Cambiar la temperatura de almacenamiento de alimentos congelados trae impactos positivos al medio ambiente
Por Moises Ventocilla, Director de Ingeniería de Emergent Cold LatAm
Actualmente, el estándar global establece que los alimentos congelados deben almacenarse a -18°C, una temperatura establecida a mediados del siglo XX que proporciona un buen margen de seguridad. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere que hemos estado refrigerando los alimentos más de lo necesario en detrimento del medio ambiente.
La investigación titulada Three Degrees Of Change (Tres Grados de Cambio), coordinada por el Centro para la Refrigeración Sostenible del Instituto Internacional de Refrigeración, asegura que incrementar la temperatura de los almacenes fríos únicamente 3 grados Celsius de su temperatura actual no constituye ningún riesgo para la integridad de muchos de los alimentos y que, además, eliminaría la emisión de 17.7 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono al año.
Por ende, surge una interrogante crucial que requiere investigación: ¿resulta pertinente mantener una temperatura de -18°C en relación con los productos alimenticios actuales? ¿La reducción de las temperaturas de refrigeración por debajo de los niveles necesarios conlleva a un consumo de energía innecesario, junto con emisiones de gases de efecto invernadero que podrían evitarse?”.
La regulación debe cambiar
Tal como lo sugiere este estudio, en Emergent Cold LatAm creemos que el aumento de la temperatura en los almacenes de frío implicaría un aporte significativo para las metas de sostenibilidad a nivel global, especialmente ahora que tras la cumbre climática se están exigiendo acciones tangibles para alcanzar las metas establecidas.
Emergent Cold LatAm es la mayor proveedora de almacenamiento refrigerado de la región. La empresa ve con buenos ojos esta propuesta que sugiere cambiar la temperatura de los almacenes fríos de -18°C a -15°C, y que lograría la reducción de emisiones de carbono equivalentes a las que producen millones de automóviles al año.
Sin embargo, ésta y otras empresas de la cadena de frío están atadas por las regulaciones internacionales que les obligan a mantener una temperatura estándar.
Hasta el momento, se establece que los alimentos congelados serán seguros cuando mantengan una temperatura por debajo o igual a -18° C[3], pero en la investigación citada se asegura que en la actualidad algunos profesionales de la industria sostienen que establecer un punto estándar de -15°C sería más adecuado para determinados productos alimenticios. Proponen la posibilidad de implementar una restricción para evitar la 'sobrecongelación' de los productos, sin que esto tenga impactos significativos en la seguridad o calidad de los alimentos”.
A partir de esto, se concluye que un ajuste de temperatura podría ser valioso para mitigar el aumento en la demanda de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector. Asimismo, podría generar un beneficio comercial sustancial para los operadores de la cadena de frío al reducir los costos energéticos.
En este tipo de instalaciones el costo operativo asociado con la energía suele ser uno de los mayores gastos. La eficiencia energética es un aspecto crucial en la gestión y operación de almacenamiento en frío para reducir los costos asociados con el consumo de energía.
Al mismo tiempo de sugerir un incremento de las temperaturas en la industria de la cadena de frío, la investigación del Centro para la Refrigeración Sostenible aboga para que los países tomen medidas para asegurarse de que, a pesar de eventos adversos como el cambio climático, llegue comida segura y de buena calidad a todos los habitantes del planeta.
La industria del frío ahora tiene la responsabilidad y la oportunidad de contribuir significativamente a la sostenibilidad global y a la seguridad alimentaria, tal como lo ha hecho desde sus orígenes.