El césped puede ser un verdadero quebradero de cabeza para los inexpertos o los que se aventuran a adecentar el jardín. Aunque parece una tareas sencilla, requiere un mantenimiento alto frente a otras especies tapizantes.
Una de estas tareas consiste en llevar un programa de abonado del césped completo según la variedad y el uso que le vamos a dar. Por ello, este artículo se enfoca en la nutrición de las gramíneas ornamentales que podemos tener en el jardín. Conoceremos las mejores recomendaciones de aplicación, la frecuencia y aprender a diferenciar entre los distintos tipos de fertilizantes.
Para un césped de uso familiar, habitual en todo tipo de jardines y entornos de piscina, las necesidades anuales de nitrógeno, fósforo y potasio son las que ponemos a continuación en la tabla. Las necesidades de nitrógeno y potasio son muy parecidas, siendo más bajo el aporte del fósforo, un elemento muy importante en la nascencia y asentamiento del césped recién implantado y en el ahijamiento.
Esta relación 1-0,4-1 es suficiente para el mantenimiento de un césped habitual en jardinería doméstica, válido para aplicar durante todo el año. Sin embargo, en el caso de que hayas implantado el césped en tu jardín por primera vez, se suele recurrir a fórmulas con mayor contenido en nitrógeno.
Por otro lado, aunque hayamos mencionado únicamente los NPK, no hay que olvidarse los macronutrientes secundarios y microelementos. Es recomendable el uso de azufre, especialmente en suelos calizos de ph alto, sin descuidar el magnesio y el hierro, elementos indispensables para evitar la clorosis del césped.
Existen 3 o 4 épocas donde se recomienda la aplicación de fertilizantes en el césped. En este caso, cuanta más frecuencia, más equilibrado serán el crecimiento, especialmente los abonos sólidos de lenta liberación.
Sin embargo, esto también dificulta las tareas de mantenimiento, por lo que 3 aplicaciones por año es un estándar cómodo para cualquier césped de mantenimiento medio en un jardín.
Las 3 épocas ideales de abonado coinciden con el momento de mayor brotación y desarrollo de las gramíneas, siendo la primavera y verano.
La dosis general es de 30 a 40 g/m2. La dosis mayor la utilizaremos en casos donde veamos falta de crecimiento o si nuestro césped necesita un estímulo general. Si está en buenas condiciones, podemos utilizar 30 g/m2.
En tiendas especializadas o en plataformas online vamos a encontrar una gran cantidad de marcas y diferentes mezclas. No existe una concreta que sea la mejor, pero sí hay algunos detalles que hay que tener en cuenta.
Es indispensable que el abono para césped contenga macronutrientes secundarios y micronutrientes. Los más comunes y efectivos para la nutrición de esta gramínea es el azufre (muy interesante para suelos calizos), el calcio y magnesio. Entre los micronutrientes, que suelen aportarse en cantidades pequeñas, el hierro es el más recomendable.
Algunos de ellos también incluyen materia orgánica, un elemento que mejorará la capacidad de retención de humedad y la complejación de los nutrientes, haciendo más efectiva su asimilación por las raíces del césped.
Si buscamos una alternativa que nos valga para aplicar durante todo el año, el equilibrio 2-1-2 es el idóneo, ya que es bastante completo y se aplica a partir de marzo. Es interesante buscar que una parte del nitrógeno contenga inhibidores, de forma que permanece durante más tiempo en el suelo y hace que el crecimiento de la gramínea sea más estable. Actualmente, el mejor inhibidor del nitrógeno amoniacal es el DMPP, evitando las pérdidas asociadas a la forma nítrica.
En el caso de que busquemos un mayor desarrollo de nuestro césped, podemos buscar alternativas con un poco de mayor concentración de nitrógeno. Una fórmula que funciona muy bien desde el inicio de aplicación en marzo es el NPK 19-7-12 con 3% de magnesio (MgO) y 18% de azufre (SO3). Igualmente, se aplica a razón de 30 a 40 g/m2 o incluso un poco menos.
Es habitual aprovechar la aplicación del fertilizante junto con herbicidas, de forma que mantenemos controladas las malas hierbas en los periodos de mayor crecimiento (primavera y verano). Estas formulaciones más complejas deben aplicarse bajo una dosis indicada en la etiqueta, siendo habitual el aporte de 30 g/m2, que equivale a 3 kg/100 m2.
El hecho de incorporar la fórmula herbicida no implica que pueda cambiar la formulación del abonado ni su aplicación, pero sí hay que tener precauciones en su aplicación ya que es un elemento tóxico. Las operaciones habituales de uso y aplicación de abonos con herbicidas para césped son las siguientes:
- Podar el césped y dejar 3 o 4 días antes de la aplicación del abono con herbicida.
- Dar un riego normal y mantener el suelo en tempero.
- Aplicar dosis de recomendación (30 g/m2)
- Seguir con riegos habituales transcurridas 24 horas de su aplicación.
¿Y si queremos evitar el uso de fertilizantes convencionales y utilizar abonos orgánicos? Hoy en día tenemos posibilidad de utilizar diferentes productos con certificado ecológico, residuo cero y de origen orgánico.
Si bien hay fuentes minerales que provienen de fuentes naturales, como las margas o el sulfato de magnesio y el sulfato de potasio, también podemos nutrir con NPK procedente de medios orgánicos.
- Materia orgánica sólida o líquida
- Compost vegeta
- Humus de lombriz
- Pelets orgánicos NPK o NK
- Aminoácidos y algas marinas
El césped es un gran almacén de clorofila, por lo que la ausencia de luz y la carencia de nitrógeno, magnesio o hierro, entre otros, causan la temida clorosis o amarilleo, muy habitual en este cultivo y propio de suelos calizos.
En este tipo de suelos, el elemento que suele encontrarse limitado (no en presencia pero si en la capacidad de ser asimilado por las raíces). Por ello, la forma de quelato de hierro es la más habitual, ya que va protegida por un agente quelante que libera progresivamente el hierro, haciéndolo disponible para las raíces.
La dosis para aplicar en fertirrigación es de 10-20 gramos por cada 5 litros de agua de riego.
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