Gestión pública para el futuro del agro
Escrito por: Ángel Manero Campos, Ingeniero Agroindustrial con maestría en Administración de Agronegocios; ha sido gerente de Sunshine Export, Director General Agrícola del MIDAGRI y es actual consultor asociado en Planeamiento & Gestión SAC.
La internet nos hace ver lo detenidos que estamos frente a las noticias que llegan de un mundo que va construyendo el futuro; la inteligencia artificial, el metaverso, la biomedicina y la biotecnología se contraponen con noticias como: que no tenemos sistemas de administración del exceso de lluvias (los ríos se desbordan regularmente); el desastre en cosecha del mango de exportación, carente de un paquete tecnológico que lo haga producir con diferenciales de temperatura de 1,2 o 3 grados sobre la media; y lo cotidiano del mercado mayorista de Lima (12/02/2024) camote amarillo a 0.46 soles/Kg; limón sutil 1.50 soles/Kg; cebolla roja 1.35 soles/Kg; papa blanca 0.81 soles/Kg; yuca 0.75 soles/Kg; zanahoria 0.40 soles/Kg; zapallo 1.43 soles/Kg. Tomar nota que el agricultor recibe entre 30 y 65 céntimos menos que el precio mayorista; según ello, el camote y la zanahoria están a precio de regalo.
Tenemos un mercado nacional que forma, usualmente, precios bajos para el campo; y cuando llegan los precios altos, estos solo se sostienen durante semanas o pocos meses. Al otro extremo, está el mercado internacional que saturamos con 20, 25 o 60 mil hectáreas de arándanos, uvas y paltas; estos mercados ya no soportan ni cinco mil hectáreas nuevas.
Los proyectos de irrigación en cartera como CHAVIMOCHIC III y Majes II que significan unas 100 mil nuevas hectáreas, se adjudicarán en el mediano plazo solo si hay privados interesados en invertir; afortunadamente, la industria azucarera tiene espacio para crecer en caso no haya muchos postores interesados.
Existe una compulsiva orientación de entidades públicas para hacer numerosas obras de irrigación que llegan a favorecer a sendos grupos de productores; pero, acaban afectando a cientos de miles de pequeños productores que sufren un mercado nacional cada vez más saturado de alimentos con precios bajos (los precios no han mejorado en las últimas dos décadas).
Con estas premisas; se evidencia que la gestión pública sectorial agraria hace lo mismo que debía hacerse hace 50 años, cuando las necesidades eran otras. El Ministerio de Agricultura debe convertirse en el dinamizador de la actividad privada tanto de pequeños, medianos y grandes productores; y para hacer la diferencia, debe tener un expertise y una capacidad de prospección superior a la del sector privado; aquí no se necesitan miles de millones; sino, mucha capacidad y talento. Debemos concentrar los esfuerzos de la gestión pública en los procesos que apuntalen al sector privado como diversificación, innovación y desarrollo de mercados a una escala nunca antes vista.
Cuando hablo de diversificación, me refiero fundamentalmente a la adopción de negocios que funcionan en otros lados; tener fondos concursables que de forma inmediata y ambiciosa asignen recursos complementarios al sector privado (grande y pequeño) para hacer adaptación de nuevos cultivos, nuevas crianzas e industrias; incluso salirse de lo sectorial: agrotextiles, industria biodegradable y toda la industria biotecnológica ya existente en otros países.
La innovación requiere convertir los institutos como el INIA en un centro público/privado de desarrollo tecnológico. El INIA bajo una nueva normativa debería estar cazando en el mundo a todo talento que pueda desarrollar nuevas industrias para nuestro país. Esos talentos que ahora buscan financiamiento abiertamente (StartUp) pueden representar para nuestro país el liderazgo en negocios impensados: como el uso de la lignina/hemicelulosa en reemplazo de derivados del petróleo; nuevas fuentes de energía fotovoltaicas; la transgenia para el manejo integrado de plagas, árboles maderables que se desarrollan muy bien irrigados con agua de mar; proteínas y ácidos grasos obtenidos en bioreactores para alimentación animal; y la lista es larga.
El desarrollo de mercados es la cereza del pastel; empieza por el posicionamiento contundente de la gastronomía peruana en el mundo; con la compulsiva promoción de una fruta amazónica como nueva bebida mundial; con la meta clara de ser el primer exportador mundial de papa procesada; con volver a poner de moda a los granos andinos; por recuperar la gloria de un nuevo algodón peruano y confecciones de grandes marcas; por convertir al Perú en el más grande chocolatero; y la lista también es larga. PROMPERU debiera ser, también, una entidad público/privada; y no necesariamente liderada por un peruano; sino, por uno de los mejores especialistas mundiales en marketing estratégico.
Y todo esto se puede hacer sin la necesidad de ampliaciones presupuestales; simplemente innovando al Ministerio de Agricultura, al MINCETUR y las políticas públicas que llegan hasta gobiernos regionales y locales; teniendo en claro que: innovar aquí requiere cortar el árbol torcido, dejar solo la base y poner encima un injerto moderno, un injerto útil.