El cambio climático es un desafío crítico para la agricultura en la actualidad. Se prevé un aumento de la temperatura a nivel nacional y global, junto con una disminución continua de las precipitaciones, lo que impacta negativamente en la calidad y producción agrícola. De aquí surge la siguiente interrogante: Poda tardía en la viticultura: ¿una herramienta para enfrentar los efectos del cambio climático?
Esto afecta particularmente a la viticultura en Chile, donde más de 200.000 hectáreas se dedican al cultivo de vid (Vitis vinifera L.), con el 65% destinado a la producción de vino. La viticultura chilena se distribuye por distintos valles, siendo el “Valle Central” la zona con mayor núme-ro de hectáreas cultivadas, donde destacan variedades como Cabernet Sauvignon, Merlot, Carmenere y Syrah.
Las condiciones climáticas son fundamentales para la calidad de la uva utilizada en la producción de vino. La madurez óptima requiere un equilibrio en la concentración de sólidos solubles, la acidez y la síntesis de antocianinas para obtener fruta de calidad. Sin embargo, el aumento de temperatura ha causado desequilibrios en la maduración de las bayas tintas.
Aunque la concentración de azúcares ha aumentado en la cosecha, el color de las bayas ha disminuido, lo que obliga a retrasar la cosecha para alcanzar el color deseado. Esto puede resultar en vinos con mayor grado alcohólico, lo que afecta la calidad.
Ya se han observado efectos del cambio climático en la producción de uva en Chile. En 2016 y 2017, según la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias ODEPA, se registraron problemas debido al aumento de la temperatura, incluyendo reducciones en la producción, tamaños más pequeños de racimos y bayas, posiblemente debido a condiciones climáticas adversas durante el desarrollo de la fruta.
El valle central enfrenta altas temperaturas en diciembre y enero, coincidiendo con el proceso de envero, fundamental para la acumulación de compuestos responsables del color y azúcares en las bayas. Este proceso se ve amenazado por el aumento de temperatura y las olas de calor. Para mitigar estos impactos, el INIA ha evaluado estrategias para apoyar la adaptación de la viticultura frente al cambio climático.
Una de las estrategias evaluadas es la poda tardía, la cual consiste en posponer la poda de los viñedos (realizada tradicionalmente en invierno) más allá del período de receso vegetativo invernal, efectuándola después de la brotación de las yemas apicales. Esta estrategia implica eliminar las reservas energéticas ya movilizadas por la vid, lo que detiene el crecimiento inicial y, por ende, retrasa las etapas fenológicas siguientes.
En países vitivinícolas, como España y Australia, la poda tardía ha demostrado ser efectiva en retrasar las cosechas en días o incluso semanas, siempre que se realice después de la brotación, pero antes de la floración para evitar pérdidas de producción. Sin embargo, el momento óptimo para aplicar esta técnica varía según la variedad y la región de cultivo, lo que requiere adaptarla a cada contexto específico.
En Chile, la poda tardía se ha utilizado en zonas propensas a heladas primaverales para evitar daños causados por el frío. Aunque se reconoce su beneficio, aún no se ha identificado el momento más efectivo para llevarla a cabo y su impacto en los viñedos del valle central. Para abordar esta problemática, nuestro equipo de investigación llevó a cabo ensayos en un viñedo comercial del Valle Central durante dos temporadas.
El objetivo fue evaluar los efectos de la poda tardía y determinar la fecha óptima para su aplicación, con el fin de contrarrestar los efectos del aumento de temperatura en el color y los azúcares de las bayas. Se utilizaron viñedos de Cabernet Sauvignon cultivados en condiciones comerciales en el Valle del Maipo, región Metropolitana. Se realizaron ensayos con dos tratamientos de temperatura, Ambiente (Amb) y Elevada (T+), junto con tres tratamientos de poda: poda de invierno (WP), poda tardía en brotación (LP1) y poda tardía en brotes de 2-4 cm (LP2).
Para simular el aumento de temperatura, se empleó un sistema de cámaras de techo abierto conocido como Open Top Chambers (OTC, Sadras 2016). Estas estructuras de policarbonato y fierro se instalaron en el viñedo desde la base de la planta hasta el dosel, generando un aumento de temperatura en la altura de los racimos (Figura 1A).
Los tratamientos de poda se llevaron a cabo en tres momentos distintos, coincidiendo con diferentes eta-pas fenológicas: WP en el estado 0 según la escala E-L modificada (Figura 2A), LP1 durante la brotación en el estado fenológico 4 (Figura 2B), y LP2 en los brotes de 2-4 cm de longitud, en el estado fenológico 9 (Figura 2C).
Estos ensayos permitieron analizar el efecto de las temperaturas elevadas y las diferentes técnicas de poda en la viticultura. Durante las temporadas de estudio, el sistema OTC logró aumentar la temperatura media en aproximadamente 1° C y la temperatura máxima en 2,5°C por encima de las condiciones ambientales.
A lo largo del ensayo, se realizó un seguimiento de los estados fenológicos claves para determinar si la poda tardía era efectiva en el retraso de la brotación y en mantener ese retraso hasta la cosecha. En la Figura 3 se presenta una tabla con las principales etapas fenológicas (brotación, brote de 2-4 cm, floración, envero y cosecha) y sus fechas de ocurrencia.
Nuestros resultados indicaron que la brotación ( ) en LP1 y LP2 se retrasó una semana, independientemente de la temperatura, manteniendo esta diferencia hasta la floración ( ). Los tratamientos de poda bajo temperatura elevada (T+) adelantaron la floración en una semana respecto de la temperatura ambiente. En WP y LP2, el envero ( ) se adelantó dos semanas debido a la temperatura elevada (T+), mientras que T+-LP1 lo adelantó una semana en comparación con Amb-WP.
En condiciones de temperatura ambiente, solo LP2 logró retrasar el envero. La fecha de cosecha ( ) fue crucial y varió según los tratamientos. Todos alcanzaron 22±1 ºBrix, pero la temperatura elevada adelantó la cosecha de WP y LP2 en al menos una semana. LP1 mantuvo la misma fecha que las condiciones actuales (Amb-LP1). LP2 mostró maduración desigual, dificultando la cosecha en ambas condiciones.
Ambas temporadas analizadas indican resultados similares, indicando que en temperatura ambiente, LP1 retrasó la cosecha (1 semana), mostrándose como la mejor opción para desplazar la fenología en ambas condiciones. La elevada temperatura (T+) tuvo un efecto en la acidez y el pH. LP2 mostró un alto nivel de acidez, mientras que WP presentó un pH significativamente más alto en comparación con las condiciones ambientales.
Los resultados destacan la importancia del momento de poda para modificar las fechas de los estados fenológicos. La poda en brotación (LP1) logró retrasar la cosecha en condiciones de temperatura ambiente, mientras que la poda en brotes de 2-4 centímetros no logró este objetivo y, además, presentó desafíos para determinar la fecha de cosecha debido a la variabilidad en la maduración de los racimos.
Al finalizar el ensayo, todos los tratamientos fueron cosechados con un mismo nivel de sólidos solubles, 22±1 ºBrix y se evaluaron los parámetros de calidad de las bayas (Figura 4). Esto nos permitió evaluar el impacto de la poda y la temperatura en los compuestos fenólicos bajo las misma concentración de sólidos solubles totales.
Durante ambas temporadas, se analizaron los compuestos fenólicos, con un enfoque especial en las antocianinas totales (ver Figura 5). Los datos se presentan como porcentajes en relación con la condición actual de cultivo, es decir, la poda de invierno a temperatura ambiente (Amb-WP).
En la Figura 5 se observa que el tratamiento Amb-WP representa el 100%, y que las podas tardías en temperatura ambiente no mostraron diferencias significativas en comparación con este tratamiento. Sin embargo, la temperatura elevada redujo significativamente las antocianinas. WP disminuyó un 43% y LP1 experimentó una pérdida menor de antocianinas, con una reducción del 35%.
Los datos obtenidos confirman que la temperatura tiene un impacto significativo en la maduración de las bayas. En condiciones de temperatura elevada (con un aumento de 1°C en la temperatura media), la cosecha se adelanta al menos una semana, con un aumento en el pH y la acidez de las bayas, y una reducción significativa de la concentración de antocianinas totales.
En conclusión, la poda tardía en brotación (LP1) parece ser una opción prometedora para retrasar la cosecha, al menos en una semana, sin afectar negativamente la acidez ni el pH. Aunque no contrarresta por completo el efecto de la temperatura sobre las antocianinas, su impacto es menor que en la poda tradicional de invierno en condiciones de elevada temperatura.
Esto podría convertirla en una herramienta útil para enfrentar el incremento de temperatura y el riesgoas de heladas primaverales debidas al cambio climático.
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