> se congela el agua de los poros –> aumenta volumen –> se disgrega la estructura –> polvo de arcilla asfixiante para las raíces a medio plazo.
Nota: En las heladas secas (con poca humedad ambiente) esto sucede en menor medida. Helar hiela, pero la cantidad de agua es menor. De todas formas hay muchas especies de bonsai que debemos proteger de los rigores del frío durante el invierno y en ese caso la akadama aguantará más tiempo sin degradarse.
Aunque no haya heladas, la degradación de la akadama acaba sucediendo y se recomienda su trasplante en condiciones óptimas cada 4 o 5 años.
El estado de la cuestión sobre los nutrientes de la akadama es amplio y dividido. Muchos dicen que no tiene nutrientes. Y hemos llegado a ver videos de Youtube en los que se demuestra que tiene mucho hierro porque le pegas un imán de frigorífico y se quedan perlitas del sustrato pegadas. ¿Pero es ese hierro 100% disponible para la planta? Normalmente no.
Por eso en agricultura se usan los quelatos de hierro y no clavos esparcidos por el campo. Al margen de pruebas caseras, lo que si se puede decir de las gravas volcánicas en general es que tienen algunos, no todos, macro y micronutrientes como pueden ser ciertas cantidades de hierro, fósforo, magnesio o calcio en forma de óxidos de dichos elementos.
De ahí, a que sean el único sustrato posible para un bonsai es mucho aventurar si no se realizan abonados posteriores de forma muy metódica y vigilada. La akadama tampoco tiene aporte de materia orgánica, que habrá que dársela al árbol en algún momento. De ahí que las mezclas anteriores sean interesantes.
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