Luego de la cosecha de las Cerezas, una de las labores de manejo agronómico que no se debe descuidar en el huerto es la fertilización. Esto, porque en postcosecha los árboles desarrollan un proceso fisiológico que consiste fundamentalmente en la absorción de nutrientes y en la síntesis de azúcares que, durante el otoño, serán en gran parte almacenados en órganos de reserva tales como raíces, tronco, ramas, y otras estructuras como los dardos. En tal contexto, es posible afirmar que cuando realizamos la fertilización postcosecha del cerezo, estamos trabajando activamente para la producción de la temporada siguiente.
El Nitrógeno (N), es uno de los minerales que más absorbe el cerezo en la fase de postcosecha, y además de su función como componente estructural de biomoléculas fundamentales, tales como aminoácidos, vitaminas, ácidos nucleicos, y muchas otras, es un componente estructural de la molécula de clorofila.
Por ello, una adecuada dotación de nitrógeno en postcosecha, será funcional a una buena fotosíntesis, contribuyendo así a la síntesis y posterior acumulación de azúcares de reserva de gran utilidad para la primavera siguiente.
Cabe destacar que cerca del 60% del N absorbido durante la postcosecha es removilizado hacia órganos de reserva durante el otoño, y luego es utilizado durante la brotación, floración, cuaja y maduración de la fruta en especies caducifolias, como el cerezo.
Por ejemplo, en el arándano, entre el 50 y el 80% de los requerimientos de N de la fruta y el crecimiento vegetativo, provienen del N absorbido durante la fase de postcosecha de la temporada anterior, y en la vid, el 25% de las reservas de N son utilizadas hasta el final de la floración y el 50% hasta la cosecha de la uva.
Figura 1. Fotografías gentileza de Hector Díaz, empresa Tavan.
Ahora bien, estudios realizados con N marcado (15N) en Cerezo indican que la cantidad de N removilizada es significativamente mayor en árboles fertilizados con elevados niveles de N en el verano-otoño anterior, y que la absorción radical de N en primavera inicia luego de 3-4 semanas después de la ruptura de las yemas.
Es decir, luego de poco menos de 1 mes desde la ruptura de yemas, recién los árboles comienzan a absorber el N desde el suelo, y hasta dicho momento, el 100% del N que viaja por el xilema hacia los brotes para llevar adelante la floración, cuaja, crecimiento de frutos y emisión de brotes, proviene del N suministrado en postcosecha.
Tales evidencias, sugieren que la distribución de la dosis anual de N durante la temporada, calculada en base a los requerimientos de cada cuartel, debe considerar un suministro importante durante la postcosecha. Sin embargo, el portainjerto utilizado condiciona significativamente este aspecto, debido a la capacidad diferencial de estos para acumular reservas nitrogenadas.
En efecto, se recomienda aplicar entre el 60-70% de la dosis de N de toda la temporada en postcosecha para huertos injertados sobre portainjertos de elevado vigor (ej. Colt), mientras que para aquellos de vigor medio (ej. Maxma 14) el valor sugerido se acerca a un 50-60%. En relación a aquellos más enanizantes (ej. Gisela 6), dicha fracción baja a un 40-50% debido a la baja capacidad de acumulación de reservas de estos genotipos.
Si el vigor del huerto luego de la cosecha es muy elevado, el cerezo utilizará el N aplicado en postcosecha para la generación de brotes muy vigorosos e inútiles para fines productivos. En tales casos, se recomienda reducir la dosis de N a aplicar en postcosecha, pero no suspenderla totalmente.
Además, en tales casos, es preferible aplicar dicha dosis más tarde en la temporada (mediados de marzo en la zona central), cuando la actividad vegetativa de los árboles va a la baja, y éstos se encuentran en proceso de removilización de reservas nitrogenadas.
En cuanto a la fuente de N a utilizar, durante la postcosecha, se pueden aplicar fuentes económicas tales como la urea, ya que al no haber fruta en los árboles, no existe el peligro de generar desbalances nutricionales (ej. elevada relación N/Ca, excesos de amonio en los frutos, etc.), que generan problemas cualitativos en la producción.
El potasio (K) es un mineral cuyos efectos en el calibre, acumulación de sólidos solubles y su requerimiento para la síntesis de color en la fruta están suficientemente documentados. Por otra parte, y a diferencia del N, solo un 30% del K absorbido en postcosecha se redistribuye a órganos de reserva durante el otoño.
Por lo anterior, el aporte de K durante la postcosecha es necesario para llevar adelante las funciones fisiológicas de los árboles propios de ese período, pero no para recuperarlo y utilizarlo en la primavera siguiente.
Así y todo, se recomienda aplicar entre un 15% y un 20% de la dosis total anual en postcosecha, ya que el K, al ser el activador enzimático por excelencia en las plantas, será muy útil para la actividad fisiológica foliar (ej. fotosíntesis), la economía del agua, la entrada en receso invernal, y otros procesos que requieren de K para funcionar adecuadamente.
Por otro lado, es muy poco lo que se sabe sobre la removilización de magnesio (Mg) hacia órganos de reserva, sin embargo, el Mg es el átomo central de la molécula de clorofila, y por consiguiente será requerido para la actividad fotosintética que los árboles realizan activamente hasta la entrada en receso.
Si bien el aporte foliar de Mg ha mostrado ser eficaz, en huertos injertados sobre portainjertos que presentan dificultades para absorber este catión (Maxma 14), los tratamientos deben ser tanto foliar como al suelo.
Figura 2. Síntomas de déficit de magnesio en cerezos variedad Santina sobre portainjerto Maxma 14 (Gentileza del Ing. Agrónomo Óscar Herrera).
Para las aplicaciones al suelo, es importante no aplicar Mg en conjunto con K, ya que ambos cationes se desplazan en el suelo, y la presencia de uno en los sitios de intercambio prevalecerá sobre el otro.
Los micronutrientes cumplen un rol importante como apoyo en el crecimientos de las plantas y en el establecimiento de los componentes de rendimiento y calidad. Ahora bien, pese a que muchos suelos son ricos en micronutrientes, éstos no siempre están disponibles.
Para huertos que estén establecidos sobre suelos con pH neutro alcalino, o que las aguas de riego son ricas en bicarbonatos, podría ser necesario aplicar micronutrientes como hierro (Fe), manganeso (Mn) y zinc (Zn) de manera periódica. Además, el cerezo es una especie clasificada como sensible al déficit de estos 3 micronutrientes, cuyas carencias suelen manifestarse de manera simultánea en el follaje.
Figura 3. Síntoma de déficit de manganeso en cerezos (Gentileza del Ing. Agrónomo Óscar Herrera).
Por esto, durante la postcosecha es muy importante mantener un follaje activo y en las mejores condiciones posibles, ya que, como se mencionó anteriormente, el buen funcionamiento del árbol en postcosecha impactará directamente la producción de la temporada siguiente.
Para el caso del Fe, lo más efectivo es realizar aplicaciones de quelatos de Fe al suelo, ya que este mineral es muy inmóvil en el floema, y las aplicaciones foliares no suelen ser eficientes. Es importante que el quelato escogido para el tratamiento presente una alta estabilidad a pH alcalino.
En contraste, las aplicaciones de Mn y Zn se pueden realizar por vía foliar, ya que las cantidades requeridas por el cerezo son muy pequeñas en comparación con las de Fe, y dicha vía de aplicación suele ser efectiva y suficiente para suplir eventuales carencias.
Cultivar espárragos en el huerto puede ser una tarea gratificante. Los espárragos (Asparagus officinalis) son una hortaliza perenne que puede producir durante más de 15 años si se cuida correctamente.
Se denominan sistemas de riegos al conjunto de estructuras y procesos que permiten aplicar agua al suelo, generalmente para proporcionar suficiente hidratación a un cultivo.