Cerezas chilenas: Evidencian necesidad de incrementar investigación en postcosecha
La detención del buque Maersk Saltoro ha generado impacto en la industria de cerezas chilenas, ya que transporta un total de 1.363 contenedores (cinco millones de cajas) con destino a China.
Es importante mencionar que la embarcación sufrió una falla en su motor principal el 13 de enero, quedando a la deriva y retrasando su llegada que estaba prevista para el 20 de enero, fecha clave para la distribución de la fruta en China.
La situación se ha visto agravada considerando la alta concentración de la fruta en el mercado chino, que representa más del 90% de las exportaciones de cerezas chilenas.
Los expertos indican que el incidente podría tener consecuencias millonarias para los productores chilenos, impactando la calidad de la cereza en un período crítico, ya que estas debían llegar justo antes del Año Nuevo chino, celebrado entre el 29 de enero y el 12 de febrero.
A pesar que los contenedores cuentan con suministro eléctrico para mantener la cadena de frío, la prolongación del almacenamiento genera efectos adversos en la fruta.
En ese sentido, el investigador en calidad de frutos de INIA Quilamapu, Cristián Balbontín, enfatizó la importancia de la investigación en postcosecha para mitigar estos riesgos. Dijo que “parámetros como la firmeza, el color y la deshidratación del pedicelo son críticos para la aceptación del producto en mercados internacionales. Además, desórdenes fisiológicos como el pitting (machucones), la piel de lagarto y el pardeamiento interno pueden desarrollarse durante el almacenamiento prolongado, comprometiendo la calidad de la fruta”.
Impacto del almacenamiento en las cerezas chilenas
Al respecto, Balbontín destacó que en el Laboratorio de Calidad de Frutos de INIA Quilamapu llevan varios años investigando el impacto del almacenamiento en distintas variedades de cereza cultivadas en Ñuble. Los estudios han analizado períodos de conservación de 10, 30 y 50 días, además del tiempo de exposición en estanterías de entre 2 y 6 días.
Agregó que, “en general, a mayor tiempo de almacenamiento, aumenta la incidencia de desórdenes como el pardeamiento interno en variedades Regina y Kordia, mientras que la pérdida de firmeza es más pronunciada en Santina y Lapins”.
En este contexto, el especialista señaló que el trabajo realizado en el laboratorio “nos permite conocer de mejor manera el tiempo más adecuado para mantener la calidad de la fruta, dependiendo de cada variedad y del mercado de destino”.
El investigador también subrayó que la calidad de las cerezas varía significativamente según la zona de producción y las condiciones climáticas de cada temporada y que “factores como olas de calor, lluvias o retrasos en la cosecha debido a bajas temperaturas primaverales pueden afectar el potencial de vida postcosecha”.
Finalmente, Balbontín recalcó la importancia de fortalecer la investigación en postcosecha para garantizar la competitividad de la cereza chilena en los mercados internacionales.
“Si queremos acceder a nuevos mercados y mantener la rentabilidad del negocio, es clave la colaboración entre investigadores, productores y exportadores para optimizar las prácticas postcosecha y asegurar que la cereza chilena siga siendo un referente de calidad a nivel global”, dijo.
Noticia relacionada:
Maersk Saltoro y los pasos requeridos a seguir por los exportadores de cerezas