Fusarium merma producción de banano en Piura hasta en 40%
El banano en Perú es un producto que se cosecha las 52 semanas del año. Es decir, se exporta todos los días. Si el proceso de exportación se paraliza, el impacto económico se hace evidente en todos los eslabones de la cadena productiva; todos ganan menos dinero, desde el agricultor, el personal de campo, hasta el personal de oficina.
Esta es una realidad que salta a la vista en Sullana, en la región de Piura, al norte de Perú, zona privilegiada para el banano orgánico Cavendish, variedad muy apreciada en Estados Unidos y Europa.
“El banano orgánico Cavendish, por las condiciones climatológicas que hay en Piura, en Sullana, consigue muy buenos grados brix, además de una vida de anaquel más larga, en relación a otros países exportadores, como Ecuador, por ejemplo”, dice Ángelo Núñez Cruz, ingeniero agrónomo, socio de la Cooperativa Cadepos, y subgerente de la Gestión productiva Urbano Rural de la Municipalidad de Sullana.
“Pero en 2021 empezaron a interrumpirse procesos de exportación, debido a un gran dolor de cabeza para nosotros, los productores de banano en el norte el Fusarium”.
La realidad en Sullana, polo importante de la producción de banano en Perú, es la siguiente: existen al menos unas 25 organizaciones y cooperativas, donde los pequeños productores son los protagonistas.
“Tenemos 0.5 hectáreas, 1 hectárea, algunos tienen 0.25 hectáreas… Si en un sector somos 10 productores que sumamos 5 hectáreas, pues nos unimos a otros 10 productores de otro sector, así hasta formar un grupo de 100 productores; de esta manera podemos convertirnos en una organización, certificarnos como global orgánico y fair trade; luego exportamos directamente, para tener un mejor ingreso para nuestras familias”, dice Ángelo.
Cabe mencionar que, en la actualidad, casi no existen empresas grandes que tengan banano sembrado en Piura. El mayor volumen proviene de los pequeños productores asociados en cooperativas; algunas cooperativas que no son muy grandes, venden sus bananos a empresas exportadoras como Dole, por ejemplo.
“También están presentes importadoras extranjeras que tienen sus sedes o representantes comerciales en Piura. Estos representantes actúan como un eslabón clave entre la empresa en Europa, su oficina en Perú, y la organización o cooperativa de pequeños productores locales que les venderán sus productos”, dice Ángelo, para luego agregar lo siguiente: “Pero una vez más nos ponemos en los ojos del mundo como productores de banano, ya que la región de Piura es la única en todo el país donde se ha reportado la presencia de Fusarium. Hasta el momento, Senasa no ha detectado ningún otro foco en el país, solamente en Piura, específicamente en la provincia de Sullana, que abarca el valle del Chira”.
Un manejo más ecológico
No es válido decir que antes del Fusarium la producción de banano orgánico en el norte del Perú estuvo exenta de vicisitudes. En 2011, tuvieron un ataque severo de trips de la mancha roja, una plaga que afecta a diversos cultivos, incluyendo el banano. También han sufrido episodios de pudriciones, pero, con todo, se podía cosechar.
“El Fusarium es un hongo que ataca los haces vasculares de la planta, impidiéndole, por así decirlo, respirar, consumir agua y absorber nutrientes. Como resultado, la planta se seca, muere, y no se logra cosechar. Si el Fusarium ataca en la última semana de vida de la planta, cuando ya está lista para la cosecha, es posible cosechar. Sin embargo, si el hongo la infecta cuando la inflorescencia apenas está emergiendo, los bananeros no podemos cosechar nada de la fruta”, dice Ángelo.
El socio de la Cooperativa Cadepos, y subgerente de la Gestión productiva Urbano Rural de la Municipalidad de Sullana, indica que, desde 2021, las producciones de banano en los campos de Piura se han reducido drásticamente, “se calcula que en, al menos, 40%”, precisa.
“El Fusarium no deja cosechar la planta; la mata, la seca completamente. Es como si pasara un incendio, y ya no se puede recuperar la planta”, lamenta Núñez.
Ante esta realidad, Ángelo se pregunta: “¿Qué podemos hacer si aún no tenemos la nueva plantación que se está desarrollando con el apoyo del INIA y otras entidades del Estado, la municipalidad y los agricultores? Debemos aprender a convivir con este hongo. La bioseguridad en el campo es primordial para contener, al menos, su desarrollo o ingreso”, enfatiza.
Ángelo destaca la importancia de mejorar los hábitos de fertilización y cambiar completamente el paquete tecnológico que se aplica en los campos. “Aplicar más materia orgánica es fundamental. Con el apoyo del alcalde, el ingeniero Marlem Mogollón Meca, y junto a SENASA e INIA, estamos desarrollando talleres sobre el uso de biochar, biofermentos y violes, promoviendo un manejo más ecológico para mejorar la salud del suelo. La salud del suelo es clave. Si ya tengo Fusarium, debo evitar los químicos y enfocarme en mejorar las condiciones del suelo: análisis adecuados, mejores fertilizaciones, aplicaciones a tiempo, y generar mejores condiciones para las raíces de la planta, para que puedan soportar el ataque del hongo y el productor pueda cosechar la fruta”, explica Núñez.
A pesar del impacto del Fusarium, Núñez señala un aspecto positivo en el manejo más ecológico. Concluye: “Antes, si el Fusarium atacaba cuando la inflorescencia apenas emergía, no se podía cosechar nada. Ahora, con estas nuevas aplicaciones, el Fusarium puede seguir atacando, pero lo hace en semanas más avanzadas, como la ocho o la nueve, cuando la cosecha está próxima. Esto permite que los productores puedan cosechar su racimo de banano y obtener los ingresos esperados al momento de la cosecha”.