Botrytis cinerea, agente causal de la pudrición gris en diversos cultivos de importancia económica, tales como la vid, el kiwi y el arándano, entre otros, constituye una de las principales limitantes de índole fitopatológica que afecta sus producciones y, por ende, a los volúmenes exportados de la fruta chilena (Latorre, 1986). En este artículo veremos el manejo de botrytis en arándanos.
Su control se realiza de manera integral, considerando fertilizaciones y podas adecuadas, pero por la gran cantidad de restos florales que son potenciales fuentes de inóculo y de difícil eliminación, preferentemente se basa en el control químico, mediante el uso de fungicidas específicos aplicados en forma preventiva desde pre-flor a cosecha. Como se desconoce el nivel de sensibilidad de las poblaciones a los distintos botryticidas, se realizan programas intensivos de control con fungicidas, lo que se traduce con el tiempo en la generación de aislados resistentes a éstos.
Botrytis cinerea es uno de los patógenos más importantes en producción y en postcosecha, puesto que es un patógeno que puede desarrollarse en un amplio rango de temperatura desde 0°C hasta los 35°C. Por ello, es crucial tomar en cuenta el control de este microorganismo. Un aspecto importante para esto es conocer su comportamiento, de modo que se establezca un manejo integrado del moho gris que asegure rendimiento y calidad en las cosechas.
Botrytis cinerea es el agente causal del moho gris que causa daños en más de 200 especies de cultivos como vid, arándano, fresa, entre otros, provocando pérdidas económicas severas, siendo una de las enfermedades más destructivas durante el desarrollo del cultivo y en postcosecha.
Es un patógeno versátil capaz de penetrar directamente en cualquier tejido u órgano de su hospedante en cualquier etapa de desarrollo de la planta, puede matar inmediatamente o permanecer sin ser detectado por un largo periodo.
Foto: https://edis.ifas.ufl.edu/publication/PP119
Comportamiento del moho gris respecto a la temperatura:
- Formación de esclerotes: 11°C – 15°C.
- Germinación: 20°C – 25°C.
- Desarrollo óptimo: 18°C - 23°C.
- Crecimiento: 0°C - 35°C.
Comportamiento del moho gris respecto a la humedad:
- Desarrollo óptimo: mayor al 95%.
Generalmente, este patógeno se encuentra en el campo dentro de un proceso que se repite a través de la producción, liberación y dispersión del inóculo.
El ciclo de infección de Botrytis cinerea se inicia con la dispersión de las estructuras que permitan al hongo seguir desarrollándose. Estas estructuras se dispersan a través del aire, la lluvia o los insectos, hasta entrar en contacto con una superficie vegetal e iniciar su ciclo de infección.
La infección primaria ocurre por medio de conidias diseminadas por acción del viento, éstas germinan y se sujetan a la superficie de la planta por medio de apresorios y emiten una hifa infectiva, dando lugar a la penetración, que puede darse directamente o mediante aberturas naturales y heridas, o por medio del crecimiento hifal del micelio de un tejido infectado en contacto con un tejido sano. En este caso, cuando parasita por primera vez ocurre la fase de instalación del patógeno y posteriormente ataca a los tejidos sanos cuando empiezan a darse condiciones favorables.
Dentro de los síntomas que presentan los cultivos infectados con Botrytis cinerea están las manchas y marchitamientos en los tejidos tanto de la hoja, como del pétalo. Asimismo, se presenta podredumbre de la corona cancros del tallo y podredumbre de los frutos.
Los síntomas del follaje aparecen primero debajo de las hojas, cerca del extremo y se forma una lesión húmeda que se va alargando rápidamente hasta volverse necrótica, tomando con el tiempo un color marrón oscuro a negro (Chase, 1987).
La infección de las flores avanza rápidamente hacia los pedicelos. Posterior a ello, aparecen otras estructuras debajo del cáliz como los conidióforos en forma de tallos diminutos con racimos de esporas en las puntas, aumentando la lesión formada. Estas lesiones generadas por el patógeno empiezan a dispersar esporas un día después de que reanudan su actividad, infectando posteriormente al fruto.
Finalmente, los frutos se cubren de un polvillo gris y se momifican. Al principio, las partes podridas están blandas y pulposas, poniéndolas correosas y secas por falta de humedad. La manifestación más clara de la enfermedad se presenta en postcosecha, sin embargo, en condiciones de alta humedad es posible observar síntomas y esporulación del hongo en campo (Rebollar 2011).
Para evitar que este patógeno infecte de forma severa nuestros campos, hay que establecer un adecuado manejo integrado del cultivo con el objetivo de asegurar la calidad y rendimiento.
1. Tipo de plantación: orientar las líneas de siembra a favor del viento, con el objetivo de evitar microclimas favorables para el fitopatógeno.
2. Poda: manejo de la poda de formación para evitar el sombreamiento de las ramas.
3. Disposición de las parras: formación de macro túneles para evitar el ingreso de agua generado por las lluvias o lloviznas.
4. Cosecha oportuna: programar la cosecha se ha convertido en una labor importante, puesto que evita la sobre maduración del fruto y por lo tanto permite una mayor vida postcosecha.
5. Limpieza del cultivo: se basa en la eliminación de hojas viejas, restos del cultivo, supresión de flores infectadas y frutos atacados, con el objetivo de evitar que el patógeno siga infestando en el campo.
Consiste en el uso de microorganismos y extractos orgánicos que suelen colonizar las heridas de los tejidos vegetales utilizando todos los nutrientes disponibles, lo que dificulta la germinación de las esporas de otros organismos patógenos.
Entre estos agentes de biocontrol destacan extractos orgánicos, bacterias, nemátodos, hongos, como: extracto de árbol de té, Bacillus subtilis, Cladosporium herbarium, Alternaria alternata; Trichoderma spp, Chaetomiun globosum, Ulocladium atrumy y especies de Gliocladium, Penicillium, Pythium y Olidium, entre otros (Espinosa 2006).
Identifica qué ingredientes activos son adecuados para el control químico del moho gris:
- Inhibidores de síntesis de ergosterol: comprende cuatro grupos de fungicidas: Triazoles, Aminas, Hidroxianilidas y Thiocarbamato que afectan la biosíntesis del ergosterol en las células del patógeno.
- Inhibidores de la síntesis de aminoácidos y proteínas: incluye a Cyprodinil, Pyrimethanil y Mepanipyrim.
- Inhibidor externo de quinona: inhibe la transferencia de electrones en el sitio Qo en el complejo mitocondrial III.
- Inhibidores de succinato-deshidrogenasa: abarcan las moléculas como Boscalid, Floupyram y Fluxapyroxad. Afectan a la enzima succinato deshidrogenasa, en la ruta metabólica de la respiración.
- Actividad química multi-sitio: posee diversos mecanismos de acción, ya que puede interferir con diferentes orgánulos y procesos fisiológicos en células fúngicas simultáneamente, incluye a: Folpet, Captan, Azufre, entre otros.
- Transporte o síntesis de lípidos: disruptores microbianos de las membranas celulares del patógeno como Bacillus subtilus, Bacillus amyloliquefaciens cepa QST 713, etc.
La rotación de fungicidas se ha convertido en un factor esencial en la programación de las aplicaciones de productos químicos. Esto se debe a que evitan que los patógenos generen resistencia, impidiendo el cambio en su constitución genética y que no sea heredado a futuras generaciones del fitopatógeno, implementando un programa de aplicaciones con diferentes grupos de acción entre los fungicidas a utilizar.
Para un exitoso manejo integrado del patógeno, es crucial conocer el comportamiento de la plaga y la fenología del cultivo al cual está atacando. Teniendo en cuenta esos dos puntos, es posible implementar un adecuado manejo de la enfermedad, integrando un plan de aplicaciones donde se consideren los diferentes grupos químicos para evitar la resistencia del patógeno y obtener altos rendimientos.
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