Las principales causas del malfuncionamiento de los equipos de riego tecnificado son principalmente por falta de mantenimiento, falta de protocolos en la limpieza de las baterías de filtros o poca revisión del sistema (CORFO, 2012; Maldonado, 2001). Para el caso de los emisores, estos se pueden obstruir por diversas razones, como la presencia de sedimentos en el agua, crecimiento de algas en los acumuladores o la precipitación de sales disueltas en el agua de riego dentro de las matrices o submatrices.
En la Región de O’Higgins en Chile, por ejemplo, se suelen utilizar aguas superficiales y las obturaciones tienden a ser causadas por la presencia de algas y sedimentos que ingresan al sistema de riego. Para prevenir estos problemas se requiere generar un plan de mantenimiento preventivo, que incluya acciones como el lavado de sistema, aplicaciones de controladores de algas y pH mediante uso de ácidos (Gurovich, 1985; Ferreyra et al, 2005).
De la envergadura del proyecto de riego depende la cantidad de filtros dentro de la batería. Las aguas utilizadas para riego en la Región de O’Higgins no siempre son de la mejor calidad, ya que contienen algas, restos vegetales, basuras y partículas. Estas partículas pueden obstruir los emisores, afectando la uniformidad de los sectores de riego.
Dependiendo de la calidad de agua, es importante la selección del tipo de filtro para los diseños de riego y cada uno de estos tiene una mantención distinta (Figura 1).
Un sistema de filtración bien diseñado, debe operar dentro de un rango de presión de 5 metros de columna de agua (m.c.a.) o 0,5 bares (FAO, 2000). Pérdidas de carga sobre este rango durante el proceso de filtrado, limita la presión disponible para un riego óptimo.
Es por esto, que es fundamental incluir manómetros antes y después del sistema de filtración. De esta manera, se pueden monitorear las diferencias de presión entre la entrada y salida de la batería de filtros, y facilitar la determinación de la limpieza de estos.
De ser así debe reemplazarse. Se recomienda realizar un lavado anual con ácidos para evitar incrustaciones calcáreas. El filtro de malla se colmata con mayor rapidez que el filtro de anillas y no se recomienda su uso cuando el agua presenta algas. Ambos se deben limpiar constantemente con agua o con la ayuda de un cepillo, para permitir el libre flujo del agua.
Algunos productos químicos que se aplican en el sistema de fertirriego son de muy baja solubilidad y generan precipitados que pueden provocar taponamiento en los emisores, afectando la uniformidad del sistema de riego. Se recomienda realizar aplicaciones con ácido fosfórico (H3 PO4 ) y ácido sulfúrico (H2 SO4 ) (Figura 2).
También se pueden generar otros precipitados como hierro, azufre y manganeso que pueden obturar los emisores, donde se recomienda aplicar oxidantes como hipoclorito de sodio (Ferreyra et al., 2000).
Es importante chequear la presión de funcionamiento del sistema cada vez que se riega. Al chequear los manómetros se evitan posibles roturas en los laterales de riego por excesos de presión, la acumulación de sedimentos dentro de la matriz o submétricas de riego por falta de velocidad en el flujo y, lo más importante, se evita que el sistema no precipite lo programado y no abastezca las necesidades hídricas de los cultivos por falta de presión (Cuadro 1).
En los sistemas de riego actuales, se utilizan tanto válvulas manuales como eléctricas y ambas deben funcionar de manera correcta y no presentar fugas. En los casos de las válvulas solenoides, es fundamental realizar limpiezas y revisiones periódicas. Si la válvula solenoide no cierra correctamente, puede ser que la membrana contenga suciedad (Figura 3). De ser así, desmontar la válvula, realizar limpieza y lubricación.
El sistema de conducción es el encargado de llevar agua desde el cabezal hasta los laterales de riego. La red de distribución se debe revisar periódicamente para identificar fugas que alteren la eficiencia del sistema de riego. Si la calidad de agua disponible para riego es de mala calidad, se recomienda realizar aperturas constantes de las matrices y submatrices, para evacuar los sedimentos que han precipitado dentro de las tuberías (Veas, 2017). Si el agua sale limpia, se pueden aumentar los días entre lavados del sistema de conducción.
Los emisores varían en su diseño y funcionamiento, desde goteo hasta microaspersión y son los responsables del aporte de agua, ajustándose a las necesidades específicas de los cultivos y las condiciones climáticas, permitiendo una gestión precisa del riego y optimizando su uso (Gil et al., 2009; Ferreyra y Selles, 2013).
Existen diversos factores que afectan la uniformidad en la precipitación de los emisores, como la presión del sistema, la calidad del agua de riego, diseño o distribución del agua y si a todo esto le agregamos un mal manejo y falta de mantenimiento a los componentes, no se puede garantizar un funcionamiento óptimo del sistema de riego. De esta manera, se recomienda:
Si bien existe un sistema de filtrado -independiente si es de grava, malla o anillas-, las partículas pasan a través de éste y llegan a los laterales, causando el taponamiento de los emisores. Dependiendo de la calidad de agua y la cantidad de partículas que pasen por la batería de filtros, es la frecuencia con que se debe realizar el descole, que consiste en sacar el tapón o anilla que se encuentra al final de la línea, para permitir que corra el agua por unos segundos y así dejar salir estos sedimentos hasta cuando el agua emerja limpia o clara (Figura 5).
El Instituto Rich Earth de Estados Unidos trabaja para normalizar esta práctica y promover la sostenibilidad, utilizando la orina como fertilizante a gran escala.
Una correcta operación y un adecuado mantenimiento de un sistema de riego tecnificado son elementos claves para garantizar la eficiencia productiva.
Las principales causas del malfuncionamiento de los equipos de riego tecnificado son principalmente por falta de mantenimiento, falta de protocolos en la limpieza.