Hoy vamos a comentar algunas cosas de una forma más técnica para poco a poco introducirnos en el mundo del cultivo hidropónico, del que ya hemos hablado en innumerables ocasiones.
¡Eeeeehhh! ¿Todo son ventajas? Por supuesto que no, también hay algunos inconvenientes:
En el mercado hay un gran mundo de sustratos cada uno con sus propiedades particulares entre los que se incluye (aunque os parezca curioso) el agua.
Si aún estás interesado en conocer todos los sustratos que se pueden utilizar, el ministerio de agricultura te ofrece la posibilidad de conocer las principales características de cada uno.
Elegir uno u otro va en función del cultivo. Hay que tener en cuenta todas las características de cada uno, pero generalmente lo que se pide a un sustrato para un cultivo sin suelo es una gran capacidad de retención, drenaje rápido, buena aireación, baja densidad aparente, estabilidad y distribución del tamaño de partículas.
Esto significa que el sustrato debe contener aire después de regar, para que no se produzca asfixia radicular. El valor ideal con respecto a la capacidad de aireación está comprendido entre 20 y 30%.
El agua disponible es el agua que puede aprovechar la planta sin dificultad una vez se ha regado y drenado correctamente. Este valor está influido por la tensión del agua y afecta de manera importante a la productividad. Un valor óptimo puede estar comprendido entre 20-30%.
Con la porosidad nos referimos al espacio libre que debe haber en un sustrato para que este sea ocupado o bien por aire o bien por agua (con nutrientes). Para que sea óptimo tiene que tener un porcentaje de porosidad del 85%.
El tamaño de las partículas es un factor muy importante que, de hecho, lo hemos comentado dentro de las principales características que debe tener un buen sustrato. Este factor condiciona la porosidad o espacio libre que hay en el sustrato, y a mayor tamaño de partículas, mayor espacio. Nosotros queremos que haya una porosidad del 85 %, por lo que el tamaño de las partículas debe estar comprendido entre 30 y 300 micras.
Un sustrato puede influir positiva o negativamente en el valor del pH y afectar al cultivo. Los sustratos orgánicos, como la tierra, tienen mayor capacidad tampón, es decir, mayor resistencia a variar su pH. Para que un cultivo se desarrolle correctamente tendremos que saber el Ph correcto de crecimiento. Normalmente estará comprendido entre 5,5 y 6,8.
Por no hacer esto demasiado pesado, en vez de poner aquí las propiedades de cada sustrato, le dedicaremos a cada uno un artículo y lo añadiremos a esta entrada, para que se pueda consultar de forma cómoda.
Aunque seguramente haya muchos más, estos son los más empleados:
Solución nutritiva 1:
S. nutritiva 2:
Solución nutritiva 3:
Solución nutritiva 4:
Hay una serie de medidas y comprobaciones periódicas para ver si está todo correcto y no nos hemos equivocado en la elección del sustrato, al cantidad de riego o el tipo de abonado. Vamos a verlo caso por caso:
El drenaje del sustrato en el cultivo hidropónico viene dado por la cantidad de agua de riego y las características del sustrato. Una forma de calcular el drenaje y saber si todo marcha bien es hacer lo siguiente:
Hacer el cálculo es muy sencillo:
Esto lo podemos hacer por partes en la instalación para comprobar si todas esas partes tienen el mismo % de drenaje, lo cuál quiere decir que todo está en orden, no hay problemas de riego, de obstrucción de goteros o aspersores, etc.
El riego es una variable muy importante (indispensable) en el cultivo hidropónico y se tiene que estudiar detenidamente. Variará, como es lógico, según el cultivo y el sustrato que utilicemos, ya que cada planta tiene sus necesidades y cada sustrato tiene sus características (capacidad retención, porosidad, drenaje, etc.).
Hay que tener en cuenta lo que es la fracción de agotamiento, que significa el máximo porcentaje de agua que se pierde por evaporación o drenaje sin que se refleje efectos negativos en la planta, como marchitez. Para el caso del cultivo hidropónico, en la mayoría de sustratos, la fracción de agotamiento es del 5% y supone una forma de determinar la separación y tipo de riego a realizar.
Pasadas unas horas del amanecer, el sustrato tiene una fracción de agotamiento superior al 5% si no se ha regado por la noche, por lo que se debe regar para recuperar los niveles de humedad adecuados. La cantidad de riego se mide por el porcentaje de drenaje que se calcula a partir de la fórmula anterior. En este periodo ha de estar comprendida entre un 5y un 10 %.
Corresponde a las horas de mayor radiación solar y en definitiva, de mayor calor. La humedad relativa desciende y ha de compensarse mediante el riego. Los niveles de drenaje han de ser más altos pero la frecuencia de riego menor, llegando al caso de tener que realizar dos riegos en un periodo inferior a 1 hora (algunos casos 30 min).
Son las últimas horas del día y apunto de anochecer. El nivel de drenaje se ha de reducir y corresponde al momento en el que las necesidades hídricas son bastante bajas.
El periodo 4 corresponde a la noche, con los niveles mínimos de temperatura y evapotranspiración. Normalmente no se riega salvo épocas muy calurosas, ya que, se requiere una buena oxigenación de las raíces. Los niveles de drenaje están comprendidos entre el 10 y el 25 % al inicio del cultivo. Y entre 25 y 30 % en su etapa de maduración.
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